Mandela, una vida de lucha antirracista

Destinado a ser un líder, "Madiba", el hijo del consejero del jefe supremo de la tribu Thembu en Transkei, fue el primer presidente negro de Sudáfrica

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elsalvador.com

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2013-12-12 7:00:00

elson Mandela liberó a Sudáfrica de las cadenas del “apartheid” hasta llevarla a una democracia multirracial, convirtiéndose en el camino en un icono de la lucha por la justicia en todo el mundo.

Encarcelado casi tres décadas por su lucha contra el poder de la minoría blanca, Mandela salió de la prisión decidido a usar su prestigio y carisma para terminar con el “apartheid” sin desencadenar una guerra civil.

“El tiempo de sanar las heridas ha llegado. El momento de cruzar los abismos que nos dividen ha llegado”, dijo Mandela en su discurso de asunción al convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica en 1994.

“Al final hemos conseguido nuestra emancipación política”, añadió.

En 1993, Mandela fue galardonado con el premio Nobel de la Paz, un honor que compartió con F.W. de Klerk, el líder blanco Afrikaner que lo había liberado de prisión tres años antes.

Después asumió un papel destacado a nivel mundial como defensor incansable de la dignidad humana ante desafíos que fueron desde la represión política hasta el Sida.

Una batalla que se volvió personal cuando su único hijo vivo falleció a consecuencia de la enfermedad en el 2005.

Abandonó formalmente la vida pública en junio del 2004, poco antes de su cumpleaños número 86. En esa oportunidad dijo a sus compatriotas: “No me llamen, yo los llamaré”.

Pero Mandela siguió siendo una de las figuras públicas más respetadas en el mundo, combinando su imagen de celebridad con un inquebrantable mensaje de libertad, respeto y derechos humanos.

Ya fuera defendiéndose en el juicio por traición en su contra en 1963 o dirigiéndose a los líderes mundiales años después como un anciano estadista, irradió una imagen de rectitud moral expresada en su tono mesurado, usualmente aligerado por su sentido del humor.

“Está en el epicentro de nuestra época, para nosotros los sudafricanos y para ustedes, dondequiera que estén”, recalcó en una ocasión Nadine Gordimer, escritora sudafricana y ganadora del Premio Nobel de Literatura.

La mayoría de los sudafricanos está orgulloso de la “nación arco iris” multirracial que surgió tras el apartheid.

Los años que pasó tras las rejas hicieron que Mandela se convirtiera en el prisionero político más famoso del mundo y un líder de estatura sobrehumana para millones de sudafricanos negros que sufrieron bajo el régimen del “apartheid” así como para otros oprimidos muy lejos de Sudáfrica.

Acusado de delitos capitales en el infame Juicio de Rivonia en 1963, sus palabras en el proceso fueron su legado político.

“Durante mi vida, me he dedicado a esta lucha del pueblo africano. He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra”, indicó.

“Ansío el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades”, agregó ante el tribunal. “Es un ideal por el cual vivo y espero conseguir. Pero, si fuera necesario, es un ideal por el cual estoy preparado a morir”.

Destinado a ser líder

Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918, destinado a ser un líder como el hijo del consejero del jefe supremo de la tribu Thembu en Transkei.

Escogió dedicar su vida a combatir la dominación blanca. Estudió en la Universidad Fort Hare, una institución de la élite negra, pero la abandonó a principios de la década de 1940, poco antes de culminar sus estudios, y formó la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano (ANC, por su sigla en inglés) con Oliver Tambo y Walter Sisulu.

Mandela trabajó como asistente legal y finalmente se convirtió en un abogado que lideró uno de los pocos estudios jurídicos que atendían a los sudafricanos negros.

En 1952, él y otros fueron acusados de violar el Acta de Supresión del Comunismo, pero su sentencia de nueve meses fue suspendida por dos años.

Mandela estuvo entre los primeros en invocar la resistencia armada al “apartheid”, pasando a la clandestinidad en 1961 para formar el brazo armado del ANC, el Umkhonto weSizwe (La Lanza de la Nación en Zulu).

Partió de Sudáfrica y viajó por el continente y Europa, estudiando tácticas armadas de guerrilla y consiguiendo respaldo para el ANC.

Después de regresar a Sudáfrica en 1962, Mandela fue arrestado y condenado a cinco años de cárcel por provocación y abandono ilegal del país. Mientras cumplía la pena, fue acusado, junto con otros líderes anti-apartheid, en el juicio por traición de Rivonia, en 1963.

Estigmatizado como terrorista por sus enemigos, Mandela fue sentenciado a cadena perpetua en junio de 1964 en la prisión de Robben Island, una cárcel en las costas de Ciudad del Cabo donde pasaría los siguientes 18 años antes de ser trasladado a otras cárceles en el continente para, finalmente, ser liberado el 11 de febrero de 1990.

“Cuando finalmente atravesé esas puertas (…) sentí que mi vida comenzaba de nuevo incluso a la edad de 71 años. Mis 10.000 días de prisión habían finalmente terminado”, escribió Mandela, al contar lo que sintió aquel día en que fue liberado.

Elecciones y reconciliación

Durante los siguientes cuatro años, miles de personas murieron en Sudáfrica en el sangriento camino político a las primeras elecciones del país, en las que pudieron participar todas las razas.

Mandela impidió la explosión de un conflicto racial tras el asesinato del popular líder del Partido Comunista Chris Hani a manos de un blanco en 1993, pidiendo calma en un discurso televisado a toda la nación.

Mandela y De Klerk ganaron el premio Nobel de la Paz y, tras asumir la presidencia de Sudáfrica en 1994, “Madiba” hizo de la reconciliación el lema de su mandato.

Mandela tomó té junto a sus excarceleros y se ganó el favor de muchos blancos cuando vistió la camiseta de la selección sudafricana de rugby en la victoria sobre Nueva Zelanda, en la final de la Copa del Mundo de 1995 en el estadio Ellis Park de Johannesburgo.

El sello de la misión de Mandela fue la creación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que investigó los crímenes cometidos por ambas partes durante el “apartheid” e intentó sanar las heridas del país. También fue un modelo para otros países asolados por conflictos civiles. En 1999, Mandela, quien solía ser criticado por sus escasos conocimientos económicos, entregó el poder a líderes jóvenes más preparados para manejar una economía moderna. Esa decisión de abandonar el mando fue un ejemplo para los líderes africanos enquistados en el poder. Pero la jubilación tranquila no estaba en sus planes y Mandela centró sus energías en combatir la crisis del sida en Sudáfrica

Su última aparición pública fue en 2010, para el Mundial de Fútbol en Sudáfrica. —AGENCIAS.