Críticos de oposición al Sandinismo: “Una vez más, Ortega supera a Somoza”

Analistas y exfuncionarios del gobierno dicen que Somoza reformó la Constitución para "respetarla"; Ortega para ponerla a su "servicio".

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elsalvador.com

Por Iván Olivares, corresponsal en Nicaragua

2013-11-03 8:00:00

El analista político Carlos Tünnerman Bernheim, observa que el estilo del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, difiere de uno de sus antecesores más temidos, y con el que se le compara más: Anastasio Somoza. La diferencia es que este prefería reformar la Constitución para poder ‘respetarla’, mientras que Ortega no tiene empacho en torcer las leyes para poner al Estado a su servicio, opinó.

“Los Somoza la reformaban de previo antes de irrespetarla. Al menos se tomaban el trabajo. Ahora pretenden reformar a posteriori los artículos que Ortega irrespetó. Para reelegirse, los Somoza reformaban con tiempo la Constitución. Jamás se les ocurrió reelegirse con una sentencia”, comparó.

En tanto que Manuel López es un experto constitucionalista que presidió la Asamblea Nacional por un año en la década de los ’90. Como tal, le correspondió jugar un papel protagónico en las negociaciones para reformar en 1995 la Constitución promulgada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1987.

Esa reforma buscaba reducir “el enorme poder que tenía el presidente de la República, y distribuirlo en los otros poderes del Estado”, con lo que uno de sus efectos directos fue que en la actualidad, sólo la Asamblea Nacional puede dictar leyes. La reforma propuesta por Ortega le permite “dictar decreto ejecutivos con fuerza de ley” en materia administrativa.

A su juicio, Ortega está actuando “con nostalgia”, esforzándose en recuperar los poderes que tuvo durante la convulsa década de los ’80, hasta que el pueblo le expulsó del poder en febrero de 1990.

En su afán por regresar al pasado, y asegurarse de que Nicaragua se quede ahí, Ortega quiere incluir en la Constitución a las organizaciones territoriales y sectoriales de su partido, además, busca legalizar que los militares puedan tomar parte activa en la administración pública, sin haber renunciado previamente al Ejército, lo que López interpreta como una maniobra para tratar de “seducir al Ejército”, que aún intenta conservarse apartidista como parte de su profesionalismo.

El ex titular del Poder Legislativo señala: “no hemos cambiado mucho del siglo XIX. Todo esto no es más que una lucha y apetito por el poder”.