El estadounidense Christopher Dillingham, de 45 años, originario de Washington, Estados Unidos, ha sido arrestado por, presuntamente, haber adosado explosivos al cuello de su perrita y hacerla volar por los aires.
De momento, no es acusado de haber cometido un acto de crueldad animal, pues el can murió de forma instantánea, publica The Huffington Post. Sí le han impuesto los cargos de tenencia y utilización temeraria de explosivos.
Los hechos ocurrieron el domingo, los vecinos de Dillingham avisaron a la policía de una explosión acaecida a las cuatro de la madrugada. Cuando los agentes llegaron al domicilio del hombre descubrieron, esparcidas por todo el patio, distintas partes de la mascota, una Labrador retriever llamado Cabella. Los hijos de Dillingham no resultaron heridos.
Según lo declarado por Dillingham a las autoridades, la perrita de raza Labrador Retriever que se llamaba “Cabella”, estaba poseída por el demonio, por esa razón ató los explosivos al cuello del can y los encendió, esperaba que esto acabara con su “diabólico sufrimiento”. Sería su exnovia quien “puso el diablo dentro de la perra”.
Dillingham tiene un largo historial criminal relacionado con violencia doméstica.