Papa Francisco evoca a marginados en vía crucis

En Copacabana, el pontífice ofreció la cruz de Cristo a las víctimas de la violencia, a los perseguidos y a los jóvenes que dejaron de confiar en las instituciones políticas

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elsalvador.com

Por AP

2013-07-26 5:00:00

Copacabana se convirtió en un escenario sublime para la representación del vía crucis con un espectador especial: el papa Francisco, que ofreció la cruz de Cristo a las víctimas de la violencia, a los marginados, perseguidos, a los jóvenes que dejaron de tener confianza en las instituciones políticas o a quienes han perdido la fe en la Iglesia.

“Jesús con su cruz recorre nuestras calles para cargar nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos”, dijo Francisco a cientos de miles de fieles que participaron en la recreación del calvario de Jesucristo.

La cruz de madera, símbolo de las jornadas mundiales de la juventud, cargada por 20 jóvenes vestidos de blanco y amarillo, recorrió las 14 estaciones del vía crucis, que recordó desde el momento en que Jesús fue condenado a muerte, los flagelos, el consuelo de su madre hasta su crucifixión y muerte.

Cristo “acoge a todos con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas vos solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida”.

El Papa, que durante la recreación lució cansado y se veía solitario en un trono, dijo en su mensaje que con la cruz Jesucristo se une a los que “ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos”, también a las familias que sufren al ver a sus hijos “víctimas de paraísos artificiales como la droga”.

Afirmó que se une también a “tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la iglesia, o incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y los ministros del Evangelio”.

Los fieles cerca del escenario siguieron con atención el vía crucis, pero los que estaban distantes dejaron de poner atención y los peregrinos entraban y salían del lugar.

Francisco convocó a los participantes compartir el camino con Cristo. “No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparte con nosotros”, dijo.