América Latina vibra con visita del papa Francisco

El fervor que ha generado Francisco es tal, que se calcula que unas 3 millones de personas irán a fines de julio a Río de Janeiro, Brasil, para la Jornada Mundial de la Juventud

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elsalvador.com

Por AP

2013-07-16 1:30:00

Sus viejos zapatos negros, su pasión por el fútbol, su humildad, su rechazo de los protocolos pomposos, su compromiso con los pobres.

Son muchas las razones por las que el regocijo inicial que causó en América Latina la elección del primer papa de la región se haya transformado en una verdadera devoción por un hombre que está dando claras muestras de querer reformar la Iglesia Católica y acercarla a la gente.

“Aparte de la emoción natural (de tener un santo padre latinoamericano), el papa ha sabido mover el corazón de los latinos”, dijo el padre Roberto Arenas, director del departamento de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal de Colombia.

“A mí me encantó lo de los zapatos viejos… ¡ay Dios bendito! El gesto de ir a pagar su hospedaje (en Roma tras su elección)”, manifestó el religioso. “A los pelaos (jóvenes) eso les llega y lo exigen. Los mismos pelaos dicen, ‘ay (es) tan difícil cuando ustedes los curas se ponen tan almidonaditos, tan lejanos a nosotros’, y creo que eso (las acciones del papa) fue tocar la puerta para abrir muchas cosas, que ojalá se sigan abriendo, una señal de una iglesia más sencilla, más cercana”.

El pontífice de 76 años, nacido en Argentina, “es una persona humilde y común y corriente. No importa si es brasileño o argentino, sino la humildad que él hace sentir”, opinó Enrique Godoy, un consultor y evangélico de Guatemala. “El papa Francisco trae un aire de frescura para las religiones en general, una persona que tiene humildad y que está haciendo viva la palabra de Jesús”.

El fervor que ha generado Francisco es tal, que se calcula que unas 3 millones de personas irán a fines de julio a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud, que será el primer encuentro del nuevo papa con el relevo generacional de los católicos.

Desde su elección el 13 de marzo, este papa que habla español con marcado acento argentino vistió sus zapatos negros y al salir al balcón de San Pedro para ser visto por primera vez como sumo pontífice, omitió la estola roja que llevan sobre sus hombros los papas en esas ocasiones. No usa un anillo de oro o una cruz dorada sobre su pecho.

Tampoco se hospedó en las suntuosas habitaciones vaticanas, sino que sigue en una residencia u hotel conocido como Santa Marta, dentro del mismo Vaticano, donde llegó como cardenal para la elección del sucesor de Benedicto XVI, quien al dejar el cargo el 28 de febrero pasado fue el primero en renunciar en 600 años.

En junio, el Vaticano informó que el papa Francisco se abstendría de tomar vacaciones, como lo han hecho sus predecesores, en Castelgandolofo, sobre las colinas al sur de Roma, y permanecería en Santa Marta. El papa, por otro lado, no usa el “papamóvil” con vidrios, ya que prefiere el vehículo blanco “al aire libre” para tener contacto físico a los feligreses que atestan la Plaza de San Pedro.

Godoy recordó que, recién elegido, el papa llamó a Buenos Aires por teléfono al vendedor de diarios que le entregaba cada día el periódico y le dijo que suspendiese las entregas porque ahora estaba en Roma, donde él mismo pagó la cuenta del hotel, como cualquier persona.

Su discurso es sencillo, a favor de los pobres y de que los “pastores” o sacerdotes salgan de las iglesias y estén al lado de la gente, un mensaje simple y directo.

Tales valores de pobreza pueden estar cimentados en su origen jesuita, pero también en el hecho de ser latinoamericano y haber estado cerca de los más pobres en Buenos Aires.

“Puede ser que la presencia del papa Francisco signifique una mirada distinta para la política del Vaticano, así como una revalorización de lo que es la situación de Latinoamérica, una región que ha producido mucho en términos de teología y en términos de movimientos eclesiales de base”, dijo Hernán Reyes, analista y profesor de la Universidad Andina, en Ecuador.

“Su propio origen la da cierta afinidad con estas líneas de acción religiosa que he mencionado y podría adelantar un giro desde la postura eurocéntrica que ha imperado, hacia un proceso de cambio de las lecturas que hace la iglesia acerca del mundo contemporáneo”, añadió Reyes.

Y en un mundo actual donde los símbolos son tan importantes, con sus acciones el papa Francisco está metiendo goles, dijo el padre Francisco de Roux, máxima autoridad de la Compañía de Jesús en Colombia.

“A través de símbolos está mostrando muy claramente hacia dónde quiere ir… Hay que estar al lado de la gente”, señaló De Roux. El papa muestra “el humor que tienen los porteños (de Buenos Aires), que mezcla la pasión por el fútbol (Francisco es fanático del club San Lorenzo)… Vive un poco como si estuviera metido en un estadio de fútbol abrazando a todos los hinchas y tratando de meter goles a cada rato, goles simbólicos”, añadió.

Una de las cosas que le ha llamado la atención a Elizabeth Deyon, un ama de casa de 64 años en Caracas, “es que no sigue los rituales… Se ve un señor muy sencillo”.

“El salirse del protocolo es lo que me gusta”, dijo Deyon en una calle de la capital venezolana. “Uno siempre los ve (a los papas) como que nadie se les puede acercar. La idea de una personas como esa es que debe acercarse al pueblo, a las personas que lo necesitan”.

De norte a sur en el continente, muchos recuerdan anécdotas de Francisco y su sencillez.

“Que se haya pagado el hotel y que haya viajado en el mismo autobús con el resto de los cardenales cuando ya era papa”, citó la contadora Paulina Letelier, de 30 años, en Santiago de Chile consultada sobre que le gustaba el nuevo pontífice. “Conoce cómo somos los latinoamericanos, cómo pensamos, cuáles son nuestras necesidades y sabe que en América Latina todavía queda mucha pobreza y mucha desigualdad”, acotó.

Para el provincial de los jesuitas colombianos, De Roux, fue precisamente esa condición de latino lo que lo llevó al trono de San Pedro entre los 110 cardenales menores de 80 años que podían votar.

“En Europa lo que se ve es una iglesia que es vista como una institución envejecida, que lo único que hace es defender una moral que ya a nadie le interesa”, manifestó. “Yo creo que esto es importante, que los cardenales que lo eligieron esperaban a alguien que le trajera una esperanza nueva al catolicismo y estoy convencido que en eso acertaron. La iglesia tiene que liberarse de la cultura romana, había quedado atrapada en el mundo romano y en el mundo europeo que hoy en día tiene muy poco interés en el catolicismo, cada vez menos”.

En Europa, acotó, impera “un pensamiento filosófico tremendamente secularizado, materialista, muy pesimista sobre el futuro de la humanidad, un pensamiento filosófico casi irónico en alguna forma, de desánimo, de desentusiasmo sobre el futuro del ser humano”, explicó de Roux.

En cambio, destacó, el pensamiento latinoamericano “es un pensamiento de entusiasmo, de muchas dificultades, por supuesto, pero es un temperamento de creación, de palante es palla (optimismo), y aquí se ha generado todo ese pensamiento de que un nuevo mundo es posible y dentro de ese nuevo mundo hay esperanza, con todas y sus dificultades, pero Europa en cambio ha perdido eso”.

El teólogo Carlos Ayala, director de la radio YSUCA, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, de los jesuitas, en El Salvador, coincide. “Hay cierto modo de empatía con ese modo de entender la fe, de entender la teología, de enseñar sobre todo orientado a iluminar las realidades cotidianas”, indicó Ayala.

Este papa, explicó el doctor en sociología de la Universidad de Santiago, en Chile, Cristián Parker, “es más pastoral, que es el que va detrás de las ovejas. El teólogo es más bien el que dicta cátedra, está con los libros, el que trabaja intelectualmente, en cambio el pastor es el que está metido con la gente”.

“No es sólo que el papa sea sencillo, austero, sino que el papa se acerca a los pobres con una actitud distinta, con una actitud de una iglesia que quiere servir a los pobres… Hay una nueva perspectiva que el papa le está dando a la iglesia universal a través de lo que ha recogido de la iglesia latinoamericana”, insistió Parker.

José Montenegro, un jubilado de 73 años en Quito, cree que para Latinoamérica es importante tener un papa de la región.

“Conoce nuestra idiosincrasia, sabe de nuestros sufrimientos y de nuestras alegrías”, dijo Montenegro. “Habla nuestro idioma, es un papa de nuestra tierra”.