Papa visita Brasil, fortalecerá Iglesia en América Latina

Francisco, de 76 años y el primer Papa no europeo en 13 siglos, ofrecerá una gigantesca misa en la playa de Copacabana de Río de Janeiro pero también subirá los morros para visitar una favela, conversará con jóvenes reclusos y visitará un centro de rehabilitación de drogadictos

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Agencia Reuters

2013-07-18 2:00:00

El Papa Francisco aterrizará el lunes en Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud, una maratón de misas y festejos con los que buscará energizar a la Iglesia católica en América Latina.

En el primer viaje desde su elección en marzo como líder de 1.195 millones de católicos, el argentino Jorge Bergoglio necesita pasar la página de una interminable ola de escándalos que desmoralizaron a su rebaño.

Y América Latina, la reserva espiritual del catolicismo con cuatro de cada 10 fieles del planeta, es el lugar ideal para una demostración de fuerza.

Los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud esperan que unos 2 millones de jóvenes lleguen a Río de Janeiro para ver de cerca al primer Papa latinoamericano, popular por su estilo humilde y descontraído.

Muchos viajarán durante días en autobús desde Lima, Santiago o Buenos Aires. Otros volarán de España, Alemania o Australia.

Francisco, de 76 años y el primer Papa no europeo en 13 siglos, ofrecerá una gigantesca misa en la playa de Copacabana de Río de Janeiro pero también subirá los morros para visitar una favela, conversará con jóvenes reclusos y visitará un centro de rehabilitación de drogadictos.

“El Papa no viene como turista, viene como pastor”, dijo a Reuters el cardenal brasileño Raymundo Damasceno, el arzobispo del santuario de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil, que Francisco también visitará.

“Su mensaje tocará los problemas vividos por el pueblo e intentará iluminar los desafíos que la sociedad y la Iglesia tienen por delante en América Latina”, explicó.

¿Y cuáles son los mayores desafíos de la región? Según Damasceno son la pobreza, la desigualdad social y la corrupción.

Algunos de esos mismos problemas estuvieron en la raíz de una ola de protestas que sacaron a más de un millón de brasileños a las calles apenas unas semanas antes de la visita del Papa.

“El Papa Francisco no tiene la culpa de los pecados de los funcionarios del Gobierno brasileño”, dijo el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, esta semana.

El propio Vaticano ha restado importancia a las preocupaciones sobre la seguridad.

Francisco tiene previsto trasladarse por la ciudad en un jeep abierto, no en los vehículos blindados usados desde que un hombre disparó e hirió al Papa Juan Pablo II en 1981.

“Creemos que todos entenderán que el mensaje del Papa es el de la solidaridad y la convivencia pacífica”, dijo el padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, esta semana.

De todas maneras, están siendo desplegados unos 22.000 soldados, policías y otros funcionarios de seguridad.

Espectáculo superficial

La XXIII Jornada Mundial de la Juventud del 22 al 28 de julio pondrá a prueba el carisma del Papa Francisco para liderar una institución machacada por los escándalos sexuales, ilícitos financieros e intrigas palaciegas.

Algunos creen sin embargo que el festival inventado hace 30 años por Juan Pablo II es simplemente un show.

“La Jornada es un espectáculo para decirle al mundo que la Iglesia todavía existe y está viva”, dijo a Reuters el teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores del movimiento progresista Teología de la Liberación.

“Un espectáculo para los ojos, superficial y de contenido muy pobre. El impacto no será sobre los jóvenes, sino sobre la opinión pública”, añadió.

Boff, un ex fraile franciscano, es un símbolo de la rigidez doctrinaria de la Iglesia durante las últimas tres décadas y media. Juan Pablo II lo censuró repetidamente por su visión de una Iglesia comprometida con las luchas sociales en América Latina y él eventualmente colgó la sotana.

Pero dos décadas más tarde, la elección de Francisco, un jesuita más tolerante y conciliador, lo animó.

“Mis expectativas son grandes”, dijo Boff, de 74 años. “Su figura paterna, cariñosa, pastoral y menos doctrinaria conquistará el ánimo de los fieles y hará que muchos olviden la crisis que desmoralizó a la institución de una forma profunda y vergonzosa”, sostuvo.

Mas importante que el mundial

No es casualidad que el primer viaje del Papa sea a Brasil: con 163 millones de bautizados es la nación con más católicos del mundo.

Pero la mayor economía de América Latina encarna también algunos de los desafíos que esperan a Francisco: una persistente desigualdad social, una creciente secularización y un agresivo avance de los evangélicos.

Los obispos brasileños vieron alarmados cómo la proporción de católicos del país cayó de un 73,6 a 64,6 por ciento en la última década, mientras que los evangélicos crecían de 15,4 a 22,2 por ciento.

En contraste, con los templos pentecostales desbordados de fieles cualquier día de la semana, la voz del cura retumbaba en una tarde reciente en la Iglesia del Calvario de São Paulo, casi vacía.

“Tal vez la visita del Papa sea útil para fortalecer una institución que está debilitada incluso en el mayor país católico del mundo”, dijo la estudiante de derecho Amanda Martins, de 21 años, una de las 40 personas que ocupaban las primeras filas de bancos de la enorme iglesia.

“Este nuevo Papa es más humilde, la gente lo siente más cercano”, expresó.

La religión católica desembarcó en América Latina hace cinco siglos con los conquistadores europeos y hoy la región tiene 501 millones de fieles o un 42 por ciento de los fieles del planeta, según el Anuario Estadístico de la Iglesia.

Su potencial de evangelización llevó a Juan Pablo II a describir a la región como “el continente de la esperanza”.

Los jóvenes que participen en la Jornada Mundial de la Juventud recibirán un “Kit Peregrino” que incluye una camiseta de colores con la imagen del Cristo Redentor, un crucifijo y hasta un “libro sorpresa”.

Y Rogério de Lima Mendes, el párroco de la iglesia del Calvario en São Paulo, espera que sea una fiesta.

“La Jornada es tan o más importante que la Copa Mundial del 2014”, dijo el cura de 39 años, jugando con su iPhone sobre la mesa. “Ciertamente la Copa no va a movilizar a dos millones de jóvenes”.