“En el circo hay momentos difíciles, pero ser feliz le cambia a uno la actitud con la que afronta los problemas”

Javier Ulises Llopart dejó sus estudios de filosofía para dedicarse por completo a trabajar en el circo. Esta es su historia.

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En el circo hay momentos difíciles, pero ser feliz le cambia a uno la actitud con la que afronta los problemas

Por Sara Sánchez

2014-12-16 10:30:00

El Día del Artista Circense se celebra cada 16 de diciembre. Fue aprobado por decreto legislativo el 17 de noviembre de 1974.

 

El circo es mucho más que adquirir una entrada para disfrutar un espectáculo, es una experiencia única, un atrapasueños gigante que abre una puerta a la fantasía, construido bajo un mundo de ilusión.

Uno de los forjadores de estas ilusiones es Javier Ulises Llopart Vásquez, originanario de San Salvador, comenzó a aprender el malabarismo a los 22 años, pero fue hasta este año, a sus 28 de vida, que tuvo la oportunidad de presentarse en la pista del circo nacional Wonder Boys de los hermanos Osorto, su primera familia.

Actualmente trabaja para el Internacional Holiday Circus de los hermanos Suarez de México, con quienes se encuentra de gira por Centroamérica y varios países de Latinoamérica.

Comenzar esta aventura para él no fue fácil, antes de descubrir su verdadera vocación, Javier libró una batalla interna: “Tras sentirme frustrado al dejar mis estudios de filosofía, en la Universidad de El Salvador a la mitad de carrera pensé que mientras hiciera algo que me gustara lo lograría y podría llegar hasta donde yo me limitara”. Siguiendo su sueño decidió en compañía de un amigo y mochila en la espalda emprender el viaje que lo llevó a Nicaragua y Costa Rica, lugares donde aprendió sus primeros malabares. “Intentaron enseñarme malabares con tres pelotas pero me sentí inútil para eso”, confesó.

Pero la disciplina, la perseverancia y la convicción hicieron que Javier adquiriera conocimientos en todos lados dónde se le presentaba la oportunidad. Colegas, videos, Internet, libros, experiencias y la práctica constante ayudaron a Javier Llopart a formarse. “Nada debe limitarnos y eso era lo único que tenía claro”.

Muchos sabemos lo que existe atrás de la vida circense; más allá de lo lógico existe esperanza, emoción, disciplina, pasión, alma, amor, público y en especial sacrificio de cada una de las personas que deciden entregarse a este arte.

Y justamente eso lo tenía muy claro Javier, el sacrificio que esto implica. “Se extraña todo, mis amigos en primer lugar, aunque están felices de que ahora esté trabajando en un circo internacional donde me estoy superando. También extraño mi casa y a mi familia”.

¿Y el amor? “Aunque por el momento tengo una relación dentro del circo, todavía no tengo hijos, cosa que no está dentro de mis planes a corto plazo. Pero extraño la compañía de mis amigos, jugar con mi ahijado y con mi sobrino que casi cumple 4 años”.

¿Se puede vivir de esto, como artista?: “No es fácil pero si se puede y mientras uno busque superarse y sobresalir las posibilidades de obtener un mejor ingreso van creciendo, es claro que cuando uno decide dedicarse a las artes deja de lado la idea de ser millonario pero quien sabe, el fundador del Circo del Sol empezó de cero”.

Entre sus destrezas figuran el malabarismo y la magia, pero él sigue en constante aprendizaje para llegar a ser el artista integral. Entre sus metas está latente el deseo de participar en un festival de circo en Europa.

En sus proyectos visualiza crear un espectáculo individual que tenga por lo menos una hora de duración que incluyan un mínimo de 5 disciplinas circenses. Y su sueño es: “que mis hijos puedan crecer en un ambiente creativo que solo la vida artística brinda”.

Pese a lo que algunos imaginen que la vida circense es sufrida y triste, la verdad es que para él la vida en el circo es alegre, “quizás hay momentos difíciles, pero ser feliz le cambia a uno la actitud con la que afronta los problemas de la vida”

“Cuando uno realiza todo lo que le gusta está atendiendo el llamado de ‘ser’, que es simplemente vocación, todo lo demás es aprendizaje, desafíos y victorias”, enfatiza Ulises.

En cuanto al apoyo recibido él explica: “De parte del gobierno, creo que lo único es la exoneración del impuesto de la renta para todos los artistas. Con respecto al público salvadoreño me he dado cuenta que hay cierto malinchismo, hablan mal del circo nacional y muchas veces subestiman el espectáculo de este. A la gente le duele apoyar a los circos locales, incluso les duele pagar más de 2 dólares por entrar a ver el espectáculo que en ocasiones desconocen y no le dan la oportunidad, eso desanima como artista”.

¿Qué cambiaría de la vida circense? “Fechas de vacaciones. La rutina del circo exige constante preparación y trabajar los fines de semana y días festivos presentando función.

Sus satisfacciones principales son lograr mayor dominio sobre sus malabares en el ensayo, el aplauso espontaneo del público cuando realiza un truco difícil y las sonrisas y caras de asombro de los niños cuando plasma su presentación??? Público y artista en sintonía, eso es mágico.

Como reflexión Javier expresa: “la vida del circo no es fácil; pero como todo requiere de esfuerzo. Yo amo el circo, en especial hacer malabares y espero hacerlo por mucho tiempo??? para seguir siendo feliz”.