Dietas en comienzos de año: gran peligro y cero efectividad

Las dietas restrictivas y que prometen una pérdida de peso rápido no son seguras: no cumplen con los requerimientos nutricionales, alteran el metabolismo y le hacen daño al organismo

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elsalvador.com

Por Agencias

2013-01-14 6:00:00

Tras las celebraciones de fin de año son muchos los que han sumado kilos a su peso corporal e inician el mes de enero con una dieta. Sin embargo, perder peso de forma eficaz y mantenerlo en el tiempo no es algo que se puede lograr en un abrir y cerrar de ojos. De acuerdo con Maritza Landaeta Jiménez, doctora venezolana y máster en planificación alimentaria nutricional, para perder peso lo primero que hay que hacer es modificar los hábitos de alimentación y actividad física.

Existe una variedad de dietas que se han popularizado a través de los años. Algunas proponen un menú estricto, otras restringen ciertos grupos de alimentos y unas prometen una pérdida de peso rápido. Según la doctora Landaeta, los cambios conseguidos con estas dietas no se sostienen por largo tiempo porque la persona no incorpora hábitos de alimentación adecuados, sino cambios transitorios para lograr bajar de peso rápidamente. Por eso, antes de lanzarse de lleno con una dieta restrictiva, es fundamental visitar al médico o nutricionista para que le ayude a elaborar un plan de alimentación que se adapte a sus necesidades individuales.

Buenos hábitos de alimentación y actividad física

Según la doctora Landaeta, para las personas que quieren bajar de peso y aquellos que están sanos y sencillamente desean mantener su peso actual, lo recomendado es un plan de alimentación equilibrado y variado, según los requerimientos nutricionales individuales. El plan tiene que incluir todos los grupos de alimentos distribuidos en forma equilibrada (50-60% carbohidratos, 15-20% proteínas y 25-30% grasas).

No hay alimentos buenos o malos, solo dietas mal balanceadas. Cada uno de los alimentos que integran los diferentes grupos tiene una composición química y funcionan como un vehículo de nutrientes. Por esta razón, es de suma importancia que todos estén presentes en la alimentación diaria. Por ejemplo, las frutas son excelentes fuentes de vitaminas y antioxidantes, las carnes y lácteos de minerales y proteínas, y los cereales y tubérculos son fuentes de vitaminas y fibra. Incluso la grasa y el azúcar son importantes para el buen funcionamiento del cuerpo. El secreto está en la moderación.

Además, dentro de una alimentación balanceada es esencial mantener una correcta hidratación. El agua representa alrededor del 60% del peso corporal y participa en diferentes procesos como la digestión, respiración, absorción y excreción, ayuda a eliminar toxinas del cuerpo y mantiene la temperatura corporal. El requerimiento de agua depende del peso corporal de la persona, la cantidad de actividad física que realiza y varía en diferentes etapas del ciclo de vida. En general, la ingesta diaria para individuos sanos de 19 años o más es de 3.7 litros para hombres y 2.7 litros para mujeres.

Un porcentaje importante de la hidratación diaria se repone mediante el consumo de líquidos como agua, jugos, leche, gaseosas, café, té, chocolate, entre otros. El otro porcentaje proviene de los alimentos sólidos, tales como las frutas y vegetales. Sin embargo, si la meta es perder peso, procure consumir agua, gaseosas dietéticas o jugos, sin adición de azúcar o con edulcorantes no calóricos porque permiten disfrutar del sabor dulce sin aportar calorías.

La experta añade que para perder peso es indispensable realizar actividad física de intensidad moderada al menos 30 minutos, 5 veces a la semana. Si la actividad física se realiza según los criterios establecidos por el médico y se mantiene una alimentación balanceada, la persona podría perder entre 200 y 300 calorías por día, por lo que en un mes o 45 días posiblemente podría librarse de los 2 kilos que en promedio se ganan en temporada de fiestas.

Dietas rápidas, restrictivas e inseguras

De acuerdo con la especialista, las dietas que proponen perder peso de manera rápida no son seguras, primero porque no cumplen con los requerimientos nutricionales y segundo porque le hacen daño al organismo. Al hacer estas dietas se baja de peso velozmente debido a la pérdida de agua corporal (producen deshidratación brusca) y el cuerpo, al no tener suficiente energía para trabajar, comienza a utilizar el músculo. Su principal problema es que favorecen una recuperación muy rápida del peso perdido conocido como efecto “rebote”.

Según la doctora Landaeta, nuestro organismo no sabe que estamos haciendo dieta, simplemente está sufriendo una situación restrictiva y busca optimizar sus funciones en pro de la supervivencia, lo cual logra a través de ajustes metabólicos y hormonales. Una alimentación restrictiva es calificada como una agresión al organismo, pues este debe cambiar su forma de trabajar para poder enfrentar los cambios. Ante la falta de energía el organismo reacciona compensando con un aumento de la energía de las proteínas del cuerpo, es decir consume o gasta músculo y posteriormente almacena la energía en forma de grasas, haciendo más “eficiente” el uso de la energía. Al finalizar la dieta restrictiva tenemos menos músculo para trabajar y un metabolismo lento, lo que permite ahorrar fácilmente la energía en forma de grasa.

Además, las dietas que restringen algún grupo de alimento, generalmente las bajas en carbohidratos, proteínas o grasas, tienen como consecuencia un déficit en el consumo de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.

Algunas dietas restrictivas no recomendadas son:

Dietas cetogénicas: pocos carbohidratos y muchas proteínas y grasas. Comprometen el sustrato energético del cerebro, provocando serios trastornos renales y hepáticos que lesionan la salud.

Dieta líquida: limita el aporte calórico, vitaminas, minerales y fibra.

Dietas que excluyen algún nutriente: generan desequilibrios hormonales y metabólicos.

Dietas de alimentos específicos como el pepino o atún: restringen el consumo de otros nutrientes presentes en los grupos de alimentos energéticos y provocan alteraciones en el metabolismo.

Estos tipos de dietas no se recomiendan, pues como se ha señalado, son riesgosas para la salud.

La nutrición es un fenómeno complejo, producto de la alimentación, de factores genéticos y de otras influencias físicas, biológicas y psíquicas. Por lo tanto, alimentarse con todos los grupos en las proporciones adecuadas es fundamental para garantizar el aporte de nutrientes indispensables y para lograr una estilo de vida saludable, concluye la experta.