Mexicana presenta una Caperucita Roja contemporánea

La escritora Ana Clavel nos ofrece una versión muy propia del clásico personaje de los cuentos de los hermanos Grimm.

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elsalvador.com

Por Agencia AP

2015-09-15 12:01:00

Una Caperucita con algunos rasgos de lobo, lobos que no son tan salvajes y bosques emocionales son los elementos de la más reciente novela corta de la escritora mexicana Ana Clavel, “El amor es hambre”.

“Se me antojaba que esta Caperucita de pronto fuera capaz de comerse a un ser amado”, dijo Clavel en entrevista con The Associated Press en la Ciudad de México. “Devorar al otro podría ser un acto de amor”.

Su historia se le presentó a partir de los cuentos de los hermanos Grimm, la novela “¡Ponte, mesita!” de Anne Serre y “Bestiario de amor” de Jean Rostand rondado su memoria.

“La propuesta es trabajar una Caperucita Roja contemporánea”, apuntó Clavel, quien en el libro de ensayos “Territorio Lolita”, próximo a publicarse, propone que Caperucita es una hermana menor de la Lolita de Nabokov. “A mí se me antojaba que tuviera más el corazón de lobo que tal vez el propio lobo, pero al ir explorando con ella la enramada me di cuenta que no podía ser yo tan categórica ni adjudicarle corazón de Caperucita o de lobo, sino más bien este asunto de que en su corazón habita un bosque”.

Artemisa, la Caperucita de Clavel, queda huérfana cuando es niña y crece con un amigo de su padre por el que siente atracción. Siendo adulta recuenta su historia a partir del placer, que conoce desde muy pequeña, y de cómo va encontrando lobos en su camino.

“Eso no quiere decir que no tenga sus momentos de infelicidad”, dice Clavel. “Es un ser muy autónomo y seguro de sí mismo, pero eso no implica que siempre se salga con la suya, ella trata sí, como buena diosa de los bosques, de imponer su voluntad pero a veces no solamente depende de ella”.

Por su parte los lobos son “súper desvalidos como cualquier lobezno”, dijo Clavel, aunque sí buscan ir sobre su propio deseo e imponerlo a los otros.

Pero el lobo mayor, el tutor de Artemisa, al que ella busca en otros hombres, es mucho más mesurado, la seduce y se deja seducir. El personaje hace eco con Julián Mercader, el protagonista de la novela de Clavel “Las violetas son flores del deseo”, que siente un deseo sexual por su hija adolescente.

“El peso de esa historia recae sobre el padre y acá no, acá es la mirada, el deseo de la pequeña y después cuando crece”, dijo Clavel. “En el caso de ‘Las violetas’ fue ir bordeando un abismo al explorar ese deseo tan tabú y al enfrentar el tema del incesto de manera clara. Acá en esta historia que yo siempre percibí como una variante de un cuento de hadas, muy subversivo por supuesto, yo sentía que no me podía permitir manejarlo de la misma manera cruenta y terrible como en ‘Las violetas'”.

La autora propone diversas versiones para momentos clave de la historia de Artemisa, como cuando la relación que tiene con su tutor es descubierta por su esposa.

“Ahí es donde yo digo que está la enramada, ahí es donde yo digo que se da un bosque de sombras ya no tan definidas. Lo que finalmente ella rescata, es lo que ella se está contando y está reelaborando, casi como un cuento de hadas, para su propia imaginación y su propio deseo”.

En el bosque de Artemisa el hambre y el amor son iguales y con los años se convierte en chef. El libro incluye menciones a platillos como el legendario “La almohada de la bella Aurora” de Jean Anthelme Brillat-Savarin.

Para Clavel el tema de la comida “está en la entraña del cuento mismo, es una posibilidad cuando tú tienes al lobo diciéndole ‘son para comerte mejor’ cuando Caperucita le pregunta por qué tiene los dientes tan grandes”.