Cusco, una escala de altura en Perú

[ Patrimonio cultural] Cusco, capital del otrora imperio Inca, se yergue como un tesoro colonial y precolombino. Las piedras de sus templos católicos y de los otrora templos incaicos revelan historias dignas de no ser olvidadas. Este ciudad grita: "No te vayas".

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elsalvador.com

Por Texto y Fotos: Lilian Martínez

2014-12-18 12:00:00

PERÚ. No importa cuántas ciudades coloniales se haya visitado antes. Tampoco importa si se es docto o no en la cultura y la arquitectura precolombinas.

Cusco, “el centro del mundo”, según quienes le dieron ese nombre, deja boquiabierto y absorto a quien la visita. Lo primero que llama la atención son los balcones labrados que rematan la pared exterior del segundo piso de la mayoría de edificaciones; las mejor conservadas sirven como hoteles, tiendas de artesanías y restaurantes.

El primer sitio a visitar en el casco antiguo de la ciudad es la Plaza de Armas. Rodeada por tres templos entre los que destaca la Catedral y tres conjuntos de edificios con arcos en la primera planta y balcones en la segunda.

Al caminar en el pasillo junto a los arcos, amables cusqueños pueden ofrecerle el menú de un restaurante y, al verlo indeciso, tentarlo aún más: “Tenemos el menú para turista a 20 soles ($6.75)”.

La oferta puede resultar atractiva y aceptarla satisfactoriamente, pues incluye una sopa y un plato fuerte. Es bien sabido que la cocina peruana es de las mejores del mundo y en Cusco saben defender esa fama. Además de la comida, para beber se puede elegir entre limonada o un mate de coca.

En este caso no se trata de una infusión, sino de mate, porque las hojas nadan en el agua caliente dejando en ella sus propiedades reanimantes y sabor amargo. Por cierto, al menos en el hotel San Agustín Internacional, ubicado en la calle del mismo nombre, los huéspedes pueden beber cuanta infusión de hoja de coca deseen, pues está a su disposición en una cafetera de 300 tazas a toda hora.

Esta bebida es recomendada por los cusqueños para lidiar con el mal de altura, conocido aquí como Soroche. Cusco está ubicada a 3,400 metros sobre el nivel del mar, lo que para el no cusqueño se traduce en dolor de cabeza, náuseas, palpitaciones y debilidad. Estos síntomas son combatidos, a veces sin mucho éxito, con las infusiones y el mate de coca. En las tiendas incluso se consiguen dulces a base de la hoja. Cuando esto falla no queda más remedio que ir a la farmacia y comprar unas cápsulas a base de ácido acetilsalicílico (325 miligramos), salófeno (160 mg) y cafeína (15 mg) que el dependiente recomienda tomar cada ocho horas.

Cusco ofrece diez museos, más de 20 iglesias coloniales y varios sitios arqueológicos que muestran lo avanzada que estaba la civilización Inca, el imperio Inca, mucho antes del arribo de los conquistadores.

Si usted gusta del arte colonial, deberá visitar los museos y los templos católicos. Según los lugareños, estos últimos fueron construidos donde hubo centros de adoración a los dioses incas. Para la construcción de esas iglesias, agregan, los españoles usaron piedras de los templos incaicos ubicados en el perímetro exterior de la ciudad.

José Luis Torres Peralta es uno de los guías que el visitante se encuentra cuando llega a unos de estos sitios arqueológicos: Saqsayhuamán. Él se ofrece para explicar el significado de lo que está a la vista ahí y en otros tres sitios arqueológicos de Cusco: Tambomachay, Pukapukara y Q’enpo. Este cuarteto puede ser visitado tras comprar un boleto que cuesta 70 soles (43 dólares) a la entrada de cualquiera de estos sitios.

El visitante podrá conocer a vuelo de pájaro estos tesoros cusqueños si dispone de al menos tres horas libres antes de abandonar la ciudad. Ese fue nuestro caso. Torres Peralta es buen observador y se da cuenta de que la extranjera que escribe estas líneas camina con dificultad.

Con la amabilidad que caracteriza a los cusqueños, busca hojas de menta y se las ofrece. “Huélalas que eso la va a reanimar”, promete.

“Los incas la utilizaban para conservar la papa hasta seis meses como si estuviera recién cosechada”, asegura.

La hoja de menta surte efecto. “Para esto también sirve la hoja de coca”, dice la turista con la intención de confirmar esa información. “Sí, pero esa no se la recomiendo… Es muy amarga”, asegura el guía.

En Saqsayhuamán, él aclara que la estructura que se observa no era una fortaleza sino un templo. Desde aquí se tiene una vista panorámica de Cusco difícil de desdeñar.

Torres Peralta, cusqueño a simple vista, lamenta tener apellidos españoles. Como guía le gusta refutar lo que comúnmente se afirma de los sitios arqueológicos de Cusco.

En Tambomachay, sitio conocido como “los baños del Inca”, afirma: “Eso de baños del Inca es solamente una especulación”. Según él, este era un sitio para llevar a cabo ceremonias donde se adoraba al agua. Con tres fuentes a su espalda afirma: “Esta agua es un manantial, no se sabe de dónde proviene (…) Una de las cervezas más ricas (…) la cerveza Cusqueña se hacía con esta agüita”. Según él, un alcalde cusqueño expresó que iba a cobrar un 5 % por utilizarla, por lo que ahora el agua solo la utiliza la comunidad vecina.