Huella cerebral, el sistema de seguridad futuro

El reconocimiento se basa en la memoria semántica de cada uno, es decir en su conocimiento conceptual general

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elsalvador.com

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2014-12-03 12:00:00

Los documentos de identificación, las llaves para entrar en la oficina e incluso las engorrosas claves para registrarse en Internet podrían desaparecer en menos de una década.

“Sitúese frente a la puerta”, sugiere una voz pregrabada de mujer. “Por favor, espere a que el ordenador escanee su cerebro”, añade la voz de un sistema ideado en San Sebastián que permite reconocer a las personas leyendo las características únicas de su actividad cerebral.

El sistema, creado por el Basque Center for Cognition, Brain and Language (BCBL), podría ser la forma de abrir la puerta del hogar en el futuro.

Sus creadores dicen que se podría realizar una identificación sin posibilidad de error, sin riesgo de robo de identidad y a prueba de coacciones externas.

El investigador del centro vasco Blair Armstrong trabaja en la ciencia básica que puede hacer posible este sistema de identificación en colaboración con la profesora Sarah Laszlo en la State University de Nueva York.

Al igual que la nueva generación de ‘smartphones’ emplea las huellas dactilares como sistema de acceso a los teléfonos, esta investigación busca definir la huella cerebral y se basa para ello en la memoria semántica de cada persona, que de acuerdo con Armstrong es la que hace referencia a nuestro conocimiento conceptual general.

“En cierto sentido, es como una “media” de nuestras experiencias pasadas, elaborada a lo largo del tiempo y almacenada en nuestros sistemas de memoria a largo plazo”, explica el científico.

Sin embargo, aclara, que las experiencias de cada persona son siempre únicas en cierta medida; de ahí que su estudio sugiere que existen marcadores (cerebrales) identificables de esa singularidad. Esa es la huella cerebral de cada individuo.

El investigador explica que el significado que se otorga a cada palabra es diferente en las personas. “Si decimos abeja todos pensamos en un insecto, pero la memoria semántica que viene dada por nuestra experiencia nos sugiere distintos significados, y abeja no será lo mismo para un alérgico, que para un apicultor o para quienes vieron los dibujos de la abeja Maya”, detalló Blair Armstrong.

“La gente piensa que su conocimiento general respecto al mundo es bastante similar, pero en realidad nuestra visión del mundo es individual, como para identificar sin posibilidad de error a cada persona”, indicó.

Un sistema seguro

El investigador ha construido un sistema que automatiza la identificación de los patrones cerebrales por medio de un algoritmo y es capaz de reconocer ya a cada persona en un 94 % de las ocasiones.

Sin duda la seguridad es muy importante en nuestras vidas. Por ejemplo, nos gustaría asegurarnos de que si alguien nos roba el smartphone, esa persona no pueda acceder a los datos en él almacenados.

“La huella cerebral es una solución posible en este sentido, por varias razones. Esta huella, a diferencia de la dactilar, no la vamos dejando por todas partes ni es fácil de copiar. Asimismo, la huella cerebral no es algo que alguien pueda ‘robarnos’ sin que nos enteremos”, explica Armstrong.

Por otra parte, se sabe que la actividad eléctrica generada por el cerebro cambia si se está muy estresado. Por eso, un trabajo futuro establecerá si el sistema puede ser “seguro”, en el sentido de que si un individuo está siendo forzado a usar su huella cerebral, el sistema pueda detectar ese estado.

Quizá la aplicación más inmediata en este sentido se daría en lugares que requieran una alta seguridad, como los bancos, pero esta herramienta, en principio, podría ser utilizada en otras situaciones.

Armstrong, quien ya ha publicado sus trabajos en la revista científica “Cognitive Science Society”, prevé que, dado el grado de desarrollo en electroencefalografía, en dos o tres años existirán pequeños equipos pilotos de identificación por huella cerebral.

“Hasta ahora, hemos trabajado usando equipo de laboratorio muy sensitivo, y en entornos experimentales altamente controlados. En trabajos futuros, necesitaremos ver cómo funciona el sistema en entornos del mundo real, y con equipos que puedan ser producidos a escala comercial rápidamente. Sin embargo, podría estar listo dentro de unos 10 años”, concluyó el científico. —AGENCIAS