“Izkaly” es una mirada íntima de Pachimalco

Su formación nació y crece en la Casa Taller de Encuentros

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elsalvador.com

Por Kevin Eduardo Salazar Twitter: @KevinESalazar

2014-11-27 12:00:00

Panchimalco guarda celosamente un edén artístico. Y en ese paraíso, el olor a grafito, borrador, óleo, acuarela y papel, envuelve a cuatro prodigiosos jóvenes que sueñan con “comerse al mundo”.

Llegaron a la Casa Taller Encuentro del artista Miguel Ángel Ramírez por iniciativa de parientes y amigos.

Hermanos, padres, abuelos y tíos, motivaron a Roberto de Jesús Chiquillo, Héctor Alfredo Andrés, Juan Carlos Cruz y José Luis Serrano, a trazarse un nuevo camino.

Todos iniciaron cuando estudiaban tercer ciclo de educación básica.

Al comienzo, su maestro los puso a dibujar bodegones y ayotes. El primer reto a superar.

“Al principio no sabía nada. No distinguía la composición, el uso de sombras, medidas. El ayote me salía malo… Eso me hizo retirarme por cuatro meses del taller”, recordó Roberto Chiquillo.

Cuando Roberto comenzó sus clases no le agradaron. Fueron sus padres quienes lo matricularon. Cada trazo que dibujaba le disgustaba. Pero al abandonar la Casa Taller, descubrió que la calle no le ofrecía nada.

Decidió regresar y perfeccionó sus garabatos en trazos. “Hoy el arte me ofrece otra forma de pensar”, enfatizó.

A diferencia de él, a Héctor Andrés ya le corría el grafito por las venas. “Yo no hacía nada en la calle. Mi hermana me motivó a ir a la Casa Taller del maestro (Ramírez) y mi vida cambió”, confesó Andrés.

El joven de 15 años aprovechó al máximo los conocimientos artísticos y se transformó, además, en un excelente alumno. “La materia de Lenguaje antes me parecía tediosa, pero al relacionar la poesía, el teatro y el cuento al dibujo, disfruté todo el contenido”, explicó.

Ahora, está listo para estudiar el bachillerato en 2015.

Juan Carlos Cruz, por otra parte, es un docente nato. Sus padres lo inscribieron para darle una oportunidad de crecimiento.

“Cada sábado me superaba más, porque me costaba ver la luz y la sombra. Para decirle que por tres meses pasé dibujando un ayote”, señaló.

Pero luego de superar aquel primer reto, Cruz hasta dio clases a todos los compañeros de su escuela. Impartió dibujo por todo un año, los miércoles, por media hora, en la jornada vespertina (de 3:30 a 4:00 p.m.). Les enseñó hacer bodegones, flores y rostros humanos.

“Llegamos a exhibirlos. Seleccionamos los mejores cuadros y empresarios que nos visitaron compraron nuestro trabajo. La mayoría se vendieron en $12 y $15”.

Satisfecho, Juan Carlos decidió invertir esas ganancias en yeso graso, lápices graduados y libretas de dibujo. Es un amante del animé y hoy busca imponer un estilo nuevo.

El cuarto de estos jóvenes talentos, José Luis Serrano, llegó al mundo del arte porque sus maestros lo pusieron a dibujar murales y carteles. Pero su pasión por las caricaturas japonesas como “Los Caballeros del Zodíaco”, “Dragón Ball Z”, “Digimon” e “Inuyasha”, entre otros, descubrieron su vena artística.

Los cuatros se han unido y expondrán desde este sábado 29 de noviembre, a las 4:00 de la tarde, en el Salón César Vallejo de la Casa Taller, un collage de rostros íntimos de Panchimalco. La muestra se titula “Izkalyu”, que significa rostros. Además, se proyectarán dos vídeos artísticos.

“Yo los he visto crecer en esta casa. Aunque no seamos una academia que pide el conocimiento global del arte y todas sus herramientas sean lo más básico, hemos arrancado y he aquí los frutos”, comentó emocionado el artista y su docente Miguel Ángel Ramírez.

Según el escultor, la Casa Taller abre las puertas a los niños y jóvenes para cambiar su realidad. “Quiero que sepan que el arte es una profesión y que existe un valor económico”.

Los cuatro tienen una misión clara: seguir aprendiendo del arte. En decisión unánime quieren sacar su licenciatura en Artes Plásticas, para devolverle a su municipio un aporte que ayude a otros. “Gracias al maestro por confiar en nosotros”, dijeron.