El adiós de la duquesa rebelde y extravagante

La Duquesa de Alba, de 88 años, falleció en el palacio de Dueñas. El funeral se celebró en el Altar del Jubileo, en Sevilla. Sus restos serán incinerados y divididos para su familia y hermandad

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elsalvador.com

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2014-11-21 12:00:00

La única espina que tenía Cayetana Fitz Stuart y Silva era no haber nacido en Sevilla, siendo esta la ciudad a la que le dedicó mucho de su tiempo en sus últimos años. La mujer más poderosa y rica de Europa murió a sus 88 años en el Palacio de Dueñas.

La 14 veces Grandes de España, era la jefa de la Casa de Alba y una destacada figura pública, pero por encima de todo, era todo un personaje irrepetible que no veía a nadie de forma indiferente. Cayetana, a quien cariñosamente llamaban “Tanuca”, nació en el Palacio de Lira, el 28 de marzo de 1926, pero siempre le gustó pisar la calle y desafiar los convencionalismos. Y lo siguió haciendo hasta el final de sus días.

Murió el 20 de noviembre en compañía de sus hijos y su tercer marido, Alfonso Díez.

Lo primero que hicieron los Alba fue anunciarle al Rey Felipe VI. Luego, la nación española y la comunidad internacional conocieron la noticia por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, quien dijo en su Twitter:

“Doña Cayetana siempre llevó a Sevilla en el corazón y por eso permanecerá para siempre en el corazón de Sevilla. Descanse en paz”.

Quien dio los detalles que los Alba estaban junto a ella fue su confesor, el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, quien reveló que “(Cayetana), ha muerto en paz, rodeada de todos sus hijos y acompañada del auxilio de Dios”. “Se ha ido apagando poco a poco. No ha sufrido”, ha añadido tras explicar que la aristócrata era consciente de que su tiempo se acababa cuando estaba ya en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

La familia (los seis hijos, nietos y actual marido) notificaron el traslado del cuerpo a la capilla ardiente del salón Colón del Ayuntamiento hispalense, donde las banderas ondean a media asta y ha sido decretado un día de luto por su muerte.

Más de 30,000 ciudadanos han pasado ya a por la capilla, durante el transcurso de la mañana de hoy se esperan más visitantes que le dirán adiós a la duquesa.

Hoy al mediodía se llevará a cabo el funeral. El cuerpo de María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia Francisca Fitz-James Stuart y de Silva será incinerado. Parte de las cenizas serán depositadas en una capilla lateral en la iglesia del Cristo de los Gitanos, a cuya hermandad pertenecía la duquesa, y el resto será colocado en el monumental panteón de la Casa Ducal de los Alba, en la localidad madrileña de Loeches.

Su vida fue un prolongado cortejo de pretendientes que agrupó a príncipes, intelectuales, artistas, aristócratas, banqueros y un funcionario. Picasso la quiso pintar desnuda, y algo había en ella de remembranza de la XIII duquesa de Alba, aquella que Goya bautizó como “La maja desnuda”.

A sus dos primeros maridos los enterró en el panteón familiar de los Alba en Loeches (Madrid). En 2011 decidió casarse por tercera vez, a sus 85 años, con el funcionario Alfonso Díez.

No obstante, pese a los formalismos de la sociedad, ella, por estatus social, por ser la aristócrata con más títulos de nobleza, se desmarcó con holgura de las composturas de su época.

La discordia de los Alba

Cayetana de Alba repartió la herencia de manera desigual entre sus seis hijos, todos ellos nacidos de su matrimonio con Luis Martínez de Irujo: Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia. Su nieto mayor y heredero al título de duque, Carlos Fitz-James Stuart recibió el palacio de Dueñas.

Su patrimonio es calculado de 3,700 millones de dólares.

La sepultura de la duquesa más poderosa ya tiene epitafio: “Aquí yace Cayetana, que vivió como sintió”.

—EDH/Agencias