Beneficios de los alimentos “funcionales”

Estos alimentos tienen acciones fisiológicas beneficiosas para el organismo y contribuyen a reducir el riesgo de contraer enfermedades crónicas, reafirman nuevos estudios La dieta mediterránea está basada en el consumo de yogur, cereales integrales, pescado, aceite de oliva, semillas, entre otros

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elsalvador.com

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2014-11-19 12:00:00

Los alimentos funcionales son aquellos que, más allá de su función nutritiva, tienen acciones fisiológicas beneficiosas para el organismo y contribuyen a reducir el riesgo de contraer enfermedades crónicas. Alimentos naturales y de diseño que se convierten en armas terapéuticas y en objetos de investigación.

Por ejemplo, la leche enriquecida con calcio o con ácido fólico, huevos con ácidos omega 3, cereales con fibras y minerales, sal yodada, etc. Son productos al alcance de la mano, en cualquier tienda de alimentación que potencie las cualidades saludables de alguno de sus componentes.

“Sobre la base nutricional de un alimento convencional se añade, modifica, sustituye o reduce algún nutriente o elemento que hace que este producto, que tiene una función nutritiva, organoléptica o gastronómica convencional, tenga una función en relación con alguna parte de nuestro organismo, un elemento diana muy preciso”, explica el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, Javier Aranceta.

Riqueza natural

Pero muchos de los alimentos considerados funcionales son naturales, sobre todo las frutas, verduras y hortalizas. “Pero también la dieta mediterránea sería funcional, porque hay evidencia científica de que mejora las funciones o procesos del organismo y tiene una acción positiva para la salud”, añade el especialista.

Así, el aceite de oliva, las aceitunas, el yogur, los frutos secos, los cereales integrales, el pescado o las frutas y verduras de la dieta mediterránea se pueden considerar alimentos funcionales en sí mismos.

Para que los alimentos funcionales contribuyan a potenciar la salud deben combinarse con un estilo de vida sano.

“Podríamos afirmar que en condiciones de normalidad, gestionando una dieta equilibrada, con alimentos tradicionales, no sería necesario incluir estos nuevos alimentos en la cesta de la compra”, afirma Aranceta.

No siempre conseguimos el equilibrio en nuestra dieta. Por eso hay situaciones reales en las que estos productos tienen justificada su función. El experto cita a personas que no comen determinados alimentos, como el pescado, porque no les gusta o porque les provoca alergia y necesitan obtener por otro lado los beneficios.

Los alimentos funcionales tienen que demostrar que esos beneficios que se les suponen son efectivos en la mayor parte de la población que lo consume en cantidades y frecuencias convencionales, dentro de un contexto de vida saludable.

Eficacia probada

Es el caso probado de, por ejemplo, las leches o yogures con calcio y con vitaminas A y D, los huevos con Omega 3 que ayudan a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular, las margarinas con fitosteroles que ayudan a disminuir la concentración de colesterol en sangre o el pan y cereales con fibra que mejoran la calidad de la flora intestinal.

Los alimentos funcionales pueden ser, especialmente, útiles en determinadas etapas de la vida, como la infancia y adolescencia, periodo de desarrollo que necesita un aporte adecuado de nutrientes.

Así, son alimentos importantes que proporcionan calcio, vitamina C o vitamina D para el desarrollo esquelético; ácido fólico para el desarrollo del tubo neuronal, antioxidantes, ácidos grasos omega 3, omega 6 y prebióticos para la función inmune, o hierro, zinc o yodo, además de ácidos omega 3 y 6 para el desarrollo cognitivo y psicomotor.

Si en las primeras etapas de la vida, los alimentos funcionales están más orientados a mejorar el estado de salud, en la edad adulta la ingesta de estos nutrientes puede contribuir a prevenir enfermedades con el control, por ejemplo, de la tensión arterial, el colesterol o el peso corporal.

Para combatir el mal del siglo, la obesidad

Para ayudar al control del sobrepeso y la obesidad, el mercado ofrece alimentos funcionales con determinados ingredientes como edulcorantes bajos en calorías en productos light.

Así como la fibra, alimentos modificados en su perfil graso, con acción termogénica como el ácido linolénico conjugado (CLA), probióticos e inhibidores de la absorción de azúcares.

La obesidad es solo un ejemplo del recorrido que pueden tener los alimentos funcionales en la salud.

” Cada vez vamos conociendo nuevos minerales y elementos de los que podemos tener más ayuda para la prevención y promoción de la salud. El alimento será visto como un arma terapéutica. Es posible, incluso, que en poco tiempo, nuevos alimentos sean utilizados como vacunas, al introducir nuevos antígenos capaces de inmunizar”, apuntó, esperanzado, el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria en la entrevista. —EFE