El cáncer tiene un propósito en la vida de cada persona

[ Marta Mendoza] Superó el cáncer de mama. Asegura que la dura experiencia le ha permitido ser una mejor persona y expresa que la fe en Dios es primordial.

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elsalvador.com

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2014-10-07 8:00:00

Cuando en febrero de 2010, la odontóloga Marta Mendoza recibió el diagnóstico de cáncer de mama, su primer pensamiento fue que iba a morir.

“Yo no me hacía un examen mensual, tenía 41 años y nunca me había hecho una mamografía o una ultra. En mi familia no hay antecedentes de cáncer ni siquiera en tres generaciones atrás, pero además había estado en controles porque mis hijos nacieron con 2 años de diferencia, estaba planificando, es decir estaba en control ginecológico”, explica.

Sin embargo sí sentía una bolita en el pecho izquierdo que comenzó a crecer, pero Marta tenía miedo. “Eso comenzó en noviembre de 2009 y continuó. Yo no quería consultar en ningún lado porque tenía miedo de que me dijeran que era algo malo, no pensé que entre más tarde sería peor. Yo sentía, me dolía, pero tenía miedo”, añade.

Una noche acostó a su hija, se levantó y descubrió una gota de sangre en su blusa. “Al notar eso fui donde mi esposo y le dije: ‘Ya me morí'”, recuerda.

Casualmente, tres meses antes Marta había conocido a la directora de la fundación Edificando Vidas, la llamó y le contó lo que sucedía. Ella le recomendó realizarse una mamografía y visitar a su oncóloga. Esta la refirió al Seguro Social donde recibió todo su tratamiento.

Todo fue rápido. Eso fue jueves, el viernes se hizo la mamografía y el lunes estaba en el Seguro Social. Ese mismo día le hicieron la biopsia y le dieron el diagnóstico una semana después. “Aquí tengo que enfatizar el amor y la calidad humana de la doctora. Ella me dijo: ‘Sí, es cáncer, Marta, pero estamos a tiempo, no se preocupe, usted tranquila que eso nada más es una parada en el camino’. Me explicó los tratamientos y cómo serían usados”, añade.

Un antes y un después

Lo primero fue la cirugía para eliminar el tumor debido a su tamaño, pero además el cirujano recomendó quitar toda la mama. A las tres semanas del diagnóstico la operaron, luego le dieron ocho quimioterapias y 25 radiaciones.

“Antes del cáncer uno siempre es una persona, después uno es completamente diferente. Cambia en todo sentido. Primero las prioridades, porque antes lo primero para mi era mi profesión y mi trabajo, pero cuando uno se da cuenta de que eso no es todo empieza a valorar a su familia, a su esposo, a sus padres, hermanos y amigos”, reflexiona.

Su esposo fue un gran apoyo, pues fue madre y padre de los niños mientras ella estaba en su tratamiento, pero también se ocupó de ella, al igual que su madre.

“El proceso emocional es duro porque uno piensa que ya se murió, que adónde lo van a enterrar… Que es el fin. En ese momento la verdad es que uno reacomoda todas las piezas en su vida y lo primero para mí fue mi relación con Dios, después con mi esposo e hijos”, cuenta.

Son experiencias duras y traumáticas, explica Marta, porque quedarse sin un seno o que se caiga el cabello es un trauma para una mujer. “Yo pasé un mes sin verme en el espejo porque no podía verme calva. Fue duro, pero ahora entiendo que eso era necesario y estaba dentro del plan perfecto de Dios para conocerlo y para que sanara interiormente. Porque en la vida de cada persona esta enfermedad tiene un propósito y no es algo malo ni un castigo”, expresa.

La vida es una antes y después del cáncer. Dios lo cambia a uno para bien, porque yo aprendí a ser un mejor ser humano totalmente.

Uno de los consejos de Marta para quienes viven ese momento es que perdonen, pidan perdón y sobre todo amen. No guardarse esas palabras que tiene para decírselas a su familia porque uno no es dueño del mañana. Lo otro es buscar ayuda.

Hasta la fecha todos los exámenes de Marta han salido normales. “Estoy cero cáncer. Voy para cuatro años de sobrevida”, dice satisfecha.

Mi mensaje para las que tienen 40 es que se hagan la mamografía, para las que tienen miedo, igual que yo lo tenía, vayan para que se den cuenta de que no hay nada. Para las que ya se descubrieron algo consulten para estar a tiempo con un tratamiento. Y la que ya está en el tratamiento, agárrese de Dios porque el nunca nos va a abandonar.

A los hombres les dice “que entiendan que las mujeres somos mucho más que un seno. A las mujeres les digo que estén tranquilas, ustedes no son un seno. Y si las han abandonado por el cáncer, les digo que se agarren de la mano de Dios y le agradezcan que les quitó un estorbo de sus vidas. Dios tiene algo mejor para ellas.

Dios nos ha enseñado a tener fe, paciencia, a creer en Él.