Las comedias de Maquiavelli: ordenar los deseos privados para ordenar la vida política

En ella, Maquiavelli declara que como no sabe como tratar con el comercio, le toca "razonar el Estado"

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por

2014-09-13 8:00:00

En abril del año 1513, Niccolò Maquiavelli escribió una carta a su amigo Francisco Vettori, el Magnífico Embajador ante el Sumo Pontífice. En ella, Maquiavelli declara que como no sabe como tratar con el comercio, le toca “razonar el Estado”, es decir, desempeñarse como hombre de la política.

Y así, durante toda su vida, como sabemos, fue inmerso en la política, aun durante su exilio. Y eso no solamente en sus tratados políticos más famosos, como El Príncipe o en sus Discursos sobre las Primeras Décadas de Tito Livio y demás escritos.

Maquiavelli era también dramaturgo cómico reconocido y famoso en la Florencia del Cinquecento, y sus comedias son presentadas todavía hoy, en los escenarios a nivel internacional—acerbitos e irónicos, cómicos y sarcásticos como son. Expresan siempre los mismos principios políticos que expuso en sus tratados, escritos, canciones y poemas. Sus ideas son de una sola tela continua: la república honrada es la mejor forma del gobierno. Pero requieren una construcción y reconstrucción, según los modelos presentados por sus ancestros, como Tito Livio.

Por otra parte, es una lástima la equivocación que nos enseñen a leer solamente El Príncipe como representativa de su pensamiento: este es un error histórico. Como dijo Alexander Pope, el poeta inglés del siglo XVIII, hay que beber hondamente en las aguas de sus obras, o no beber nada. Maquiavelli era republicano, y un humanista de la más alta calidad, por lo menos, para los que tienen ojos para leer, en el siglo XXI sus obras amplias y profundamente—especialmente sus Discursos sobre las Primeras Décadas de Tito Livio— son su obra maestra.

Pero regresando a sus mejores comedias—aunque no son los únicas—comedias presentadas en Florencia: Mandrágora (1519) y Clizia (1525) y que son populares, tan sofisticadas que siguen siendo presentadas con la alegría de vivir, hasta hoy, en todo el mundo.

Entonces, en la gran plétora de su producción literaria, Mandrágora y Clizia solamente son sus comedias más famosas—presentadas en el Cinquecento en los escenarios de su Florencia natal ante enormes audiencias. Maquiavelli era muy popular con sus conciudadanos y escribió muchas comedias, poemas y canciones que fueron muy apreciadas por espectadores, quienes reconocieron las ideas políticas presentadas “sin respeto” (sanza alcuno rispetto) con el objetivo de reconciliarnos con nosotros mismos por medio de castigar la inmoralidad de la moralidad personal desordenada, que representa el Estado en forma del hogar y familia, y que requiere el reestablecimiento de la respetabilidad en la forma de una familia/Estado feliz, que demanda clarificación y limpieza moral fuerte. (Sombras eternas de nuestra vida hoy).

Es que en una comedia pública, presentada ante una audiencia, permite reírse y hacer burla de los deseos privados que puedan, a la misma vez, reflejar ambiciones públicas ostensiblemente respetables. Eso lo hace Maquiavelli al presentar la domesticación cómica del adulterio como desviación política irónica en su comedia, con el resultado de que todos los protagonistas son traicionados, pero, a la misma vez, el orden de la familia y el Estado se salvan, irónica y sarcásticamente, por esta ambición ridícula de, por ejemplo, Nicias (en la comedia Mandrágora).

El nombre Nicias es prestado, por Maquiavelli, del General Nicias (estratego), cauteloso, quien debate con el flamante Alcibiades contra la expedición a Sicilia en La Guerra del Peloponeso de Tucidides—que la audiencia por seguro reconocerá sin ninguna duda. El nudo de la ambición del Nicias de Maquiavelli y su deseo personal desenfrenado, con que es dispuesto a jugar en los nidos más sucios de la ambición hasta los más ridículos y deshonestos, en contraposición con la humilde y religiosa honestidad del Nicias de Tucidides.

Así, como veremos, es el enredo con que se salva el Estado por medio de conseguir un hijo en la manera más cómica y lasciva. Es que en su familia no puede tener hijos. En eso, Maquiavelli nos presenta como los deseos privados, cumplidos de manera más ridícula, son aplicados al Estado para poner todo en una especie de orden en plena ironía histórica y actual, como veremos en la explicación de la obra.

Una diversión de esta clase es una lección seria, cruda y amarga, con que el dramaturgo busca complacer a su audiencia con medicinas eméticas fuertes, para enseñarlos mejor. Menos Horacio, más Juvenal.

Pero, ¿De qué se tratan estas comedias y cómo funcionan como resonancias en el cuerpo político, el Estado republicano? Veamos el accionar de la primera: la Mandrágora. La primera escena nos presenta a un anciano Nicias, quien desea a toda costa tener un hijo heredero. La esposa de Nicias es Lucrezia, señora con el nombre (reconocible inmediatamente por la audiencia) de la venerable matrona de la Historia de Roma por Tito Livio. Lucrezia, como sabrán, fue violada por Sextus Tarquinius, el tirano, y ella se suicida al contar el hecho a su esposo y familia.

Lucrezia es un nombre que iba ser conocido en la historia de la fundación de Roma, en que la violencia tiene que terminar en conformar Roma como una nación moral y ética. Pero el desenlace en el caso de la comedia—siguiendo el mismo modelo que ocupó con el préstamo de carácter de Tucidides—es muy distinta y así, cómica, pero pragmática y deshonesta. En lugar de suicidarse por haber sido forzada al adulterio, la Lucrezia de Maquiavelli termina con gozar de la vida con su hijo de otro hombre y su esposo, pensando que es suyo.

Bueno, comienza Mandrágora con los protagonistas, una pareja respetable Nicias y Lucrezia, quienes desean tener hijos—necesario para la herencia del Maestro Nicias y también para mantener el buen orden del Estado. Pero no han podido cumplir con este deseo y Nicias está dispuesto a traicionar a su esposa con tener recurso al uso de una droga que se llama Mandrágora—una raíz que se dice tiene la forma de un hombre, con dos piernas y que grita de dolor cuando se saca de la tierra. Esta yerba, supuestamente, garantiza el embarazo de la mujer que beba una infusión de la planta.

El único impedimento, cuenta el pícaro Callimacus, quien es enamorado de Lucrezia, es que, el primer hombre que tenga sexo con Lucrezia, después que ella toma la Mandrágora, va a morir. Pero después, en una segunda oportunidad sexual, ella quedará embarazada sin peligro al segundo hombre (que será, en este esquema, su esposo Nicias).

Ahora, se presenta el problema que Lucrezia es una esposa honesta y no está dispuesta a jugar este juego de ir a la cama con otro hombre y amenaza con suicidarse (como en Tito Livio). Pero en la versión de Maquiavelli, hasta el fraile, Timoteo, y su misma madre convencen a Lucrezia, con una parodia de argumentos para disuadir a Lucrezia del suicidio que está planificando.

El fraile argumenta que, según las enseñanzas de la Iglesia, la voluntad de una mujer en la situación de Lucrezia permanecerá casta, aun cuando su cuerpo será violado por el buen motivo de ayudar a su esposo a implantar un hijo después.

El candidato para el primer hombre—quien supuestamente va a morir, es el pícaro Callimaco. Además, Callimaco, al entrar a su cama disfrazado, declara que si ella lo niega como amante, él promulgará la desgracia de que ha ido a la cama con un hombre quien no es su esposo. Así las cosas para Lucrezia.

Entre líneas, con el nombre de Lucrezia, estamos ante la refundación de Roma como república libre de la tiranía de Sextus Tarquinius, como nos cuenta Tito Livio, autor famoso que presentó la formación de Roma como república. Maquiavelli había escrito extensivamente, en sus Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio, y la audiencia verá esta situación con una delicia lasciva y cómica para crear una república honrada.

La Lucrezia de Maquiavelli, entonces, sugiere la renovación saludable del cuerpo cívico y la renovación de Florencia, aunque la victoria sobre la castidad de Lucrezia requiere una conspiración de varias personas: Nicias, Callimaco, el fraile Timoteo y la madre misma de Lucrezia. También es, por supuesto, una sátira contra la Iglesia.

Lucrezia, eventualmente convencida por el religioso “piadoso” y por su madre, quien quiere salvar el matrimonio, se ponen de acuerdo con el juego y Lucrezia, consciente de beber la infusión de la Mandrágora. Así Lucrezia es manipulada, engañada y forzada a la cama con un desconocido (conocido pero disfrazado) por su esposo (quien no quiere ser el primero, según la leyenda, porque iba morir).

En la conspiración confeccionada, el primer hombre después de la infusión de la Mandrágora sería, según la conspiración, un “garzonaccio”, o, joven desechable, capturado para la ocasión (porque va a morir por ser el primero con Lucrezia. Esta “garzonaccio”, es el mismo pícaro Callimaco, disfrazado y enamorado de Lucrezia.

Este esquema funciona y Lucrezia queda embarazada y da luz a un hijo, que va a pasar por el hijo de Nicias. Pero la canción que nos presenta Maquiavelli, antes que el hecho sea cumplido, es un soneto dedicado a la “Estupidez”. Y eso porque Nicias, Calimaco, el fraile y la madre, por ambición juegan sucio por querer tener un heredero, quien pasará por ser el hijo del esposo Nicias, y Lucrezia es feliz porque cree que su acto será santificado por la Iglesia.

La última escena nos presenta a los protagonistas en procesión a la Iglesia para el bautismo del hijo recién nacido y Lucrezia, ahora feliz y animada, pide de su esposo, Nicias, una llave de su casa para dársela a Callimacus, quien ahora es disfrazado como médico, para que pueda entrar y cuidar a la madre y al hijo cuando quiera.

Maquiavelli es uno de los dramaturgos más ricos, más astutos y más sutiles, porque su mensaje es que los fines morales han sido remplazados por ironías en un mundo en que la moral es ambigua, precaria y peligrosa, pero pragmático en conseguir los fines propuestos, no importa como.

Los actores políticos de Maquiavelli (protagonistas en sus comedias) quedan desnudos y solos en su falta de moral, pero exitosos en ganar sus objetivos de conformar una república que funciona con familias, herederos, etc. Se nos presenta en pronunciamientos, como lo hace Tucídides y Tito Livio, las razones de alegorías políticas, las soluciones como lo del Mandrágora en el mundo real de la historia política de la República de Florencia.

Maquiavelli declara, en su Prólogo, que la función de sus comedias es como una emética diseñada a curar el cuerpo político enfermo de la corrupción cívica.

Como dice, también, en el prólogo a Clizia, su otra obra famosa, su objetivo en sus comedias es de “presentar un espejo privado de la vida y ofrecer ejemplos edificantes pero fuertes y deprimentes”, porque la situación política de su ciudad-Estado era tan fragmentada moralmente.

El triunfo de justicia es solamente aplacar o tapar la olla de los instrumentos de pasiones privadas: deseos ambiciosos con rasgos sexuales que cubren apetitos para riqueza, respetabilidad y seguridad a todo costo.

Su mensaje traduce los asuntos privados en el arte de la política, en desesperación de ambición en las comedias, con el afán de ordenar su gobierno y Estado. Así, Maquiavelli es un artista de la política fuerte, ya sea en sus tratados, su correspondencia o en sus comedias.

Termina su obra Clizia con una canción moral que podemos prestar para Mandrágora, ya que el tema y objetivo de las dos comedias es igual, que nos pueda animar:

“Ustedes que son almas bellas, quienes han escuchado

Tan atentamente y con mucha sobriedad a este ejemplo

Decente e humilde de este maestro sabio y noble de

Nuestra vida humana, y por medio de este,

Ha llegado a saber lo que uno debe evitar,

Que debe perseguir en nuestra vida humana

Para ascender directamente al cielo

Y quien, bajo una vela suave,

Tiene que escuchar mucho más que ahora,

Pero eso tomaría demasiado tiempo a decir.

Venga, oramos que ustedes tendrán aquella ganancia

Que merece su gran cortesía”.

FIN