No hay que dejarse vencer

[ Leiden Cáceres] es una de las miles de mujeres que han pasado por el trago amargo del cáncer. Esta experiencia, pese a que fue dolorosa, es ahora parte de su pasado

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elsalvador.com

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2014-09-30 12:00:00

Hablar de cáncer es difícil, mucho más difícil es vivirlo”, dice. Todo comenzó con una molestia en el seno derecho. Sentía una pequeña pelotita a la que al principio no le dio importancia. Pasaron un par de semanas y se comenzó a preocupar por lo que decidió consultar. El diagnóstico temprano le salvó la vida.

Sintió mucho temor porque su mamá padeció cáncer de mama. “Ella luchó como las grandes contra una enfermedad que podrá haber vencido su cuerpo, pero no su espíritu guerrero”, menciona.

El caso de su madre era un cáncer avanzado, al que los médicos solo daban dos años como máximo y contra todo pronóstico vivió 11 años. Luchó con uñas y dientes, con una fe y fortaleza inquebrantables.

“Ella es y será mi ejemplo siempre. Mi madre perdió la batalla por la complejidad de su caso, pero su fortaleza fue uno de los pilares que me tiene hoy aquí”.

Cuando su doctora le dijo que tenía cáncer de mama, se quedo sin palabras. Con 34 años, con planes y sueños, casada, con una niña pequeña y una carrera que iba estabilizándose, la vida le dio vuelta en un minuto.

No niega que lloró, pregunto mil veces ¿por qué a mí?, pensó que se podía morir. Después de sacar todo el dolor, rabia y miedo se dijo: “Bueno, esta mula es mi macho. Dios está conmigo y no estoy sola. Recogí mis pedazos y con temor pero firme, seguí adelante”.

Otra visión

El primer paso fue la mastectomía. Haber perdido su seno derecho no la hizo ni más ni menos mujer. Durante su tratamiento con quimioterapia perdió todo el cabello y tuvo quebrantos de salud, su estado de ánimo era un sube y baja. Un año después pasó por una histerectomía radical y no le avergüenza decirlo. “Gracias a Dios estoy viva”, dice.

La familia es fundamental. El amor, la paciencia, dedicación y el apoyo la fortalecieron, así como sus amigos, aquellos que siempre estuvieron cerca de ella, lo cual agradece infinitamente a Dios por ello.

Su experiencia con el cáncer quedó atrás. Durante este camino conoció la Fundación Edificando Vidas, donde ha encontrado grandes mujeres, verdaderas heroínas que con su testimonio y labor ayudan a quienes ahora padecen de cáncer. En la Fundación aprendió que no debe quedarse callada, que Dios le ha dado una nueva oportunidad de vida y que desde su experiencia debe apoyar a otras mujeres.

Para Leiden es importante la prevención, no hay que dejarlo para después. Un diagnóstico temprano puede salvar la vida. “Les reitero con convicción que se puede vencer al cáncer. No es fácil, pero es posible. Es normal tener miedo, pero el miedo no debe determinar el rumbo de la vida. Mi historia se sigue escribiendo. Estoy en pie, confiada y agradecida con Dios por esta nueva oportunidad de vivir”.