New York, bohemio y chic

Las chicas cosmopolitas ahora se visten de vivaces estampados y hacen fiesta con las transparencias y los plisados. Esa es la propuesta de la firma Desigual y Carmen Marc Valvo

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elsalvador.com

Por Texto: EFE/ Fotografía: Agencias

2014-09-06 7:00:00

La marca española Desigual desfiló por tercera vez en la Semana de la Moda de Nueva York y exhibió su creciente capacidad para atraer a las mejores modelos, como Adriana Lima o Poppy Delevingne, con una colección veraniega que agita la coctelera cultural para que la mujer sea piropeada sin complejos.

“Say something nice” (di algo bonito) es el título de esta extensa colección de Desigual, que compartió jornada con BCBG de Max Azria, y la profusión de piropos pregrabados antecedió a la llegada de las modelos como una declaración de intenciones: la mujer que los empresarios catalanes proponen para la temporada primavera-verano 2015 sale a la calle a deslumbrar sin avergonzarse.

El diseñador francés pliega su talento otrora lóbrego y barroco (que se demostró insostenible económicamente) al espíritu liviano (e impúdicamente comercial) de esta marca, al que da un plus de sofisticación sin quitarle sus claves identificativas: el estampado y el “patchwork”.

Manel Jadraque, director general de la firma, define la colección como “happy folk”. “‘Happy’ porque Desigual es ‘happy’ y ‘folk’ porque vamos a ver muchos ambientes tribales, étnicos… Es un mix de culturas y hay muchas flores, muchas, muchas flores”, asegura.

Y, efectivamente, con un único hilo conductor que es la corona de flores al estilo hawaiano, sus modelos más que caminar por la pasarela recorren el mundo: desde el estampado frutal en vestidos cortos y tops al print andino en camisas con reminiscencias de poncho, del brocado eslavo al motivo persa. Y por supuesto, siempre queda un regusto mediterráneo.

Los tejidos dominantes son el algodón y el chifón. La paleta de colores infinita, aunque quizá donde más brilla el equilibrio de la comunión Desigual-Lacroix, es en el blanco y negro.

Y el espectáculo, que por un momento se acerca a la viñeta de cómic con bocadillos de diálogo portados por las propias modelos, termina con un reparto de pétalos de rosa.

Carmen Marc Valvo, que en el momento de cumplir 25 años en la Semana de la Moda, decidió vestir de gala a casi todas sus modelos.

La elegancia clásica de Valvo tuvo como eje (o como ruptura) el cinturón ancho negro. Abajo, casi siempre, una falda suntuosa. Arriba, en cambio, todas las variedades, desde el escote en uve hasta el cuello halter. Colores casi siempre blancos o negros, como de cine clásico. Solidez llena de glamour y sabiduría añeja.

El diseñador taiwanocanadiense Jason Wu volvió a dar en el blanco sin necesidad de aspavientos, con la confianza de que en la limpieza está su gran momento y con el juego de opuestos en el que se mueve en la línea.

Sus mujeres siempre tienen algo castrense. Esta vez, coleta baja, rictus severo y siluetas marcadas pero sin exuberancias. No hay necesidad de mezclar colores, como mucho algún jaspeado, y el calor no es motivo para el exceso: sus faldas para el día no son ni largas ni cortas y sus escotes enseñan lo justo para ni sobreexcitar ni aburrir.

El pequeño gran diseñador, el ya no tan niño prodigio de la moda neoyorquina que no tiene miedo a ser clásico porque su sorpresa está en un buen gusto imbatible. El que calienta las pasarelas a fuego lento. Y su mujer es independiente, trabajadora, que claudica puntualmente en la transparencia, pero que no duda en llevar lana fría en pleno verano.

Blancos níveos, azules marinos, morados. La paleta es amplia, pero los colores nunca se mezclan.