El Coriolanus de William Shakespeare: Hombre de sangre y niño de lágrimas

Es la obra más política escrita por el dramaturgo y actor inglés

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elsalvador.com

Por Katherine Miller Doctorado en estudios Medievales y Renacentistas de UCLA. Ha servido como Post-Doctoral Fellow en el Centro de

2014-07-14 7:00:00

Al comenzar la obra, estamos simultáneamente en Roma y Londres. El escenario en el primer acto está lleno de políticos, los plebeyos, el Senado de los aristócratas, las Tribunas del Pueblo y otros políticos consumidos con orgullo, arrogancia, disimulación y ambición. La clave es que son muy sofisticados en el uso del lenguaje, su arma mortal de la manipulación, el compromiso astuto y el engaño de la ética situacional.

Los plebeyos romanos en el mercado central están en rebelión. Son bocas y voces que gritan por hambre y en medio de esta revuelta aparece un candidato por el puesto del Cónsul, ensimismado, quien falta del lenguaje y postura para ganar los votos. Falta el conocimiento de sí mismo. Es un héroe militar que se cree autosuficiente como patricio quien no desea doblegarse y hablar con el pueblo del mercado para ganar sus votos, según lo que requieren las tradiciones políticas de Roma.

Estos son los ingredientes al comenzar la tragedia más política de William Shakespeare: “La tragedia de Coriolanus”, presentada por primera vez por la compañía de actores de William Shakespeare, The King’s Men, en 1608 en un teatro que Shakespeare y otros empresarios de teatro compraron el mismo año en el Londres del Rey James I. Estamos en el reconocido teatro de Blackfriars, un monasterio del siglo XIII del orden Dominicano de frailes que usaban hábitos negros (por eso el nombre, frailes negros, por el color de sus hábitos) que fue disuelto durante la destrucción de los monasterios por Enrique VIII en el siglo XVI cuando el rey separó Inglaterra de Roma.

En la historia verdadera de Inglaterra, el año anterior a la primera presentación de “La tragedia de Coriolanus”, 1607, Inglaterra, bajo el Rey James I, la gente estaba estremecida por hambruna y hay disturbios de la gente pidiendo alimentación. La hambruna se debía al fracaso de las cosechas y las casi insurrecciones estaban contra la ocupación de las tierras rurales públicas por los grandes terratenientes, quienes comenzaron a ocupar las que habían sido tierras públicas anteriormente utilizadas para cosechas y alimentación, que ahora están encerradas para el pasto de ovejas y no para cosechas para alimentar el pueblo del campo y de la ciudad.

El año siguiente, 1608, fue la primera presentación de La Tragedia de Coriolanus en Blackfriars por la compañía de actores de William Shakespeare, The King’s Men, anfitrionado por el rey mismo. Pero el tiempo interno de la obra es aproximadamente 491 B.C.E., en una Roma joven que todavía no había adquirido un imperio.

Shakespeare comienza su obra Coriolanus, con bocas hambrientas y voces (“voices” que constituyen también “votos” electorales) pidiendo alimentación. Estamos, en tiempo real e históricamente hablando en esta tragedia, unos 450 años antes de la Batalla de Actium (31 B.C.E.) cuando César Augusto derrocó a Marco Antonio y Cleopatra y comienza la famosa Pax Romana. Roma está en el proceso de conquistar las ciudades y tribus a su alrededor en la península que iba ser Italia y el centro del Imperio de Roma.

Las instrucciones al comenzar la obra son:

“Enter a company of mutinous citizens with staves, clubs and other weapons” [Entran una compañía de ciudadanos con duelas, garrotes y otras armas.] [I.i]

El protagonista de esta tragedia dramática es un comandante militar, Caius Martius, quien captura la ciudad principal, Corioles, de una de estas tribus, los Volscians. Los Volscians están comandados por el liderazgo del feroz y honrado comandante, Tullius Aufidius. Así, en su victoria sobre Aufidius en Corioles, Caius Martius gana su apodo “Coriolanus” y regresa a Roma a tiempo para las elecciones para Cónsul, el puesto político más alto, una magistratura principal con autoridad suprema en una república gobernada por un Senado compuesto de aristócratas, patricios donde han sido, recientemente, integradas las Tribunas del Pueblo.

Al comenzar la obra de Shakespeare, entonces, el pueblo hambriento de Roma ocupa el escenario. Estamos, simultáneamente, en la temporada electoral para eligir un nuevo Cónsul. Ahora, ganar el puesto de Cónsul no es por sacar buenas notas en la universidad, sino por haber actuado en la defensa militar de la ciudad y como héroe. Caius Martius, el candidato para Cónsul ha llenado el requisito principal en haber exhibido virtú, una cualidad muy romana que significa honor al deber, poder político, valor militar, pero, más que nada, masculinidad.

El pueblo romano, sin embargo, ha presionado, recientemente, y ganado, cinco representantes en el Senado: las Tribunas del Pueblo, aunque Roma no es, en ninguna manera, una democracia. Aquí se percibe el movimiento hacia la creación del Estado desde Senado hasta la inclusión de los plebeyos con sus Tribunas. Roma está en el proceso histórico de construir, políticamente, por medio de la interacción de las diferentes clases y estamentos políticos, una república.

Sin embargo, es una costumbre establecida que los candidatos para Cónsul tienen que respetar las tradiciones de Roma y usar una toga cándida sin ropa interior [candida significa blanca, y es el orígen de la palabra “candidato”]. Usar la toga cándida sin ropa interior es una postura para mostrar sus cicatrices ganados en la defensa militar de Roma. Vestido así, el candidato para Cónsul, Corolanus, por obligación legal, tiene que ir, bajándose al nivel del pueblo en el mercado público de la ciudad para enseñar sus cicatrices antes de pedir sus votos y negociar públicamente el más alto puesto político de Roma, el de ser Cónsul.

De hecho, Caius Martius [Coriolanus] se presenta en el mercado como candidato, vestido en lo que él denomina, “the womanish toga” [toga afeminada]. Los ciudadanos de Roma tienen hambre y Coriolanus es el candidato que opina, contrario a las tradiciones y costumbres romanos, que sus actos de valentía son suficientes y quiere negar cualquier voz a los comunes porque él es “supremely Roman”, y los ciudadanos del mercado, en su opinión expresada, apenas son romanos.

Coriolanus pregunta, ¿cuál es el precio para tener sus votos para ocupar el puesto del Cónsul? El “First Citizen” responde, “The price is to ask it kindly” [El precio es pedirlo amablemente (o, de acuerdo al sentido de la palabra en el siglo XVI, como deberá actuar un ser humano). Coriolanus, sin embargo, no desea pedir favor del pueblo ni mandato popular en el mercado.

Pero este es un rito requisito para ganar el apoyo del pueblo. En otras palabras, la vida cívica es, enfáticamente presentada, al comenzar la obra, en términos de la actuación requisito de un candidato político que se debe presentar como candidato para negociar, concertar y ganar las voces (votos) del pueblo con su humildad de haber luchado para defender a Roma. No hay pensamientos privados presentados. No hay soliloquios.

Y no solamente eso, su amigo-mentor y político, el muy astuto, Menenius, un Senador, aconseja a Coriolanus que como hombre político, deberá entrar en negociaciones y usar el lenguaje como instrumento de persuasión con el pueblo.

Coriolanus, necio, utiliza su lenguaje como un arma militar para atacar al pueblo común. Refiriéndose a ellos, en la primera escena, los insulta públicamente.

“What’s the matter, you dissentious rogues, That, rubbing the poor itch of your opinion, Make yourselves scabs?” [¿Qué les pasa, ustedes, sinvergüenzas, que rascando la pobre picazón de su opinión, se hacen costras de si mismo?][I.i.153-5]

Para Coriolanus, candidato para Cónsul, las opiniones (las voces y votos) del cuerpo político de Roma son nada más que incrustaciones excesivos en la piel del cuerpo político de la república de Roma. Políticamente, para Coriolanus, son enfermedades monstruosas. Los califica como “formas de hombres y animales: “Curs, hares, geese” [perros aguacateros, conejos, gansos]; formas de hombres solamente. Para Coriolanus, el pueblo es un monstruo con lenguas multitudiarias. Los caracteriza, verbalmente, como “fragmentos”: desechos de comida que se bota; y también los describe como ratas que están en rebelión contra el Estado romano donde el virtú militar es altamente importante, pero donde, también, se está creciendo la visión política de que se debe consultar ideas y tratos con la “oposición”, el pueblo.

Ahora, Coriolanus argumenta ante el Senado y presenta una petición que lo permite omitir esta costumbre de ir al mercado:

“I do beseech you, Let me o’erleap that custom, for I cannot Put on the gown, stand naked, and entreat them For my wounds’sake to give their suffrage, please you that I may pass this doing.” [Les ruego, permíteme brincar sobre esta costumbre, Porque no puedo vestirme en la toga cándida, presentarme desnudo y rogarles por mis heridas, dar sus votos. Si les plazcan, permíteme omitir este acto.][II.ii]

Menenius, vocero del Senado y un político inteligente y astuto, responde, “Pray you, go fit you to the custom” [Vaya acomodarse a esta práctica].

Abandonando con enojo al mercado y el pueblo, negando conciliación, ahora va Coriolanus a platicar en privado con su madre, Volumnia, una de las mujeres más fuertes y feroces de todas las obras de Shakespeare. Es ella quien ha criado y creado Coriolanus. Pero ella es mucho más políticamente astuta que su hijo. Ella también califica al pueblo comune como “wool, vassals, things to stay still and wonder” [Lana, vassalas, cosas que deben mantenerse quietos y admirar]. Pero sabe que estos pensamientos y actuaciones no se pueden expresar públicamente hasta después de las próximas elecciones. Aconseja a su hijo regresar al mercado y jugar un papel más humilde y tradicional. Sabe que él ha cometido un enorme error. Volumnia declara a Coriolanus: “Oh, Sir, I would have had you put your power on before you had worn it out.” [Ah, Señor, yo hubiera preferido que usted hubiera asumido su poder antes de desgastarlo].

En otras palabras, su madre lo está regañando por sus acciones; él no debería haber revelado sus verdaderos sentimientos, Volumnia dice a Coriolanus, hasta ser finalmente elegido como Cónsul, cuando los comunes ya no tendrían el poder de controlarlo. Volumnia aconseja experiencia política, indicando a su hijo que no es una falta de honor hablar en tal manera que no tiene nada que ver con el ser interior. Uno debe utilizar una máscara, dice Volumnia, y utilizar intriga; mentir, si es necesario.

Ella ordena a Coriolanus a regresar al mercado para pedir perdón a los plebeyos en una especie de ética situacional, si es necesario: “Thy knee bussing the stones” [Tu rodilla besando a las piedras (i.e., arrodillado)]. Su madre le ordena conformarse a la práctica requisita [“Frame thyself forsooth…”]. Y Coriolanus va, pero responde, “You have put me to a part which I shall never discharge to the life” [Usted me requiere jugar un papel que nunca puedo hacer verídicamente].

Para Coriolanus, pedir algo al pueblo es todo lo opuesto a su verdadera naturaleza: eso es, dice, de cambiarse en “whore, eunuch, woman, knave, beggar” [putana, eunuco, mujer, vilano, méndigo]. Le cuesta su alma regresar al mercado a pedir perdón. A lo que responde su madre: “Valor you got from my breast. The pride is yours” [La valentía usted recibió de mi pecho. El orgullo y arrogancia es todo suyo]. “Okay, Mom”, dice, “I’m going to the marketplace. Chide me no more” [Voy al mercado. Ya no me regañe más.]

Pero, al llegar, Coriolanus declara que “I will indeed mountebank the people”—haciendo del sustantivo “mountebank” un verbo sorprendentemente vívido para expresar su desprecio para el pueblo y para el requierimiento que tiene que negociar humildemente con el pueblo—el pueblo muriendo de hambre—para sus voces y votos. (Un “mountebank” es un pícaro que sube a una banca en el mercado ante el pueblo común para vender falsedades, medicinas falsas, falsas promesas, en fin, un charlatán.) De hecho, Coriolanus proclama que se ofrecerá públicamente para comprar al pueblo, ofreciéndoles bienes falsos—palabras falsas—para ganar los votos. Desprecia el pueblo y desprecia las tradiciones: se cree superior y auto-suficiente, alguien que conoce mejor que el pueblo cómo hacer las cosas. No hay interacción entre el gobierno y el pueblo, en su mente. Desea imponer planes porque se imagina, según sus valores militares, saber más.

Independencia

Coriolanus es un radical que quiere hacer cambios violentos y no depender de nadie—ni de su madre, su esposa, su hijo ni del Estado ni Senado de Roma. Alta alcurnia, sabiduría y valor militar siempre tienen que ser más importante, para él, que el sufragio popular y el poder del “general ignorance”, declara.

Para él es suficiente “to pluck out the multitudinous tongue” [arrancar las lenguas multitudinarias (i.e., del pueblo)] y abolir todas las leyes que dicen que ciertas acciones se pueden tomar solamente con el consentimiento del pueblo, y según la ley. Su propósito es de destruir el mandato popular y cualquier dependencia en las lenguas, voces y votos de los comunes. Hasta propone al Senado poner las leyes y costumbres a un lado y negar ningún poder de voz a los comunes en los asuntos del Estado. Desea quitar la alimentación de las masas de plebeyos romano porque, dice, esta medida traerá la garantía para la salvación de Roma. Menenius casi lamenta por Coriolanus en palabras irónicas: “his nature is too noble for the World” [Su naturaleza es demasiado noble para este mundo] (3.1.55).

Los plebeyos y las Tribunas del Pueblo inmediatamente califican estas palabras como traición, puro y sencillo. Coriolanus está quebrando el contrato social. Los Tribunas piden su captura por traición y lo enjuician con una sentencia de destierro forzoso de Roma.

Una vez en el mercado, las Tribunas del Pueblo dejan trampas y lo provocan ante el pueblo y él no puede controlarse. Coriolanus acepta las provocaciones de los representantes del pueblo y irrumpe en una denuncia del pueblo: “I would not buy their mercy at the price of one fair word” [No compraria su merced al precio de una sola palabra bonita]. Por eso, el precio que tendrá que pagar Coriolanus es destierro, exilio de su patria, Roma.

En su exilio se deja llevar por la venganza y ofrece sus servicios a los Volscians, enemigos de Roma, que una vez él mismo derrocó como héroe honrado de Roma—como un noble “hombre de sangre”. Ahora, en una suerte de transfuguismo, en su resentimiento y cólera por su exilio impuesto, Coriolanus se ofrece a Aufidius, jefe de los Voscians, no solamente sus tropas, si no que su persona y habilidades: “Make you a sword of me” [Háganse de mi una espada]—se ofrece a sus antiguos enemigos y enemigos de Roma, no como una persona, sino como un arma de guerra contra Roma.

Cuando Coriolanus, encabezando las tropas de los Voscians para conquistar a Roma, llega a los portones de la ciudad, su madre, la formidable Volumnia, y su esposa, Virgilia (nombre sumamente romano) y su hijo pequeño que es la imagen política en pequeño de su padre, se presentan y lo ruegan, arrodillados en su presencia, no atacar Roma.

Hijo obediente de Volumnia, Coriolanus se detiene y, desobediente a los órdenes de Aufidius (su jefe militar actual en la conquista de Roma), Coriolanus, se doblega casi en lágrimas, ante la petición de Volumnia y negocia un tratado de paz con Roma que es, a la misma vez, muy favorable a los Volscians.

Aufidius, presenciando esta escena de madre e hijo, lo insulta como “boy”—”boy of tears” [niño de lágrimas] y no acepta lo que él considera la traición de Coriolanus contra los Volscians. El pueblo furioso de los Volscians en el mercado público de Corioles, exige, a voz alta, como turba, la sangre de Coriolanus.

Como espectadores, nos encontramos otra vez al principio de la obra con Coriolanus luchando contra el pueblo común. Solamente que esta vez está en el mercado central de la ciudad de los Corioles que le dio su apodo porque lo conquistó anteriormente para Roma.

La ironía dramática es fuerte. Corioles es una ciudad extranjera y el pueblo común de los Volscians lo matan en el mercado público. Allí cae muerto Coriolanus, asesinado.

La figura trágica de Coriolanus responde a ambos pueblos—Romanos y Volscians–repetidamente con insultos y rechazos porque se cree no dependiente de nadie. Se cree un hombre de virtú romano, un “hombre de sangre” valiente, noble, que sabe cómo hacer bien políticamente para el pueblo sin conciliar y negociar con ellos sobre estrategas y proyectos para el gobierno.

Sin embargo, al final de la obra, admite que es humano cuando su madre, esposa e hijo vienen con peticiones para salvaguardar Roma.

Coriolanus rompe su aislación y toma la mano de su madre en silencio, reconociéndo a ella y a Roma. Este acto humano rompe su aislación y, simultáneamente confirma su muerte, su mortalidad. Como Aquiles, el inimitable guerrero medio-dios, de la Ilíada, una vez humano se desciende al reino humano y emocional concediendo la petición de su madre para Roma, y acepta, concientemente, la sentencia de su mortalidad, su muerte. Por primera vez, no es autosuficiente. Es romano e hijo de su madre, Volumnia. Es mortal y va a morir, irónica y precisamente, por eso.

Debemos acordar que la situación y la figura de Coriolanus no es simple; es sumamente complejo en un período de transiciones políticas en Roma y Londres. Acuérdense que Menenius, el Senador, su mentor político, no ha podido hacerse escuchado por Coriolanus, pero reconoce los instintos nobles de Coriolanus y comenta, “his nature is too noble for the world” [su naturaleza es demasiado noble para este mundo]. [3.1.55] Hasta su enemigo, Aufidius, declara “he shall have a noble memory” [él será recordado como noble]. (5.6.134)

Coriolanus era, según los valores romanos de virtú militar, un hombre noble. Pero no se conoció a si mismo y el momento que, doblegándose, entiende y expresa emociones humanas, tomando la mano de su madre y siguiendo los ruegos de su madre de no invadir a Roma, se vuelve indefensa, “a boy of tears” [un niño de lágrimas] y ya no “un hombre de sangre”.

Ha cometido errores políticos de intransigencia antes de sucumbir a su humanidad. Menenius, su mentor, además de Aufidius, su enemigo, ambos, declaran que pudiera haber sido un gran líder militar y hombre político noble. Pero su desprecio al pueblo lo condena en esta República de Roma y en Londres donde este drama trágico está siendo presentado en el escenario de Blackfriars. Coriolanus es noble pero intransigente, porque no se conoció a sí mismo ni en lo personal ni en lo político–ambos inextricablemente intercalados–hasta que era demasiado tarde.

[FIN]