Bitácora de una Casa Alegre

Es un proyecto que nació en el año 2005 con el objetivo de realizar gestión cultural en la ciudad de Alegría, Usulután. Sus fundadores son una pareja de artistas: Guillermo Araujo y Paola Lorenzana

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elsalvador.com

Por Stanley Luna Twitter: @Stanley_Luna

2014-07-01 7:00:00

Alegría, Usulután, principios de 2005. Los rumores de la construcción de un segundo nivel en una de las casas del centro rondaban por toda la ciudad. Nadie sabía nada, apenas habían visto que dos desconocidos, un artista plástico y una bailarina: Guillermo “Memo” Araujo y Paola Lorenzana se habían acercado al lugar y, al parecer, eran los dueños del local.

Los meses pasaron y a finales de ese año, las dudas se despejaron. “Es una residencia artística”, había dicho Paola a los lugareños y aunque algunos no dimensionaban en qué consistía el proyecto, se encargaron de difundir la noticia a los demás e invitar a la apertura de La Casa Alegre, como ya la habían bautizado para el 10 de diciembre.

La inauguración duró tres días y contó con la asistencia del público alegrino y de personas de ciudades vecinas como Santiago de María, Berlín y Jucuapa, quienes junto a un grupo de 29 artistas nacionales e internacionales disfrutaron de performances, videos, pinturas y otras actividades.

“En algunos casos nos enviaron piezas de ellos (artistas) y otros nos las enviaron en digital y nosotros las imprimimos, y eran dedicadas específicamente para el inicio del proyecto”, manifestó Paola.

Ella también fue protagonista de la inauguración junto con otros colegas, con la presentación de un performance.

Durante sus primeros cinco años, La Casa Alegre funcionó bajo la modalidad de hostal abierto para los turistas, como forma de autosostenibilidad del proyecto mismo.

Pero luego sus fundadores evaluaron que esto implicaba mayor inversión de tiempo y dinero, y que estando en San Salvador, no podían tener un buen control, por tal razón decidieron mantenerla solo como una residencia artística.

Desde entonces la “casita”, como ellos la llaman, ha sido un espacio de difusión del arte con el único fin de involucrar a los niños, jóvenes y adultos en diversas actividades culturales sin ningún costo, gracias a la colaboración de sus amigos que donan su trabajo artístico para que sea exhibido permanentemente en el local, aportan dinero, tiempo o facilitan contacto con otras personas que están dispuestas a contribuir en la obra.

Antes que el proyecto comenzara, Paola, con la ayuda de Memo, hizo una base de datos con el nombre de artistas nacionales e internacionales que pudieran trabajar de la mano con ellos.

Al mismo tiempo, creó el sitio web de La Casa Alegre con apoyo de Web Informática (www.lacasaalegre.org) y el blog gratuito (lacasaalegre.zoomblog.com) que actualmente recibe visitas de todo el mundo.

Estos sitios se convierten en un medio por el cual las personas conocen la labor realizada en Alegría, cuna de Alberto Masferrer, y a la vez, les brinda la oportunidad de proponer actividades. “A veces nos escriben personas para plantearnos proyectos”, dijeron los protagonistas de la iniciativa.

En un inicio, las actividades se realizaban todos los fines de semana, luego cada 15 días o cada mes. Pero ahora, debido a que la labor de gestión cultural que realizan Paola y Memo en otros lugares del país se ha intensificado, no van con frecuencia a Alegría.

Sin embargo, explicaron que la conexión con la ciudad va más allá de su papel como artistas, han asumido, además, un papel de amigos y siempre se mantienen en comunicación permanente con la comunidad a través de redes sociales o por vía telefónica.

“Ahora lo que pasa es que nos hemos enfocado a proyectos más grandes y más puntuales, a mí me encanta que nos lleven propuestas. Le damos protagonismo al interés que tenemos de compartir y lo que la comunidad (Alegría) está viviendo”, manifestaron los artistas.

La Casa Alegre también ha contado con el apoyo de instituciones como la Alianza Francesa y el Centro Cultural de España, quienes colaboran planificando actividades o enviando a gestores a la ciudad.

A ello se ha sumado el apoyo de la Alcaldía Municipal de Alegría y personalidades citadinas como Margarita Marroquín, dueña del restaurante “Mi Pueblito”; María de Jesús Larín, maestra del centro escolar Alberto Masferrer; Roberto Hurtado, actual presidente de la Organización de Desarrollo Turístico de Alegría (Adestura); Fredy Mejía, expresidente de la misma organización; y Betty de Mejía, su esposa.

Fredy Mejía dijo que durante su cargo como presidente de Adestura (2006-2011) colaboró, entre otras cosas, convocando a las actividades cuando a la pareja de artistas se les dificultaba llegar a la ciudad. Para él, el fruto de la gestión cultural realizado, “indudablemente, ha dejado iniciativas en los niños y jóvenes”.

Por su parte, Roberto Hurtado explicó que él apoya la labor desde hace años, cuando le solicitan refrigerios, transporte, o algunas veces, almuerzos, para los que visitan La Casa Alegre. Además, coordina el préstamo de sonido en la alcaldía municipal, institución que desde 2005 ha contribuido al proyecto.

Por ejemplo, en el año 2006, durante la remodelación del parque central, el alcalde de entonces, Carlos Luna, incorporó dentro de la nueva estructura de este local, una tarima destinada para las actividades de La Casa.

“Les damos prioridad por el énfasis al rescate de tradiciones, cultura y del arte que representan”, comentó Víctor Masferrer, gerente municipal.

“El mejor público”

Según Paola y Memo, la labor realizada en Alegría ya está dando resultado. Ellos comentaron que no tienen una forma exacta de medir el impacto de La Casa Alegre, pero sí han comprobado que ahora las personas de la ciudad están más involucradas en la labor.

También, las mamás de los niños y jóvenes motivan a sus hijos para que aprovechen la estadía de cada colaborador que llega al lugar.

Es de esta forma como “Las Lunitas”, el grupo de danza contemporánea fundado por Paola en 2005, se ha mantenido hasta este momento, siempre con nuevos integrantes. Una de ellas es Esperanza Mineros, una niña de nueve años que ha bailado con el grupo desde que tenía un año y medio.

“Cuando yo he estado bailando me siento bien con Paola, porque eso es un sueño que he tenido, estar con ella”, dijo la pequeña, quien es familiar de una de las primeras integrantes del grupo de danza y su sueño es convertirse en bailarina profesional de ballet.

La recepción del público alegrino es grata para los visitantes, que siempre se van satisfechos por el trabajo realizado. “Los amigos que nos han visitado dicen que no conocen un público en todo El Salvador tan receptivo como el de Alegría y que es el mejor público del país”, comentó Memo y también agregó que existen personas que quieren conocer el país y llegar específicamente a la cuna de Alberto Masferrer.

Entre las actividades que han realizado hasta la fecha se encuentran la colocación de una estructura alusiva a Xiri, la sirena, que según una leyenda, habita en la Laguna de Alegría.

La iniciativa fue de Memo y las personas de la ciudad se dedicaron a la construcción: algunos donaron las piedras, otros trazaron la estructura y la rellenaron.

El evento de colocación del monumento se realizó el 12 de septiembre de 2012, en la laguna y varias personas acompañaron para su colocación.

Y el 20 de agosto el Grupo Café Ostuma realizó un concierto que incluía una canción dedicada a Xiri y en él participaron “La Lunitas” con una coreografía especial para la ocasión.

Sin embargo, a casi dos años de su construcción, la sirena de piedra se encuentra en mal estado: ya no tiene un brazo, está manchada con marcas de plumón en algunas partes y la parte izquierda de su rostro está destruida.

Otra de las actividades, y la más reciente, es el Festival de Autocuido “Laguna y Volcán”, realizado del 15 al 18 de diciembre, donde se llevaron a cabo talleres de pintura, canto, baile y teatro; y finalizó con un convivio en la laguna de la ciudad.

Algunos de los invitados para este festival fueron el elenco de teatro de la Universidad Don Bosco, quienes desfilaron por las calles de la ciudad; y Marianela Rivera, estudiante de cello de una universidad costarricense.

La Casa Alegre continúa con el paso de los años y con ella los sueños de sus fundadores, cuyos cuerpos están en San Salvador, pero su corazón, allá, en esa pequeña ciudad.