Implantes coclares, de difícil acceso en El Salvador

Ocho décadas de desarrollo tecnológico e investigación en campos científicos como la física, anatomía y neurofisiología se han invertido para la creación de dispositivos auriculares, que son un eco de ilusión para la población sorda. El problema es el alto costo

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elsalvador.com

Por Sara Castro tendencias@eldiariodehoy.com

2014-07-30 8:00:00

Parte de la población mundial con discapacidad auditiva ve una esperanza para dejar atrás un mundo sumergido en el silencio con la creación de los implantes cocleares.

El avance científico es prácticamente un “oído artificial”. Su finalidad es transformar la energía del sonido en impulsos nerviosos, los cuales son enviados al cerebro para procesarlos. Así, el paciente logra percibir sonidos que jamás imaginó. 5

Acciones habituales como reconocer el tono de voz de un familiar o un amigo, un ladrido, oír música o un teléfono sonando tienen sentido para aquellas personas que se sometieron a una cirugía de implante coclear.

De acuerdo con el especialista en otorrinolaringología, Juan Caballero Sibrián, el implante coclear es un dispositivo que procesa el sonido, el cual es colocado en la parte externa de la oreja. Este toma la señal a través de un micrófono, la procesa y la hace digital.

Esta señal viaja en una antena o filamento con electrodos a través de la coclea -ubicada en el oído interno- estimulando las células ubicadas en dicho órgano y envían al nervio auditivo los sonidos convertidos en estimulaciones eléctricas.

La evolución de esta tecnología ha sido tal que ahora el sistema es considerado una computadora en miniatura, y dependiendo de su modelo el paciente puede regular el volumen con un control remoto o sincronizarlo con su dispositivo móvil.

Atrás quedaron los implantes experimentales realizados en los años 30, o el primer mecanismo que utilizó electrodos para estimular las fibras nerviosas del oído.

Las últimas tendencias en implantes cocleares permiten, incluso, utilizarse debajo del agua. Sin embargo, el paso agigantado de este nuevo “oído artificial” no penetra en el mercado salvadoreño y su elevado costo conlleva a adquirir prótesis auditivas, para el sector que puede costearlo.

En El Salvador solo se han realizado cuatro cirugías en este rubro -a diferencia de los 240 mil implantes alrededor del mundo- y en 2000 se convirtió en el primer país centroamericano en efectuarla. A pesar de este importante desarrollo médico, el país ha quedado rezagado en la modalidad, de acuerdo con Caballero Sibrián.

“Nuestra experiencia viene de hace 14 años, es decir con tecnología ya un poco desfasada”, afirmó. A ello, el biomédico Juan Caballero Córdova añadió aspectos fundamentales para el estancamiento de esta moderna opción para la población sordomuda en el país: el factor económico para adquirir los implantes, el proceso delicado para certificar el dispositivo en pacientes (el cual podría afectar nervios faciales) y el desarrollo del software del aparato auditivo, sujeto a las empresas fabricantes.

“En la parte del software no hay genéricos o alternativos, se desarrollan de la mano con el implante. El que desarrolla el implante es el que fabrica su software porque es su plataforma”, indicó Caballero Córdova.

El sistema informático posibilita el funcionamiento del implante. A través de él se programan las frecuencias, se analizan los electrodos o se observa si la antena (o cordón) está bien colocada.

Según Caballero Córdova, a partir de la dinámica y las políticas de las empresas biomédicas, los países sin desarrollo en la tecnología, como El Salvador, están al margen de cambios sustanciales en software. Ello implicará que el ingeniero en biomédica se oriente a unificar el lenguaje técnico al médico especialista (otorrinolaringólogo), indicar la parte donde se ubicarán los implantes, limpieza de los aparatos y diagnosticar problemas a nivel de fibras insertadas en la coclea.

¿Audición asegurada?

Para el otorrinolaringólogo el 100 % de los pacientes sometidos recobra la audición pero recalcó que “para que eso se cumpla se necesita todo un equipo que garantice que va a funcionar”. Desde los cirujanos, que introducen el implante, hasta los familiares que contribuirán en la estimulación y práctica del habla.

Caballero Sibrián hace énfasis en la niñez, puesto que se recomienda que el implante se coloque antes de los 2 años de edad. “La capacidad de desarrollar el lenguaje empieza a los 4 años. Si alguien a esa edad le quieren poner un implante y no ha tenido una buena estimulación del lenguaje será muy pobre el resultado del habla”, explicó.

Además, hizo una distinción en los pacientes que perdieron la audición previo al aprendizaje del lenguaje (prelingüales) y luego de desarrollarlo (postlingüales). El primer grupo tiene un porcentaje alto para progresar el lenguaje, porque inicia el proceso de estudio del habla a partir de su posibilidad de escuchar. El segundo no tendrá un habla fluido si el tiempo de pérdida auditiva ha sido prolongada y el paciente ha perdido el recuerdo de las palabras.

“Hemos tenido una experiencia de una persona de 20 años que posee una locución fuerte. Se les planteó a los padres que el implante no le iba a desarrollar el lenguaje, que no sería fluido”, comentó.

La ilusión para este sector de la población es firme a pesar del alto costo para su adquisición. Así como estos dispositivos fueron transformándose hasta lograr presentaciones cómodas para el paciente, así también se espera que el valor de su producción sea asequible para cambiar las vida de las personas sordas.