Cómo explicar al niño que un padre morirá

Hacerles entender a los hijos que uno de sus padres padece una enfermedad terminal y que pronto morirá no es nada fácil. Pero esta situación puede manejarse con una buena comunicación

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elsalvador.com

Por Texto: Stanley Luna Fotografía: Carlos Cartagena

2014-07-19 8:00:00

La muerte, más que un momento, es parte del proceso de vida de todo ser humano. Pero no todos están preparados para enfrentar el fallecimiento de un familiar, sobre todo los niños, quienes comienzan a descubrir el mundo.

“Volverá, se ha ido, pero estaremos juntos algún día”, “está en el cielo, desde allá nos está cuidado”, son algunas de las frases que las personas dicen a los pequeños cuando han perdido a uno de sus padres, como una forma de consuelo.

Para los seres humanos pensar en la muerte es difícil, pero es más difícil aún pensar que la vida está condicionada a una enfermedad terminal.

Eunice Amaya, una joven de 21 años que sufrió la muerte de su madre a los 12, recuerda cómo fue el momento en que supo que su progenitora padecía de cáncer de pulmón. Aunque para aquel entonces, ella no dimensionaba la situación como lo hacían sus tres hermanos mayores.

“Hija, tengo cáncer”, le dijo su madre. “¿Qué es cáncer?”, preguntó la pequeña. “Es una enfermedad terminal, ya no voy a estar mucho tiempo con ustedes”, explicó.

“Yo sabía que era cáncer lo que tenía mi mamá… pero en sí no sabía qué realmente era el cáncer. Mi hermana se encargó de instruirme un poco en el tema e investigó más a fondo, ella ya tenía 19 años y así fue que me di cuenta y dije: ‘Ok, es algo grave lo que mi mamá tiene, no entiendo cómo se hace, no entiendo por qué le pasa a ella, pero sí sé que se va a morir'”, recordó Eunice.

La familia de la joven la aisló del problema, cuchicheaban a sus espaldas, y ella podía escuchar los comentarios: “¿y la niña ya sabe?”, ¿la niña qué dijo?”. Al ver el panorama de lo que en verdad ocurría, la madre comenzó a armar los planes de vida de su hija, como enviarla con el hermano mayor a otro lugar para que ella terminara sus estudios.

“Cuando me acercaba, solo me abrazaban, no me decían nada, no era una persona con la que quisieran hablar sobre el tema”, manifestó Eunice.

Su madre murió un año y medio después que supo sobre la enfermedad, aunque el médico le había diagnosticado seis meses de vida. Eunice contó que ella manejó la situación como una niña de 12 años, lloraba junto a su progenitora, salía con ella continuamente, la acompañaba a los tratamientos de quimioterapia y tomó en cuenta el consejo de uno de sus hermanos: “hay que hacer de los últimos días de mamá los mejores”.

“Es de suponer que hubo mucha comunicación entre madre e hija. Solamente con una base sólida se le puede permitir estas conductas a la hija. La madre había considerado que la hija era suficientemente madura para acompañarla durante las ‘quimios’ y no es difícil pensarlas en grandes platicas durante este tratamiento, permitiendo aún un mayor acercamiento entre ambas y una preparación para la despedida final”, explicó la psicóloga Paulita Pike.

Según Pike, la forma más eficiente de explicarle la muerte de uno de sus progenitores a un niño es la comunicación. Además, si la estructura familiar es fuerte, se dan los componentes más críticos para el mejor desenlace posible, aunque este sea la muerte del padre o de la madre.

“Si el niño se siente seguro en casa, le encanta su hogar y existe una unión fuerte entre los que forman el núcleo familiar, podemos afirmar que esta convivencia se ha dado en gran medida, debido a la excelente comunicación entre sus miembros”, manifestó la psicóloga.

Al mismo tiempo, agregó que cuando una madre o un padre con niños padece de una enfermedad terminal, lo más recomendable es que ambos den la noticia al pequeño, para ello pueden valerse de ayudas pedagógicas como libros con un lenguaje infantil que cuentan los testimonios de personas, y que han sido escritos por padres que ya pasaron por las mismas circunstancias.

DUELO DURANTE LA ENFERMEDAD

La doctora suizo-americana Elizabeth Kübler-Ross estudió detenidamente hace algunos años, el proceso de muerte de diferentes pacientes de Estados Unidos.

Al inicio, ante la negativa de los médicos, solo realizó su investigación con 200 pacientes, que estaban formados por jóvenes, adultos y adultos mayores.

Su interés por explorar lo que pasaba con ellos posteriormente se convertiría en su trabajo. Comenzó gracias a la ayuda solicitada por cuatro seminaristas en Chicago, quienes observaron que necesitaban acompañar a los feligreses enfermos de otra forma.

A partir de su estudio, en 1969 publicó el libro “On death & dying” que hasta el momento significa un aporte para el mundo de la psicología, la medicina y el trabajo social.

Este contiene las cinco etapas de duelo ante una enfermedad y actualmente es útil para conocer la forma en que se debe atender a los pacientes desahuciados y a sus familias.

De acuerdo con Kübler-Ross, la primera etapa del duelo es la negación, la cual consiste en el momento en el que el paciente y la familia niegan la enfermedad. Pero luego esto se hace imposible y recae en la segunda etapa, la rabia, que provoca enojo en las personas.

Seguido viene la negociación, en la que el individuo intenta negociar con Dios, ofreciendo sacrificios y otras promesas a cambio de una cura y no morir.

Al encontrarse imposibilitado ante las tres etapas anteriores, el enfermo y sus seres queridos experimentan la depresión y entienden el significado de la muerte y sus consecuencias.

Todo lo anterior desemboca en la aceptación, que no es más que comprender a totalidad que realmente hay una realidad cercana: la muerte. Es en esta etapa donde las personas pueden hablar libremente de sus miedos y de los sentimientos que han reprimido todo el tiempo desde que su enfermedad fue diagnosticada.