Shakespeare, nuestro contemporáneo

El sábado 26 de abril se conmemoraron los 450 años del nacimiento del dramaturgo, poeta y actor inglés. Su legado va más allá de las letras y las artes escénicas

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elsalvador.com

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2014-04-27 8:00:00

Celebrando el cumpleaños de Shakespeare, después de 450 años este año en abril, rememoramos el futuro que nos prometió en sus poemas y obras dramáticas. ¿Puede ser que todavía su arte es un espejo lejano en que podemos contemplar a nosotros mismos hoy?

William Shakespeare (1564 – 1615) vivió en un Inglaterra en que toda la sociedad estaba tratando temas de poder, de las posibilidades del amor humano y de Dios, enfrentando y viviendo, con sus contemporáneos, la polarización y el tumulto de todo índole, acercándose Inglaterra a su terrible guerra entre Católicos y Protestantes: la guerra civil de 1642.

En medio de eso, Shakespeare no solamente contribuyó al idioma inglés. Con su lenguaje, a veces bello, a veces terriblemente fuerte, creó también un nuevo concepto del ser humano más humanizado junto con nuevos conceptos de la justicia, de las relaciones humanos y del poder y sus usos en su sociedad. En fin sus temas son los temas de hoy: la justicia, la misericordia y la reconciliación.

Católico en un tiempo de la persecución de los católicos en Inglaterra, Shakespeare creó su lenguaje por medio del uso de los santos de la iglesia—estatuas hechas de madera, con ojos de vidrio y pelo de tacuacín— y los vistió de nuevo con sus ricas y diáfanas metáforas de lenguaje para convencernos de las soluciones a los problemas de las relaciones personales y familiares y examinar a la misma vez, los complejos y fuertes estructuras del estado.

En La Tragedia del Rey Lear, veamos a El Salvador en las palabras del rey que se desconoció a sí mismo y solamente después de que perdió su poder político y el poder de su mente, reconoce, durante una tormenta en el bosque que no se había conocido a sí mismo, hasta que tenía que vivir la tormenta de lluvia, viento y la injusticia. Aquí su lamento:

“¿Pobres desheredados, donde quiera que os halléis,

Aguantando todo el furor de esta implacable tempestad,

¿Cómo pueden resistirla vuestras cabezas sin abrigo y

Vuestros miembros mal cubiertas de andrajos y extenuados

¿Por el hambre? ¡Ah! ¡Mucho olvidé de vuestras necesidades!”.

Shakespeare, después de 450 años, todavía nos convence, durante los fecundos renacimientos en el comercio de Inglaterra (y El Salvador), de la necesidad de la elocuencia y la persuasión del lenguaje, con que él mismo superó su pobreza e inseguridad en las obras dramáticas impactantes que fueron presentadas en los teatros de Londres del siglo XVII.

Tal vez sería algo apasionadamente interesante—como celebración de su cumpleaños—pensar en ofrecer cursos y representaciones teatrales de las obras de Shakespeare no solamente a los jóvenes de los colegios y universidades, sino que a los pacientes en los hospitales, a los reos en los penales, a los soldados y policía en sus cuarteles y en los centros comunitarios de las municipalidades con el propósito de examinar y compartir los valores humanos presentados tan agudamente por Shakespeare después de estos 450 años.

Con su bello, profundo y elocuente lenguaje, Shakespeare mismo, en su vida personal, ganó la grandeza en el escenario de los siglos que, propongo, no nos separen de su genio y de las lecciones persuasivas de sus dramas sobre la creación de un nuevo concepto del ser humano en su tiempo que lleva resonancias para nosotros hoy.

Feliz cumpleaños, querido Shakespeare, nuestro contemporáneo. —Katherine Miller, Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA