Gioconda Belli: “La poesía es una vibración en el alma”

La poeta nicaragüense compartió su experiencia en el mundo de la literatura en la XVIII Feria Internacional de Libro (Filcen)

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Kevin Eduardo Salazar Twitter: @KevinESalazar

2014-03-29 7:00:00

La voz poética de la nicaragüense es tan personal y original como revolucionaria, tanto en la forma de acercarse al cuerpo y a la sensualidad femenina, un “Big Bang” de sentimientos emotivos se reflejan con inteligencia y claridad como mujer y madre.

Los versos de Gioconda Belli trazan la identidad de la mujer y su lucha constante dentro de los contextos patriarcales. Una bofetada mental que te hace reaccionar sobre los espacios de igualdad con los hombres. Su obra poética cuestiona los mitos del patriarcado y sus luchas de conquistas logradas por los movimientos feministas.

Lo más destacado es su poesía de “resistencia o testimonial”, escrita dentro del contexto histórico de la revolución nicaragüense, donde sus tres primeros poemarios, “Sobre la grama” (1970), “Línea de fuego” (1978) y “Truenos y arco iris” (1982) muestran un elemento en común de ese hecho transcendental: el “amor de pareja” como una metáfora multivalente que representaba la unidad socio-política y de género en oposición al gobierno de Anastasio Somoza.

Su poemario “El ojo de la mujer” (1991) reconfirma el compromiso de las mujeres y su tiempo dentro de la Revolución Sandinista, recogiendo las propuestas de las grandes escritoras como Virgina Wolf y Simone de Beauvoir, la influencia de estas dos mujeres aparece en su primer poema titulado “Dios me hizo mujer”, en la cual cuestiona el desequilibrio entre los dos géneros, cuyo lenguaje poético habla de lo cotidiano y hace un hincapié en las respuestas emocionales.

La novela “El país bajo mi piel, memorias de amor y guerra” (2010) es su discurso autobiográfico centrado en dos ejes temáticos: carácter personal y colectivo, que a medida se disfruta de la lectura, ambas se unen para representar una relación directa entre mujer, pueblo y revolución. Un testimonio atado al autodescubrimiento.

Hoy, la oriunda de Managua (1946) camina en tierra cuscatleca. Uniéndose al festejo de la XVIII Feria Internacional del Libro en Centroamérica 2014 (Filcen), en la cual comparte su gran sensibilidad, cuyo trabajo poético la han coronado con los galardones literarios como “Mariano Fiallos” (1972), “Casa de las Américas” (1978), “Anna Seghers” (1989), “Poesía Generación 27” (2002), “Pluma de Plata” (2005) “Sor Juana Inés de la Cruz” (2008) y “Medalla Rubén Darío” (2008), entre otros.

El Diario de Hoy conversó con la poeta invitada y sin duda su voz es un pulso sobre lo que vive Iberoamérica en la literatura. Con un optimismo fuerte, la escritora opinó sobre los logros de las ferias de libros en la región, su trayectoria literaria atada al pasado, presente y futuro de Nicaragua, así como de la autoría salvadoreña.

Gioconda tiene una obra poética muy completa y ahora se encuentra en la etapa de novelista y cuentista. ¿Podrías darnos una semblanza de tu carrera literaria?, ¿cómo llegaste a ser escritora? y ¿por qué escribes?

—Yo empecé a escribir poesía a los 20 años, tenía muchas ideas que se me veían a la cabeza y comencé a tener ese impulso creativo. Creo que ese deseo de expresarme vino porque siempre me ha gustado leer, esa costumbre adquirida por mi abuelo que me daba una variedad de libros. Me llegué a preguntar ¿por qué iba a escribir lo que estaba sintiendo?, es decir, no quería peder esa espontaneidad. Compartí mis poemas con un colega que me animó a seguir escribiendo, porque era una responsabilidad histórica. Entonces empecé a escribir poemas muy intimistas, personales y feministas. Tuve muchos problemas con mi familia por mi forma de escribir, pero mi escritura fue un acto de rebeldía para mí. Así empecé mi primer libro “Sobre la grama” y concursé en el premio de poesía Mariano Fiallos Gil en Nicaragua. Gané en 1972. Estuve escribiendo, recuerdo que guardaba mis poemas en fólder porque me gustaba seguir retratando mis vivencias y el aire que se respiraba en el país. Por cuestiones de persecución política, tuve que irme al exilio. En 1968 concursé en el premio Casa de las Américas, el cual gané gracias a mi poemario titulado “Línea de fuego”. Seguí escribiendo y cuando regresé a mi patria, nació mi libro “Trueno y arco iris” (1982). Después de cinco años (1987) salió “La costilla de Eva”, pero antes vio la luz “Amor insurrecto” (1985) y finalmente para 1991 publiqué “El ojo de la mujer”, una recopilación de mis libros y de mi necesidad de hablar sobre mis vivencias en la Revolución Sandinista, bajo una poesía personal, intimista y muy femenina. Y retrato mi experiencia como mujer y eso es el hilo conductor de mi obra poética. Ahora escribo narrativa, me gusta cómo escribo en prosa y mira que en El Salvador encontré la utopía que soñé en mi último libro “El país de las mujeres”.

¿Quiénes te animaron a seguir escribiendo?

—Le agradezco mucho a mi abuelo, la lectura y autores como Julio Verne, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska y Luisa Valenzuela. Sus estilos son impresionantes que invitan a tejer mundos para contarle a la gente las vivencias que uno tiene. Lo mismo me pasó a mí, mi vivencia en Nicaragua abrieron caminos a expresar ese torbellino de emociones que plasmé en mi poesía. Y si escribes, debes darte cuenta que la escritura es una gran responsabilidad, así como un artesano trabaja y pule la madera. Nosotros debemos hacerlo con las palabras.

¿Qué significa para un libro tener éxitos en Nicaragua, en términos de ventas? ¿Y podrías hablar un poco de la difusión y recepción “La mujer habitada”, “Sofía de los presagios” y “El país de las mujeres”?

—Mis libros han tenido muchos lectores y la suerte de ser vendidos. “La mujer habitada” ha sido muy leída en México, Alemania, Estados Unidos… así como sus variadas traducciones al inglés, chino, ruso, finlandés, turco, árabe… He trabajado con otros editores de la región con los cuales he llegado a ver como la gente busca determinadas lecturas. Mira, con mis libros de poesía como “El ojo de la mujer” se agotaban en Nicaragua. En el caso de “La costillas de Eva”, no recuerdo con exactitud el número de ventas, pero fue increíble como un libro de poesía alcanzó tanta popularidad. Mi literatura en Nicaragua se lee no solo entre los intelectuales, alcanza para todo público. Me han dicho en varias oportunidades que les gusta mi poesía. Recuerdo que para una entrevista dije que la Policía me había parado y cuando me he identificado, me han perdonado las multas. Y una vez, en el Mercado Oriental, allá en los noventa, fui a dar una charla de economía y al final de la ponencia, un grupo de vendedoras se me acercaron y elogió mi poesía.

La recepción de “La mujer habitada” ha sido muy alentadora. Se ha publicado en México, España, Grecia, Turquía y en Alemania, en el país germano ha tenido más éxitos. Luego “Sofía de los presagios” tuvo mucho éxito en todas partes del mundo y mi último proyecto “El país de las mujeres” está tocando muchas puertas.

¿Toda literatura es política? ¿Ha cambiado tu perspectiva de la política en relación a la literatura?

—Yo creo que sí es política, sí en cierto sentido. Porque si entendemos la “política” como la vida de la “polís” porque vivimos en una región del mundo donde la política no es una opción, sino que te busca a vos, porque la problemática social es tan intensa. Y si sos escritor, se supone que sos una personas que tenés unas antenas bien desarrolladas y muy sensibles. Esa mezcla de percepción y sensibilidad sobre la realidad que vivimos, deben reflejarse en la literatura. No es tanto hacer política con la literatura, sino hacer testimonio, crítica, crear visiones y oportunidades para el futuro de lo que quisiéramos hacer. Esa es la función de la literatura en la política.

¿Crees que la literatura testimonial y la poesía popular que se produjeron durante la Revolución Sandinista son importantes y tienen en la actualidad alguna trascendencia?

—Por supuesto. Sobre todo los testimonios, son obras perennes que hablan de un período de historia. En las futuras generaciones siempre he pensado que va ser importante referirse a ellos para entender nuestro propio desarrollo histórico. En mi poesía dejo voces que replican lo que vivimos. Esa es la función que tiene la literatura, cuenta historias que marcan un antes y un después. Es increíble lo que puede uno testificar en un verso.

Mira que nosotros tenemos un Festival Internacional de Poesía que conecta a muchas personas. Está creando vínculos de unidad con el arte. Todos estos festivales, míralo como región, es importante para que nos acerquemos, nos conozcamos. Esto ha sido una conexión a través de la palabra, algo hermoso. Esto tiene que seguir cuajando, que nos una más como hermanos. Porque tenemos tanto en común: dolores, alegrías, vivencias. Y esto es un tesoro para todos nosotros.

¿Qué es literatura y poesía para Gioconda Belli?

—La literatura es la capacidad de convertir la experiencia humana en arte con el fin que otras personas vivan la experiencias a través de la palabra. Y la poesía es una vibración del alma, es como hacer música con las palabras.

Y de la literatura salvadoreña: ¿Qué opinas? y ¿a quiénes has leído?

—Es fascinante. Ustedes tienen una riqueza tremenda de literatura. Amo leer a Claribel Alegría. Recuerdo que en mi libro “Fuego soy, apartado y espada puesta lejos”, hay un poema dedicado a ella, se llama “Clara Claribel”. Soy Salarrué, Miguel Huezo Mixco, Silvia Elena Regalado, Roque Dalton, Manlio Argueta. Estoy fascinada con las letras de sus escritores.