Joven ruso viaja por América en bicicleta

El ciclista está a punto de finalizar su viaje en Buenos Aires, en el marco de promover el uso de las bicicletas en las grandes ciudades

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elsalvador.com

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2014-02-21 8:00:00

Vladimir Kumov es un periodista ruso de 28 años, quien hace más de un año partió desde Guadalajara y está a punto de finalizar su viaje en Buenos Aires, cuyo objetivo es promover el uso de las bicicletas en las ciudades.

Estudió en Buenos Aires, Argentina, durante cuatro años, donde le impresionó la cantidad de carriles para bicicletas, además de la cultura en cuanto al uso de este medio de transporte y el apoyo que ofrece el gobierno.

Cuando volvió a Moscú comenzó a trabajar en su proyecto: promover el uso de las bicicletas en las grandes ciudades y, junto a un amigo, fundó el proyecto “Let?s bike it!”

Después vivió un par de meses en Guadalajara, México, ciudad en la que la cultura ciclista también tiene mucha fuerza. Fue ahí donde nació la idea de unir esos dos puntos.

“La idea es que el cambio se dé desde los gobiernos, pero también desde la gente. La misión no es solamente superar la distancia poniendo pruebas a nuestra solidez, sino conocer y descrubir el movimiento ciclista en Latinoamérica”, explica Kumov.

Así con una bicicleta cargada con 25 kilos, Vladimir inició la travesía el uno de diciembre de 2012 junto a su mejor amigo, quien lo acompaño hasta Panamá y luego por motivos personales volvió a Moscú.

Luego encontró otro compañero de viaje, Michael Ratkewitz. Recorrieron llanuras, montañas, selvas, rutas asfaltadas, caminos de tierra, volcanes, el océano Pacífico, las playas del Caribe y llegaron a Bogotá, donde a Vladimir le robaron la bicicleta y tuvo que seguir su aventura en solitario.

“Todo marchaba a la perfección, pero como allí nos demoramos unos dos meses debido al robo de mi bicicleta, Michael no quiso esperar más y decidió volver a Rusia. De ese modo decidí que, por lo visto, mi destino era continuar el viaje yo solo”, relata.

Estrella nacional

Fue el 29 de mayo cuando Vladimir dejó su bicicleta amarrada a un poste para entrar en un cibercafé. Al salir, una hora después, no había ni rastros de ella. Como es lógico se dirigió a la policía para denunciar el hecho, aunque, según sus palabras, él sabía que no serviría de nada.

Después, en Facebook, el ciclista pidió ayuda en distintos grupos relatando la situación y solicitando que se hiciera difusión del post. Dos horas después, este ya se había compartido más de 400 veces y a las tres horas lo llamaron del periódico El Tiempo y más tarde del resto de canales de televisión, periódicos y revistas locales. Una semana más tarde se había publicado una gran cantidad de artículos sobre su historia. Con el robo, “me convertí en estrella a nivel nacional”, dice Kumov.

Después unas personas crearon un grupo en Facebook llamado “una bicicleta nueva para Vladímir Kumov”, que para el 1 de junio tenía más de 1.500 miembros.

Fue tan grande el apoyo hacia el joven, que incluso, se organizó una manifestación de más de 500 personas bajo el eslogan ‘No más robos’. Gracias a esto, la compañía Specialized Colombia le regaló una bicicleta nueva y así pudo continuar su viaje.

En tierras cuscatlecas

El Salvador era un país del que los ciclistas tenían miedo por la inseguridad y por haber haber sufrido una guerra civil.

Durante todo el viaje, Vladimir siempre intenta encontrar alojamiento antes de que anochezca. En una ocasión, relata, intentaban encontrar un sitio donde pernoctar en el país. A eso de las nueve de las noche llegaron a una pequeña ciudad donde debían encontrar hotel, pero no había ninguno.

“Pregunté a la gente del lugar y nos aconsejaron un motel. Lo encontramos y comenzamos a llamar a las puertas de metal. Estas se entreabrieron y se asomó una chica con una escopeta que nos preguntó qué queríamos. Intentamos explicarle tranquilamente que necesitábamos un sitio donde pasar la noche y ella nos hizo pasar delante de ella, apuntándonos con la escopeta . ¿Te imaginas mi sensación en ese momento?”, expresa el ciclista. Pero todo salió bien, “luego de acordar el precio de la habitación, pagamos y la encargada del lugar se volvió mucho más agradable”, relata Kumov. —Agencias