Cirujano les implantó una mano

En el primero de los casos, un hombre de 44 años quedó con el 90 por ciento del miembro superior izquierdo seccionado, el segundo, un joven de 25 años llegó al hospital de Sonsonate con el 70 por ciento amputado

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Por Yamileth Cáceres nacional@eldiariodehoy.com

2014-02-07 8:00:00

Ambos pacientes del hospital público de Sonsonate, uno de 44 años y otro de 24, estuvieron apunto de perder una de sus manos a causa de lesiones que sufrieron en eventos relacionados a la delincuencia. Los dos casos ocurrieron en diciembre de 2013.

Lo atacaron en su casa

Eran las 4:00 de la mañana del 22 de diciembre del año pasado cuando los médicos de la Sala de Emergencias del Hospital nacional de Sonsonate “Dr. Jorge Mazzini Villacorta” recibieron a un hombre de 44 años con la mano izquierda casi colgando, solo sostenida por una pequeño segmento de piel.

Hacia dos horas y media que había sido agredido con un machete en su vivienda. Los desconocidos lo hirieron en la cabeza y casi le amputaron el miembro superior.

El señor fue trasladado en una patrulla de la Policía Nacional Civil de Sonsonate. Fue evaluado por el personal de turno y estabilizado en la Máxima Urgencias con el plan de regularizarle el muñón, es decir que lo preparaban para la amputación de la mano.

El paciente solo tenía íntegra la vena radial y una lesión del 30 por ciento de la arteria radial, esta se encarga de distribuir sangre a las arterias adicionales. La amputación se hubiese realizado de no ser porque el cirujano Alberto Cota conoció el caso y decidió reimplantar el miembro, una intervención que antes no se había hecho en ese centro hospitalario.

“En ese momento como es una urgencia, un paciente que va hacer amputado, lo que se trata de hacer es restablecer el flujo vascular, la oxigenación de la mano y eso fue lo que hice”, explicó el médico.

La operación duró, aproximadamente, dos horas y media. Esta consistió en fijarle el hueso de la muñeca, que estaban cortado completamente , con tornillos de platino y unir las principales arterias y venas de la mano con un hilo especial.

“Con eso estaba la expectativa si el miembro se podía salvar. Tengo entendido que se han hecho muchos intentos, pero gracias a Dios al día siguiente, al evaluarlo (al paciente), pudimos constatar una saturación de oxígeno por arriba del 90 por ciento o sea que había flujo vascular; oxígeno en los tejidos”, recordó Cota.

La evaluación del señor se realizó 12 horas después de la intervención quirúrgica y todo estaba bien. Le suministraron medicamentos para evitar que se formaran coágulos y tapara alguna arteria reparada y dejara sin oxígeno la mano. Luego le dieron antibióticos y tratamiento psicológico, debido a la agresión que sufrió.

Cota comentó que en este tipo de casos lo que se hace, generalmente, es terminar de amputar el miembro y regularizar el muñón, luego mandarlos a rehabilitación.

“Porque las estadísticas nos han dicho siempre que estas manos no se salvan, yo decidí cambiar un poco la metodología”, expresó el cirujano.

El 30 de diciembre de 2013 le dieron el alta a este paciente del hospital de Sonsonate y fue referido para el Hospital de Santa Ana, San Juan de Dios para una segunda cirugía que duró tres horas y media, esta es para que pueda mover los dedos, se le reconstruyeron los tendones, le falta otra.

Esta nueva operación sería para que logre flexionar los dedos de la mano reimplantada.

El doctor explicó que el reimplante de la mano es un proceso largo, pero en estos casos el paciente no puede estar mucho tiempo bajo el efecto anestésico, por ello se trata de acortar el tiempo operatorio tomando en cuenta que no será un solo acto quirúrgico.

De acuerdo con Cota, la mano será funcional aunque desconoce en qué porcentaje, eso dependerá también de la rehabilitación, “pero por lo menos tiene su mano y tiene movilidad con lo cual podrá tomar algo”.

Por el momento puede mover los dedos de la mano reimplantada.

La otra víctima

A las 4:30 de la mañana, del 25 de diciembre de 2013, los cirujanos estaban frente a un caso similar al del paciente de 44 años, a quien apenas tres días antes había operado.

Un joven de 25 años había sido herido de su mano izquierda, se la habían cortado, aproximadamente, en un 70 por ciento durante un asalto cuando iba para su casa. Era un caso menos complejo que el anterior.

Cota explicó que tenía arterias y tendones sin cortar y flujo sanguíneo. “Estos casos son menos difíciles de reparar, sin embargo tome las mismas precauciones y le hice el mismo procedimiento. El reparo vascular y algún reparo de los tendones flexores de la mano, la osteosíntesis (se le pusieron clavos en el hueso para recuperarla)”, agregó Cota.

Cuando el joven fue recibido en el hospital de Sonsonate, lo pasaron a la Máxima Urgencia, lo estabilizaron, le suministraron antibióticos, la vacuna antitetánica, le hicieron exámenes de laboratorio, le controlaron el sangramiento y posteriormente entró a la sala de cirugía.

En la misma intervención quirúrgica le repararon los tendones y en los próximos días le harán otra operación para que pueda flexionar los dedos. “Habían más estructuras respetadas, entonces había más posibilidad de salvarle la mano”, expuso el cirujano.

Cota comentó que el joven se ha recuperado más rápido porque en el mismo procedimiento le repararon los tendones y ya tiene movilidad en sus dedos.

“Los pronósticos son muy buenos para estos pacientes porque las intervenciones han sido oportunas y rápidas”, dijo Cota.

Para él, haber hecho estas cirugías y salvar a los dos pacientes de una amputación significa a demás de una satisfacción personal aportar a los pacientes. En estos casos lo importante es el tiempo que ha pasado desde el evento hasta que llega al hospital.

Después de seis horas ya no se puede salvar el miembro porque el miembro ha perdido oxigenación y ha pasado mucho tiempo con el tejido muerto.

En el Rosales

En septiembre de 2011, el cirujano Ángel Doño reimplantó un brazo en el hospital Rosales a Verónica, una joven que sufrió un accidente de tránsito.

Verónica tenía el brazo unido únicamente por unos ocho centímetros de piel, quedó con los músculos, la arteria, la vena, los nervios y los huesos seccionados.

La operación consistió en colocarle unos tutores externos unidos por una barra de acero para estabilizar el hueso que estaba partido, luego unieron las arterias, la vena, el nervio, los músculos y la piel.

Además le extrajeron una porción de unos 18 centímetros de la vena safena mayor de la pierna para injertársela en el brazo. También le drenaron la sangre para evitar que quedara líquido contaminado en su cuerpo.

En el Rosales, al año se atienden unos diez pacientes con fracturas expuestas grado 3B o C de diferentes miembros, es decir con una destrucción elevada de la extremidad.

Lo más frecuente que atienden son fracturas de pierna, pero por lo general ya ha pasado mucho tiempo desde el accidente entonces ya no hay circulación sanguínea y lo que procede es regularizar el muñón.

Juan Antonio Tobar, jefe de la Emergencia del Rosales, al referirse al caso de Verónica, declaró en esa ocasión “para mí es un caso afortunado porque vino en el momento correcto, a la hora correcta y con el equipo correcto y sin el número de lesiones que llevara a que sea irreversible. Es un éxito, pero no para considerarlo que es algo que uno puede ofrecer en todos los casos”, dijo Tobar.