Autores de robo a FBI en 1971 revelan trama

Un grupo de pacifistas de los años setenta confesó el robo de documentos que destapó el espionaje político del gobierno de Estados Unidos a los disidentes. Tres de los autores se identifican con el exanalista de la NSA Edward Snowden.

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elsalvador.com

Por Texto y fotografías: Agencias

2014-01-11 12:00:00

Tres profesores universitarios, un director de guardería y un taxista son cinco de los ocho activistas de Filadelfia que se oponían a la guerra de Vietnam y que sacaron a la luz un programa de espionaje de la Oficina Federal de Investigación (en inglés: Federal Bureau of Investigation, FBI) en 1971. Algunos de ellos hablaron sobre el caso esta semana a los medios de comunicación estadounidenses.

The New York Times publicó el martes un artículo sobre el robo, en el que los ocho ladrones entraron por la fuerza en una pequeña oficina del FBI en la ciudad de Media (Pensilvania) el 8 de marzo de 1971 y se llevaron todos los documentos, los que después fueron enviados a varios periódicos.

El hecho recuerda a las recientes revelaciones del exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) Edward Snowden, con quien tres de los exactivistas se identifican.

La idea del robo fue de William Davidon, un profesor de física y líder del movimiento de desobediencia civil contra la Guerra de Vietnam. Davidon murió el año pasado.

Los otros autores son el trabajador social Bob Williamson, el matrimonio John y Bonnie Raines y Keith Forsyth, quien entonces trabajaba como taxista.

Los asaltantes pasaron semanas estudiando la oficina del FBI. Bonnie Raines ingresó al edificio para estudiar su distribución, bajo el pretexto de que necesitaba conocer las oportunidades para las mujeres interesadas en hacer carrera en la oficina estadounidense.

Ella notó la ausencia de cerraduras en los cajones de archivo de la oficina. Mientras tanto, Forsyth aprendía a abrir cerraduras.

En una noche en que todo el país estaba distraído con la pelea entre Muhamad Alí y Joe Frazier, los miembros del grupo concretaron su plan. Salieron de la oficina con las maletas llenas de archivos.

Miembros del grupo dijeron que revisaron los documentos y que sólo enviaron a la prensa aquellos que mostraban que el FBI tenía como objetivo a los civiles, no los papeles que podrían haber puesto en peligro la seguridad nacional.

Entre las notas que el grupo robó y filtró se instaba a los agentes del FBI a aumentar los interrogatorios de los izquierdistas en los campus universitarios, confiando en que ese esfuerzo “aumentaría la paranoia endémica en estos círculos, y servirá además para establecer el punto de que hay un agente del FBI detrás de cada buzón”.

Los sobres que enviaron a periodistas a principios de abril de ese año vinieron de lo que llamaron la Comisión de Ciudadanos para Investigar al FBI. Uno de ellos llegó al escritorio de Betty Medsger, en el Washington Post. Ella informó sobre las revelaciones y nunca renunció a contar la historia del robo y su significado.

Después de cuatro décadas

Hasta esta semana el delito estaba sin resolver, pero el período para levantar cargos contra cualquier persona ya caducó, por ello tres de los ladrones revelaron su autoría.

Hablaron con los medios de cara a la publicación de dos crónicas sobre el robo: el libro de la periodista Betty Medsger “The Burglary: The Discovery of J. Edgar Hoover’s Secret FBI”, publicado el martes, y “1971”, el documental de la cineasta Johanna Hamilton que se estrenará a finales de este año.

Keith Forsyth, quien tenía 20 años de edad en el momento del robo, explicó que los participantes querían evitar ser llevados a juicio. El estatuto de limitaciones caducó en 1976, pero añadió que también guardaron silencio hasta ahora porque querían que la gente prestara atención a las revelaciones de los archivos.

“Queríamos que el foco estuviera en los documentos que encontramos y no en nosotros”, aseguró Forsyth durante una conferencia telefónica con periodistas.

El primer golpe al FBI

En 1971 el FBI contaba como mucho poder y prestigio, gracias al mandato de J. Edgar Hoover como director, por ello nadie pensaba en que desarrollaría un programa secreto para infiltrar, vigilar y menoscabar los movimientos sociales.

Dicho plan de espionaje del gobierno de Estados Unidos se llevaba a cabo desde 1956, y los objetivos principales eran los grupos antibélicos, las asociaciones de estudiantes disidentes, las organizaciones políticas, los presuntos comunistas y los líderes de los derechos civiles.

“El FBI realizaba una guerra secreta contra la disidencia (…) en particular contra los activistas que se oponían a la guerra y contra los negros estadounidenses”, declaró Keith Forsyth.

Y añadió que “tras haber superado mi conmoción inicial de pensar que se trataba de la locura más grande que había escuchado en mi vida, pensé, es una buena idea porque no vamos a realizar ningún alegato, vamos a tomar sus propios documentos, firmados por sus funcionarios, entre ellos J. Edgar Hoover, y vamos a entregarlos a los periódicos. De modo que no tenían cómo defenderse. Definitivamente vi paralelismos entre el caso de Snowden y el nuestro. Lo que revelamos cambió la opinión pública, y es por eso que las leyes cambiaron. Si mostrar nuestra identidad hará que la gente discuta sobre lo que hizo el FBI y lo que la NSA está haciendo ahora, creo que es algo positivo”.