Comer los sobrantes de comida de su hijo tiene efectos en la salud

Cuando las madres comen los alimentos que sus bebés ya no quieren generan un desorden en los horarios, cantidad y calidad de sus comidas. Con este consumo mayor de calorías no pueden perder el peso ganado en el embarazo y aumenta más

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elsalvador.com

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2013-11-09 8:00:00

Muchas mamás tienden a comerse los restantes de comida de sus hijos y con esta acción, lo único que consiguen es comer extra, o incluso perder su apetito.

“El problema que existe con este hábito es que podemos sumar calorías de los alimentos de nuestros hijos, y esto agrega calorías a nuestra dieta, haciendo difícil que bajemos esas libras del embarazo o que subamos más libras aún”, asegura Ana Cristina Gutiérrez, asesora nutricional de Herbalife.

La mayoría de los infantes consume el 75% de la porción, ya que están en una edad donde prefieren jugar o hacer otras actividades antes que comer. Además, tienen un estómago pequeño y si consumen meriendas muy cargadas en calorías, podrían estar menos dispuestos a comer los alimentos servidos durante los tiempos fuertes.

Otro detalle importante es que ¡los chicos son selectivos! Pero mucho depende de los hábitos de los padres. Si en casa siempre hay alimentos frescos y saludables y se les enseña a probar aunque sea un poco de cada uno, tendrán más variedad en la dieta.

Si no les gusta de una forma, cocine o prepare los alimentos de diferentes maneras hasta encontrar la que más les guste.

Según la especialista, esta práctica contribuye a consumir calorías extra, porque el valor energético de esos “pocos de comida” se suma al de la dieta habitual. También está el caso donde los sobrantes del plato provocan sensación de llenura, y luego la mamá se salta un tiempo de comida, causando un desorden en su horario, cantidad y calidad alimenticia.

Dejar de lado una costumbre de mucho tiempo puede ser complicado, pero si toma en cuenta estas recomendaciones será más sencillo: sirva porciones pequeñas a su hijo o hija. Si quiere más, es mejor servirle otra porción, así no estará tentada a comerse lo que deje.

Piense que esas calorías suman en su ingesta diaria, por lo que ¡una cucharadita más siempre cuenta! Es mejor que se sirva una porción entera de la misma comida de su hijo, que comerse 2 o 3 cucharaditas de lo que está comiendo su pequeño.

Realice sus 5 o 6 tiempos de comida y así evitará períodos de hambre y ansiedad.

Tome suficiente líquido para no confundir hambre con sed.

Procure -si la tentación es mucha-, tener a mano alguna merienda que se pueda comer mientras alimenta a su pequeño; por ejemplo una fruta o un yogur.

Si usted pica y come lo que queda de la comida de su hijo, no estará consumiendo lo que su cuerpo necesita en los próximos tiempos de comida y en consecuencia, desbalanceará su dieta. Gutiérrez asegura que con esta práctica se da un mal ejemplo a sus hijos, “ellos aprenderán a no controlarse cuando el cuerpo le envía señal de saciedad; a consumir alimentos por emociones, como angustias o felicidad; y le reforzará el hábito de “picar” o andar comiendo de poquitos en poquitos, lo que dificulta que consuma lo que debe en los tiempos fuertes de comida”.—EDH