Rafael Rauda, el doctor de la risa

[Los beneficios de la risoterapia] Un médico pediatra al que le gusta hacer reír a los niños para que controlen su dolor mientras están hospitalizados.

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elsalvador.com

Por Foto y texto: Lissette Lemus

2013-10-06 8:00:00

“La sonrisa de un niño es el regalo más grande que se puede tener en la vida”, expresa Rafael Rauda, mientras se quita su nariz de payaso y limpia el maquillaje de su rostro después de finalizar el recorrido por la sala de pediatría del Hospital San Juan de Dios en Santa Ana.

Ser médico era el sueño de Rauda desde que era un niño, pues le parecía sorprendente como una persona puede ayudar a otra a aliviar su dolor.

A sus 25 años el sueño se hizo realidad. Se graduó de médico general de la Universidad de El Salvador, después de ocho años de estudio.

Y su asombro por la capacidad de curación de los niños fue uno de las principales motivaciones para que decidiera especializarse en la pediatría.

Pero su carrera dio un giro durante la epidemia de la gripe H1N1 en 2009, ya que combinó su estetoscopio con una peluca, una nariz roja y un traje de payaso.

“El personal tenía el optimismo para trabajar pero tenía cansancio físico y emocional, por ello se intentó darle otro aspecto a la atención”, recuerda Rauda.

Y fue en ese momento en que el joven doctor se dio cuenta que podía incursionar en la risoterapia, al ver los resultados en el cambio de actitudes del personal médico y de enfermería, ya que recibían un taller con payasos expertos en ese rama.

La risoterapia es una técnica que por medio de la risa produce estímulos internos que mejoran el estado de ánimo y de salud, indica Rauda.

Cómo experimento, el doctor comenzó a ponerse una nariz de payaso hasta desarrollar su personaje “Raflo”, el payaso que visita al menos una vez al mes a los niños internos en el área de pediatría del hospital.

“No solo es necesario que le demos medicina para el cuerpo sino también medicina para su alma, que es una sonrisa”, agrega.

Así durante una visita, Raflo ingresa a la sala de “aislamiento” mientras una enfermera le extrae sangre con una jeringa a una niña, los gritos inundan la sala.

Con su peluca de rizos negros y su nariz roja, el payaso comienza a hablarle a la niña hasta que atrae su atención, los gritos cesan y en poco tiempo la pequeña se vuelve ajena al doloroso procedimiento y pide al payaso un perrito, el cual le construye con un globo de color rosado.

Y así, va recorriendo una por una las camas de los pacientes, haciendo globoflexia y robando sonrisas a los niños, quienes con cautela le cuentan al payaso porqué están en el hospital, sin saber que es el médico al que tanto temen.

“Es algo fascinante porque los conocemos como pacientes, pero como payaso se rompe esa barrera de doctor-paciente y me puedo acercar más a ellos y les puedo hablar de la enfermedad”, profundiza Rauda.

En el recorrido Raflo no solo hace sonreír a los niños, enfermeras y médicos también disfrutan la visita, y los padres de familia no pierden la oportunidad para fotografiarse con el payaso, quien en la vida real se viste de médico.