Muletillas, esas palabras de más

La forma de expresarse, los gestos, el tono que empleamos y las muletillas que usamos en nuestras conversaciones dejan al descubierto muchos aspectos de nuestra personalidad

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Dos estretegas que hablan el mismo idioma. Foto: EDH / Archivo

Por Texto: Mireya Amaya

2013-08-10 12:00:00

e emplean a diario en la casa, en las conversaciones con los amigos o compañeros de colegio o universidad e incluso en el ambiente de trabajo con los colegas y jefes, y peor aún con los clientes.

Sí, se trata de las muletillas. Esas contagiosas palabras que se presentan como una moda y basta con que alguien las escuche un par de veces para que pasen a formar parte de su manera de hablar, hasta que se canse de ellas o las sustituya por otras.

Lo triste es que quien las usa piensa que está hablando o escribiendo de maravilla, con un estilo técnico y a la última. Pero por desgracia es todo lo contrario.

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), muletilla es una voz o frase que se repite mucho por hábito. Beatriz López Medina, doctora en Filología y profesora del Departamento de Lenguas Aplicadas de la universidad de Nebrija (en un artículo de la revista Psychologies), explica que las muletillas son expresiones que las personas utilizan cuando no encuentran el término adecuado para expresarse.

Para el caso, la palabra “¿entiendes?” es utilizada para cubrir un bache en la comunicación y no para comprobar que la otra persona en verdad está comprendiendo lo que se le dice.

¿Pero por qué se usan estas palabras? Para Carmen González Huguet, catedrática de la Universidad “Dr. José Matías Delgado”, “lo ocasiona la falta de imaginación y, por supuesto, la terrible pobreza léxica de nuestros conciudadanos. Y eso se origina del poco leer que es habitual entre nosotros. Porque a mayor lectura, más vocabulario. Y cuando una cuenta con suficientes sinónimos, no tiene porqué hacer uso de esas frases de cajón, o palabras que pueden sonar muy doctas, pero que no lo son”.

Su lenguaje dice mucho de usted

El empleo de las muletillas puede denotar nerviosismo, falta de concentración, así como cansancio físico y mental. De la misma manera, asegura González, “las muletillas revelan inseguridad. Las usan personas influenciables, que se dejan llevar mucho por el juicio ajeno. Y son contraproducentes, porque las personas que las usan quedan en evidencia ante los que sí conocen el idioma y saben usarlo con propiedad. Más que dominio ‘técnico’ del idioma, las muletillas son síntoma de ignorancia”, afirma.

Entre las muletillas más comunes están ¿entiendes?, o sea, es decir, esto… ¿qué te iba a decir?, mira, ¿no es cierto?, qué quieres que te diga, ¿sabes?, ¿me explico?, ¿sí? y las famosas “lo que es o “en lo que es”, que se escucha tanto en los últimos tiempos.

Esta muletilla se escucha en todos los ámbitos de la vida cotidiana. La repite el reportero de noticias: Estamos “en lo que es” la Asamblea Nacional; el ejecutivo de ventas: estimado señor Pérez, le llamo porque su banco le ha distinguido con “lo que es” un crédito… E incluso la emplea el vendedor ambulante: Esta mañana vengo a presentarles, “lo que es” un nuevo producto…

En los tres casos el empleo de esa muletilla no contribuye en ningún sentido con la frase expresada. Es más bien innecesaria, como sucede con todas esas palabras. En todo caso denota pobreza de contenido y escasa preparación.

Por otra parte, el Internet, el uso de nuevas tecnologías y la creciente globalización tienen su cuota de responsabilidad en el empobrecimiento de la riqueza léxica y en el incremento del uso de muletillas en los últimos años.

“Lo vemos en los mensajes de texto (SMS) y en la ascendente adopción de muletillas extranjeras y palabras comodín en nuestro lenguaje oral cotidiano, como ok, ciao, fashion y trendy”, apunta López Medina.

Los especialistas recomiendan limitar su uso, ya que son tan comunes estas expresiones que las emplean tanto hombres, como mujeres, jóvenes y viejos.

Sin embargo, con esfuerzo es posible eliminarlas del habla.

El primer paso es tomar conciencia de la forma en que se habla y en seguida enriquecer el vocabulario a base de lecturas.

“La única cura es leer, leer constantemente, leer a diario, conocer nuestro idioma para saber usarlo con propiedad. Eso no tiene excusa. Ningún profesional que se respete puede usar la lengua española con ignorancia y con desprecio de las normas del buen decir y escribir”, asegura González.

Otro recurso es escuchar a buenos oradores y por supuesto que ayuda el entrenamiento oral. Para ello, una alternativa muy práctica es grabarse en casa, escuchar con atención el discurso, identificar las muletillas y corregirlas. Pensar con antelación lo que se va a decir también es bueno, lo mismo que hacer pausas, ser precisos y directos en la forma de expresarse.

Finalmente, auxíliese de Internet. Esta es una herramienta muy eficiente para quien en verdad desea conocer su idioma y aprender a escribir y a hablar con corrección.

Hay muchos sitios que ayudan a mejorar el léxico como el de la RAE www.rae.es y el de la Fundación del Español Urgente www. fundeu.es. Consúltelos con frecuencia, sin miedo, y no se quede con la duda.