Amamantar no es difícil, pero sí sacrificado

La naturaleza es perfecta. Dota a la mujer del mejor alimento para su hijo y condiciona su fisiología para la lactancia. Sin embargo, toda mamá debe prepararse de forma acertada para evitar complicaciones durante el puerperio y disfrutar a plenitud el placer de ser madre. Además, tiene que hacer frente a un cambio integral en su ritmo de vida.

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elsalvador.com

Por Texto: Rosemarié Mixco Fotografía: Internet

2013-07-20 10:00:00

La ley de Promoción, Proyección y Apoyo para la Lactancia Materna es clara. Su objetivo principal es: “Promover, proteger y mantener la lactancia materna ‘exclusiva’ hasta los seis meses y lactancia prolongada hasta los dos años de edad”.

Pero la norma no contempla que un buen porcentaje de madres salvadoreñas no pueden permanecer seis meses de forma exclusiva cuidando de su bebé en casa.

Y aunque esta normativa recién aprobada contempla el derecho de la mujer ha recibir “el apoyo del padre, la familia, la comunidad, los empleadores y las organizaciones privadas”, para amamantar a su hijo, la situación no es tan fácil. El primer obstáculo es la desinformación.

Teresa de Jesús es madres de dos niños, jefa de hogar, empleada y el sustento principal de sus padres. Desde niña se le inculcó que al concebir sus hijos el mejor alimento durante el primer año era la leche humana.

Todos a su alrededor contribuyeron a prepararla física y psicológicamente para el parto. Su período de gestación fue hermoso, pese a las complicaciones del primer trimestre durante sus dos embarazos.

Sin embargo, nadie le informó que debía acondicionar su cuerpo adecuadamente para amamantar, menos las técnicas correctas para lograrlo. “El ginecólogo me dijo que el papá de mis hijos debía ayudarme a hacerme el pezón, pero no me indicó cómo”, recuerda.

Aunque Teresa se lo propuso, no logró dar lactancia materna a ninguno de sus dos hijos por un año. Al primero lo alimentó por cuatro meses y a la segunda, casi cinco. Eso sin mencionar que fue un verdadero suplicio.

El pediatra neonatólogo del Hospital de Diagnóstico Boris Carranza (boriscarranza@yahoo.com) es enfático. “La educación es muy importante para una lactancia materna exitosa”. Y aquí el especialista se refiere a que sólo una madre bien informada podrá hacerle frente a los mitos, a los inconvenientes del período de adaptación, a las posibles enfermedades y a la continuación de la lactancia después de concluir su incapacidad por parto.

Teresa sufrió de mastitis y absceso mamario las primeras semanas de lactancia, con su primer hijo. Y las grietas la hicieron llorar por dos meses con su segundo bebé. También recuerda que aprendió a ordeñarse sin extractor por instinto, luego que su médico se lo ordenara vía teléfono.

Lamentablemente dejó de producir leche cuando tuvo que volver a trabajar, porque ignoraba que debía extraérsela respetando un horario establecido. “Lo hacía sólo cuando estaba en casa, nadie me dijo, ni yo pregunté, que debía hacerlo cada cuatro a cinco horas, aunque estuviese laborando”.

Con los días, al dejar de sacarse la leche ya no produjo más. Teresa se dejó llevar por el temor a perder su empleo y la urgencia de llevar el dinero a casa para suplir las necesidades. Nadie le aclaró que ella podía combinar perfectamente la lactancia con su trabajo.

La doctora Carolina Marín de Ayala (dracaromarin@gmail.com), ginecóloga y mastóloga del Hospital de Diagnóstico, enfatiza que todas las mujeres pueden amamantar a sus bebés con facilidad. “No es difícil, lo importante es la educación. Si una mujer conoce lo que debe hacer, lo entiende, lo comprende y lo práctica, no tendrá dificultades. Ahora bien, dar de mamar sí requiere sacrificio”, señala.

Uno de los factores que más resienten las madres, sobre todo las más jóvenes, es el desvelo. Es primordial saber que para alimentar al bebé en horas nocturnas nunca debe hacerse acostada. La mamá debe despertarse y de preferencia sentarse para alimentarlo durante la noche. “Muchos niños mueren asfixiados porque las madres cansadas se duermen con ellos dándoles de mamar. Las mamás deben pensar en su bebé, sentarse y hacer el sacrificio”, recalca Marín de Ayala.

Para las mujeres que trabajan es más duro, porque después de concluir la jornada laboral, deben continuar un itinerario con el bebé. Es en esta situación donde la familia debe cooperar, sobre todo cuando se tiene pareja.

El doctor Carranza también resalta que una mujer en período de lactancia debe cuidar de su salud emocional y mental, porque no es recomendable lactar en un estado de estrés.

¿Qué ocurre con las mujeres que enfrentan trabajos absorbentes, agotadores y estresantes? que además, son madres solteras y su familia le dio la espalda.

Es aquí donde el vínculo madre e hijo resulta esencial. Sólo el amor de una madre por su descendiente puede suplir muchas de esas limitantes y vencer los obstáculos. Ese precisamente es uno de los grandes beneficios de la lactancia materna, reforzar esa conexión.

Tanto Carranza como Marín de Ayala recomiendan nunca desistir. El sacrificio y la valentía de las mujeres en este tema, merece la pena.

Cuando los niños se alimentan de la madre, obtienen diversos beneficios. “Se ha probado que los niños que reciben leche materna exclusiva por seis meses poseen un mejor desarrollo neurológico a corto y largo plazo que los que no la recibieron”, afirma el neonatólogo.

Brinda al pequeño los componentes que necesita para su crecimiento en la justa medida. El calostro (leche amarillenta y espumosa que baja los primeros días) es la leche que ningún bebé debe dejar de recibir.

La doctora Marín de Ayala, afirma que toda mujer puede dar de mamar y que sólo en raras ocasiones la lactancia es imposible. “Nunca se podrá dar de mamar si padece tuberculosis o VIH”, detalla. Asimismo, cuando se padece abscesos mamarios con presencia de pus deberá abstenerse hasta ser tratada por un especialista. Luego de sanar, debe continuar. Durante el tratamiento, no debe dejar de extraer la leche, porque el líquido rezagado se descompone dentro del pecho provocando una mastitis. Tampoco debe hacerse cuando han recetado antibióticos fuertes (quinolonas, penicilina) o esteroides.

En el caso de padecer grietas, la mamá debe continuar alimentando al niño pese al dolor y la incomodidad.