George Lucas: “Nunca fui bueno en los estudios, pero siempre fui un apasionado de la educación”

El director y creador de la exitosa saga de La Guerra de las Galaxias donó millones de dólares para construir una verdadera escuela de cine.

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Por Fabián Waintal Corresponsal en Hollywood escena@elsalvador.com

2013-07-29 7:00:00

A lo lejos se ven los gigantes edificios del centro de Los Ángeles, cruzando el Staples Center donde juegan al basquet los Lakers. Justo en frente está el Shrine Auditorium donde solían entregar el premio Oscar. Y de este lado de la calle, en la Universidad del Sur de California, (USC para quienes ya la conocen) es donde se educan gran parte de aquellos que hoy son premiados. De hecho, en los últimos cuarenta años, con la excepción de apenas dos entregas del Oscar, siempre hubo por lo menos un graduado de USC en alguna de las nominaciones. Incluso las diez películas de mayor recaudación en la historia del cine, han sido producidas o dirigidas por ex alumnos de USC. Uno de ellos nos recibe hoy, en la construcción de la nueva USC School of Cinematic Arts, gracias a los 175 millones de dólares que él mismo ha donado de su bolsillo para expandir los estudios que él también había aprovechado cuando se graduó en esta misma Universidad, en 1966.

– ¿No dudó en ningún instante cuando tuvo que firmar el cheque por 175 millones de dólares para semejante donación?

– Para mí es un gran privilegio ayudar a la escuela que me ayudó tanto, cuando recién había descubierto el cine. Aquí encontré mi pasión, mis amigos y también aprendí todo lo que sé en cine. Nunca fui bueno en los estudios, pero siempre fui un apasionado por la educación.

– ¿Cambió mucho la Universidad desde los tiempos en que usted estudiaba?

– Cuando yo llegué a USC, había un insignificante departamento artístico y con el paso del tiempo pasó a tener su propio edificio y hace poco cambiaron también el nombre para incluir todas las áreas del arte cinematográfico, desde medios interactivos, televisión y cine, todo aquello que tenga imágenes en movimiento y sea una forma de comunicación en el siglo XXI.

– ¿El cine había sido siempre su pasión, desde chico?

– Cuando vine a USC no sabía nada sobre cine. Muchos de mis amigos habían hecho películas toda su vida, filmando cortometrajes desde los 11 años. Ellos sabían exactamente lo que querían hacer. Yo, no tenía idea. Había crecido con una pasión por el automovilismo. Quería correr autos de carrera o trabajar con autos. Recién a los 18 años me di cuenta del cambio. Estaba confundido, perdido, como la mayoría de los universitarios o los que terminan la escuela secundaria.

Aquellos sueños de convertirse en un corredor profesional de automovilismo se habían convertido en una pesadilla durante un gravísimo accidente que George Lucas había tenido enseguida después de graduarse de la escuela secundaria Downey High School. Exactamente el 12 de Junio de 1962, cuando intentaba dar una vuelta a la izquierda para estacionar su italiano auto Fiat Bianchina, volcó por completo estrellándose contra un árbol, mientras era despedido por los aires, como si realmente hubiera protagonizado una película de acción. Había sido una película real, que cambió por completo su futuro… y el de Hollywood.

– ¿Cómo cambió la pasión del automovilismo por el cine?

– Después del accidente, como me gustaba Ciencias Sociales, terminé estudiando antropología, pero también me gustaban las ilustraciones y la fotografía. Mi padre me había dicho “Voy a pagarte los estudios si no vas a una escuela de arte”. Me conocía muy bien y sabía que yo no iba a pagarme los estudios porque soy muy haragán. Entonces empecé a buscar y encontré la Escuela de Cinematografía por uno de mis mejores amigos que estudiaba en USC. Recién cuando vine me di cuenta que no era una escuela de fotografía, sino de cine. Me parecía una completa locura, como también pensaba el resto de la gente. Nuestra clase quedaba a la vuelta del dormitorio de las chicas que nos veían como unos extraños ‘nerds’ que hacían algo que nadie quería hacer. No había demasiados profesores, nadie quería dar clases. Tampoco había la absoluta oportunidad de conseguir trabajo con un título de cine. Los únicos que estaban, eran amantes de cine. Eran como una secta que solo quería hacer cine, algo muy similar como la realidad de Internet, antes de que fuera exitoso, en un período donde se consideraban extraños a aquellos del departamento de informática. Y nosotros nos divertimos mucho. Había mucho entusiasmo. Y aprendí todo sobre cine. Básicamente definió el resto de mi vida.

Una donación de 175 millones de dólares es la cifra más alta que la Universidad haya recibido en su historia. Pero para alguien como George Lucas no resulta demasiado, teniendo en cuenta que solamente por la última (o primera, según como se la mire) ‘Star Wars: Episode I – The Phantom Menace’ él recibió 400 millones de dólares de los $922 millones que recaudó mundialmente. Pero fue en esta misma escuela de cine, en esta misma Universidad, donde George Lucas había creado su primer cortometraje futurista que después convirtió en el clásico largometraje ‘THX 1138’ (El título completo original había sido ‘Electronic Labyrinth THX 1138 4EB’). El cortometraje había ganado el primer premio 1967/68 en el Festival Nacional de Estudiantes. Pero en verdad, George Lucas intentó un futuro diferente cuando se inscribió en la Fuerza Aérea y fue rechazado por la gran cantidad de infracciones de tránsito que tenía, como buen fanático de las carreras.

Recién el siguiente año volvió a la universidad, consiguiendo una beca de Warner Bros. y 3.000 dólares de sueldo para ocupar el puesto de asistente de producción en la película de Francis Ford Coppolla Finina’s Rainbow.

Junto con Coppolla, también fundó un estudio de cine propio llamado American Zoetrope, donde Lucas filmó su primer éxito comercial ‘American Graffiti’. Producida con menos de un millón de dólares, terminó recibiendo cinco nominaciones al Oscar y una recaudación de 50 millones de dólares (multiplicada al día de hoy con un total de 115 millones de dólares).

Intentando mejorar su primera película THX 1138 que en realidad había sido un fracaso, agregándole la inspiración de las historietas de Flash Gordon, George Lucas imaginó otra película de ciencia ficción, con una historia familiar, en medio de una Guerra de las Galaxias. ‘Star Wars’, para los amigos. Y aunque nadie lo crea, aquella idea había sido rechazada por todos y cada uno de los estudios de cine en 1976. Gracias a las falsas expectativas, Lucas consiguió un contrato con 20th Century Fox donde solo ganaría 200.000 dólares a cambio de una comisión del 40% en las recaudaciones y el merchandising. En total, las seis versiones diferentes de La Guerra de las Galaxias recaudaron más de 4.000 millones de dólares, sin contar los 9.000 millones de dólares que generaron los juegos o videogames con la marca registrada Star Wars y los 4.005 millones de dólares que Disney terminó pagándole para comprar el estudio LucasFilm que además incluye los derechos de Indiana Jones y la compañía de efectos especiales Industrial Light & Magic.

– ¿Los estudios de cine no contribuyen a su nivel con las escuelas de cine?

– Es algo inusual. Muchas industrias donan dinero para formar a los estudiantes que en definitiva serán sus empleados. Pasa en la industria del automovilismo o diseño. Pero en cine, no parece haber tanto entusiasmo. Por años hemos sufrido. Y me encantaría que la industria del cine se preocupara más. El Instituto de Cine y UCLA también necesitan ayuda. Por nuestro mejor interés, es bueno tener gente con la mejor preparación y los mejores salen de las escuelas de cine. Un escritor que dirige su película sin ir a una escuela de cine no tiene conocimiento suficiente para saber lo que hace un camarógrafo; un editor o el departamento de producción. Aquellos que estudian cine tienen una idea más amplia de lo que significa hacer una película o un programa de televisión. Y en definitiva algo así, ahorra muchísimo dinero. Se le puede hablar a un cameraman a su nivel, diciéndole que no se precisa hacer una toma determinada. Tal vez no tengas el mejor cameraman o el mejor editor del mundo o incluso el mejor director, pero al menos sabes como funciona, lo que se precisa para hacerlo.

– ¿Hay alguna otra razón particular detrás de su donación a USC?

– La respuesta es ¿Por qué no? Estoy en una época de semi-retiro en términos de ‘Star Wars’, ahora tengo más tiempo para hacer otras cosas. Me pareció una buena idea y es algo que quería hacer desde hace mucho tiempo. Cuando yo estudiaba, tuve la suerte de formar parte del equipo que comenzó con esta escuela de cine, porque al principio apenas teníamos un establo que estaba a punto de ser derrumbado. Aunque era muy joven en aquel entonces me prometí hacerlo cuando tuviera 60 años. Me pareció que tenía que haber un cambio hoy, para que la escuela pudiera sobrevivir, necesitaban poner el nombre en un edificio. Ya pensaba en un cambio en aquel entonces y cuando cumplí 60, lo hice de la forma en que lo hubiera hecho entonces, como si hubiera tenido 60 años de joven, aunque no tenía esa edad. (Riéndose) Sin dar más vueltas, ya pasé los 60 y por eso lo hago.

La Escuela de Artes Cinematográficas es la más antigua del rubro, en Estados Unidos. Fundada en 1929 como una colaboración conjunta entre la Universidad del Sur de California y la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood que también entrega el Oscar. Entre los primeros fundadores se encontraban D.W. Griffith, William C. DeMille, Ernst Lubitsch, Irving Thalberg y Darryl Zanuck, entre otros. La admisión es tan difícil que el mismísimo Steven Spielberg, en su juventud, había sido rechazado en dos oportunidades diferentes, aunque hoy forma parte del directorio junto con la hija de Alfred Hitchcock, Patricia Hitchcock O’Connell, además de George Lucas por supuesto.

– ¿Antes de retirarse por completo pensó en dar clases de cine, como profesor?

– A lo largo de estos años he enseñado cine con algunas clases especiales en USC. Pero el hecho de ponerme a dar clases con regularidad, es algo que voy a tener que pensarlo bien, porque es demasiado trabajo (Se ríe).

– ¿Al menos le pidieron alguna opinión sobre la inversión de los 175 millones de dólares que donó?

– Sí. Siendo un arquitecto amateur, también se me ocurrió que podía influenciar en el diseño del edificio. Quería darle el estilo que tenía el Sur de California, en la industria del cine y Beverly Hills, en 1929, cuando se abrió la escuela de cine. El estilo italiano-español era tan popular que así se habían construido los estudios de Paramount Pictures y muchas casas en Beverly Hills y Pasadena. Yo quería que tuviera las características de la misma época en que había nacido la escuela.

– ¿Y nadie ofreció bautizar con su nombre a la nueva escuela?

– No me parece lógico que le pongan mi nombre a la escuela. Me gusta que la llamen Escuela de Artes Cinematográficas USC o USC Cinematic Arts.

– ¿Cómo cree que serán los futuros cineastas en comparación con los actuales?

– Primero que todo, serán artistas cinematográficos. El rol del cine es mucho más complejo de lo que era cuando yo estudiaba. Los medios con los que distribuíamos este tipo de material, los diferentes materiales en términos de producción o la música y el mundo interactivo ni siquiera existían hace unos años atrás. Los cambios son enormes. La gente trabaja en un campo mucho más complejo y sofisticado en comparación a lo que se trabajaba en el pasado. Además al mundo del cine tampoco se le tiene demasiado respeto, no se lo considera un arte y en varias escuelas ni siquiera se le da un valor académico. Pero es el modo de comunicación más importante en el siglo XXI, es el más poderoso y por eso es muy importante. Es una seria disciplina y debería ser tomada seriamente. Solo espero que otras universidades se den cuenta que el cine es una disciplina importante que debe ser incluida en otras universidades.

– ¿El hecho de estudiar cine en USC favorece las probabilidades de éxito?

– Es difícil de afirmar. Es como todas las escuelas. En USC existe lo que llaman una mafia donde todos los estudiantes tienden a cuidarse entre ellos. Pasa lo mismo con las universidades de negocios como Harvard o en medicina. En nuestro caso, hay una conexión especial porque muchos de los que trabajan en cine han salido de esta universidad. Pero en términos de talento, conocimiento y la posibilidad de convertirse en estrella no tiene nada que ver. Si uno es bueno, siempre se va a notar, sin importar el lugar donde estudiaste.