Salarrué expone en Nueva York

Sesenta y cuatro años después de la última exposición conocida de Salarrué en Nueva York –mientras fungía como Agregado Cultural del Consulado- su obra ha vuelto a ver la luz pública, esta vez en calidad de préstamo de un coleccionista

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elsalvador.com

Por Carmen Tamacas Corresponsal en Nueva York escena@eldiariodehoy.com

2013-06-23 8:00:00

Más de seis décadas han pasado desde que Salvador Salazar Arrué, Salarrué, expuso su obra pictórica en Nueva York. Mientras fungió como Agregado Cultural en el Consulado presentó sus cuadros en mayo de 1947 y 1949; esta última oportunidad se efectuó en The Barbizon Plaza Galleries y compartió el reconocimiento de la crítica y la prensa neoyorkina al mismo tiempo que los muralistas mexicanos José Clemente Orozco, Diego Rivera, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros, entre otras luminarias del arte latinoamericano.

Ahora, “Conchas en la Arena” salió, con el permiso de su propietaria, a recibir un poco de la luz de un nuevo siglo para sumarse a “Highlights”, la exhibición de la Colección de la Misión Permanente de El Salvador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La obra ha sido fechada aproximadamente en 1950 de acuerdo con la época en la que fue adquirida, explicó Sonia Melara, pintora salvadoreña radicada en Nueva York y Agregada Cultural de la Misión; es patrimonio de Ana Rosenthal Haskin, hija del escritor Mario Rosenthal, quien en los años 80 fundó y dirigió en El Salvador el periódico bilingüe News Gazette.

“Mi padre fue amigo de Salarrué por muchísimos años. Tengo unas fotos de una casa en que vivió mucho antes de llegar a vivir a Los Planes (de Renderos). Nosotros también vivimos en Los Planes cerca de la casa de él. Cuando yo tenía quince años me dijo que quería hacer una pintura de mí. Bueno lo que pintó fue una semblanza y yo todavía la tengo (…), ya se imagina ¡yo de cipota creí que me iba a pintar realistamente!”, relató la señora Haskin.

El cuadro en exposición mide 19? x16? y tiene en primer plano una concha marina de color verde azulado. La fecha estimada de su creación, el tema y los tonos de la obra corresponden al tiempo en que Salarrué mantuvo un intenso romance con la estadounidense Leonora Nichols.

Salarrué y su alterego creativo “Sagatara” encontraron en la ciudad de los rascacielos a su “alma gemela”: Leonora se convirtió en “Blwny” (forma cariñosa de ‘vino azul’ en inglés). Pese a estar casado con Zelie Lardé y ser padre de tres hijas, ella fue “la fruta prohibida y mística mujer, quien lo perseguiría hasta el fin de su vida en El Salvador”, de acuerdo con el documental La Manzana Azul, del realizador Tomás Guevara.

Zelié Lardé no soportó el invierno y regresó a El Salvador, por lo cual Salarrué tuvo la oportunidad de vivir su romance con Nichols, cuya familia estaba ligada al mundo de las bellas artes.

Intelectuales y artistas entrevistados en el documental, como David Escobar Galindo, Claribel Alegría, Carlos Cañas, Rafael Lara Martínez y Ricardo Aguilar –quien rescató el patrimonio de la familia Salazar-Lardé de la Villa Montserrat- coinciden en que la estadía en Nueva York llenó, revitalizó la producción artística de Salarrué.

El autor de “Cuentos de barro”, “Cuentos de Cipote” y “Catleya Luna”, entre muchos otros, regresó a El Salvador y murió en 1975; Leonora nunca se casó y murió en 1990 a los 91 años.

La investigadora Janet Gold, autora de “Sagatara mío” –recopilación epistolar entre Salarrué y su amante- explica en el documental que los caracoles y las conchas en el cruce de la vida entre Salarrué/Leonora-Sagatara/Blwny significa “meditación y escuchar consejos espirituales”.

Añade que, poco antes de morir, Nichols habría quemado todas las cartas que Salarrué le envió. No obstante sobre su cama pendía un cuadro con un caracol grande, la evidencia de un amor que trascendió en el espacio y el tiempo.

La muestra

Varias obras de luminarias del arte salvadoreños del siglo XX acompañan a Salarrué en la exhibición de la Colección propiedad de la sede diplomática. El listado incluye a Miguel Ortiz Villacorta (“Parque Balboa”); José Mejía Vides (“Pancha con cántaro” y “Salinera”); Camilo Minero (“Paisaje del Parque Balboa” y “Sin título”); Ernesto San Avilés (“Hortensia” y “Cristo”); Armando Solís (“Calles de Adobe, San Miguel”); Julio Hernández Alemán (“Árbol de fuego”), Bernardo Crespín (“Covachas”); César Menéndez (“El grito”).

Las gestiones ante coleccionistas privados dieron como fruto el préstamo de las obras de Carlos Cañas (“Sin título”); Ana María Martínez (“Teatro de Naranjas” y “Bodegón de Uvas”) y Sonia Melara (“El nacimiento de Afrodita” y “Poker Heart”).

Además de la exhibición, inaugurada recientemente, la Misión imprimió un catálogo a color con la reproducción de las obras y un ensayo escrito por Stephen Lamia, profesor de Artes Visuales y director del Programa de Honores del Dowling College.

Él destaca los tres temas predominantes de la muestra: los paisajes, el cuerpo humano y la naturaleza muerta. “En conjunto, estos quince trabajos presentan al espectador una fina muestra de la pintura salvadoreña que encapsula las principales corrientes del Arte Moderno”.

“Para nosotros es un placer fomentar la presencia artística salvadoreña en un espacio internacional y especialmente en la ciudad de Nueva York, donde convergen todas las culturas y expresiones culturales”, manifestó por su parte el embajador salvadoreño ante la ONU, Carlos Enrique García.

A la inauguración asistieron representantes de la casa de subastas Sotheby’s, funcionarios de la misión diplomática de Taiwán, el staff de South South News, el director ejecutivo de Gift of Life International, Rob Raylman, la fundadora de Helping Hands Inc e Iris Spellings, entre otros.