La pérdida de un ser querido es una situación difícil en la vida de todos los seres humanos. Adultos y niños se ven afectados de diferentes maneras ante la falta de esa persona que se fue.
En el caso de los pacientes terminales, existe la tanatología, una disciplina cuyo objetivo es apoyar tanto al enfermo como a su familia para que vivan ese proceso de una manera diferente de quienes no tienen la suerte de contar con ese recurso.
De acuerdo con la licenciada Teresita Tinajero Fontán, presidenta del Instituto Mexicano de Tanatología, “lo único que tenemos cierto en la vida los seres humanos es la muerte y debemos prepararnos para ella. Todos vivimos como si fuéramos eternos y cuando a alguien le diagnostican una enfermedad terminal, la familia entra en crisis y no sabe qué hacer”.
Uno de los objetivos de esta disciplina es, por ejemplo, ayudar al médico para que no vea la enfermedad, sino a un ser humano integral. “Que no digan: el del cáncer de seno con metástasis en los huesos, o el del cuarto 208… Lo que queremos es que vea a la persona como un ser humano que tiene esta enfermedad”, explica la experta.
Pero además, aclara que hay otros factores que intervienen en la muerte, como si es hombre o mujer, la edad del paciente, el nivel socio económico y el aspecto cultural. “Lo que se busca es que el médico lo analice todo de forma integral”, agrega Tinajero.
Otro aspecto importante es el derecho del paciente a conocer cuál es su situación. Para los médicos esto es de gran importancia, pues con la tanatología se les hace ver la necesidad de decirle al paciente su diagnóstico, y no a la familia como es la costumbre.
“Saber la verdad de tu estado de salud, si eres mayor de 18 años y si estás bien de tus facultades mentales, es un derecho humano. Yo abogo por los jóvenes para que sepan de su estado de salud. En países como los nuestros (México y El Salvador) el médico tiende a no hablar con el paciente sino con la familia, lo cual no es lo correcto. Esto, porque el paciente debe tomar las decisiones de lo que será su tratamiento y del resto de vida que le queda”, sostiene la especialista.
Prepárese en el tema
Dado que en El Salvador no se cuenta con especialistas en esta área, uno de los objetivos de la visita de Tinajero al país es promover un diplomado de tanatología.
“Yo soy una persona convencida de que todos debemos estudiar esta disciplina, porque a todos en algún momento de la vida se nos va a morir un ser querido, y en la medida que uno entienda el proceso de muerte y las distintas etapas por las que va a pasar la persona que está sufriendo o viviendo su propia muerte se tendrá una actitud activa con relación a eso, a la toma de decisiones, cómo lo va a hacer, qué va a hacer y planear todo hasta el momento de su muerte”, apunta.
Por otro lado, ante el fallecimiento de alguien, dice la experta, muchas veces las personas no saben qué decir o cómo apoyar, lo cual es normal. Lo que se hace con la tanatología es proporcionar herramientas para poder apoyar a las personas, porque muchas veces queriendo no mencionar, o bien la forma en que se da un pésame afecta directamente y de forma radical a la persona que tuvo la pérdida del ser querido.
“Una de las cosas que yo quiero es formar a la gente: a médicos, psicólogos, maestras de escuela etc. en esta disciplina para que puedan ayudar a la gente. Esto se hace por medio de charlas, pero dependiendo de la edad también se emplea la ludoterapia, como en el caso de los niños, para que a través del juego o de dibujos expresen lo que están viviendo”, puntualiza.
Las fases del duelo
Todos los seres humanos al confrontarse con una pérdida, siendo la mayor de éstas la muerte, pasan por ciertas etapas.
La primera es la negación. De acuerdo con la experta este es un mecanismo de defensa primario en el que es difícil aceptar las noticias que se están recibiendo. Esta etapa lleva consigo angustia y aislamiento. “Porque ante la noticia de un cáncer, por ejemplo, angustia pensar qué va a pasar con los hijos, sobre todo en un país donde hay muchas madres solteras o el rol de la abuela es importante”, indica Tinajero.
En estos casos se maneja un enfoque sistémico de la familia, pues cada miembro es como una pieza del engranaje, y cuando falta una de las partes se ve afectada toda la familia.
Además, aclara que “se siente angustia porque no se sabe qué va a pasar con las personas, con sus hijos, hay miedo por lo que sucederá, por el deterioro físico, como se va a terminar, y da pánico el dolor físico. Todo eso causa sufrimiento”.
La segunda etapa es de enojo o rabia. A menudo se blasfema contra Dios por el padecimiento que se sufre, hay enojo con el mundo, con la gente, e incluso con el médico que ha dado la noticia fatal.
La negociación o regateo es la tercera etapa. “Aquí se da por ejemplo lo de: ‘Cúreme y no vuelvo a fumar… o a tomar’. Se negocian sentimientos de culpa que pueden ser ocultos o manifiestos, y se puede tener conciencia o no de lo que se negocia”, detalla.
Enseguida viene otra etapa, que es la depresión. En tanatología se conocen dos tipos: la reactiva y la anticipatoria. La primera es una enorme tristeza porque es una realidad el hecho de que se está confrontando con la muerte y que se va a dejar de existir. O se está triste porque el ser querido se está muriendo y no se le volverá a ver.
La anticipatoria es la que experimenta únicamente quien está viviendo la enfermedad. Es cuando la persona analiza qué ha sido y qué ha hecho de su vida.
La última etapa es la aceptación, y se da cuando la persona “entiende” que morirá. Se pregunta cómo hacer, y aquí entra directamente la tanatología, para arreglar las cosas y dejar lo mejor que se pueda a los hijos y a la familia.
La experta agrega que estas etapas no solo las vive el enfermo, sino todos los que están involucrados sentimentalmente con él.
Si le interesa el diplomado en la disciplina, busque más información en www.tanatologia.org.mx o escriba a fannyclinica@gmail.com