“Mundo Fabru’s” Creatividad sin límites

Mujeres de rostros morenos e inocentes miradas, perros, gatos, lagartijas, grillos y un sinfín de personajes forman parte de la obra de los hermanos Bruno y Fabio Jiménez, quienes con su arte han llenado de colorido la ciudad de Ahuachapán

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elsalvador.com

Por Tania Urías Twitter: @thaniauc

2013-06-15 7:00:00

Una de las primeras cosas que atrapa tanto a turistas locales como extranjeros al visitar la ciudad de Ahuachapán son sus murales. Se trata de coloridas obras de arte, cuya protagonista es siempre una muñequita morena de grandes e inocentes ojos verdes y una enorme cabeza, que a menudo está rodeada de ambientes pueblerinos.

La pintoresca muñeca se llama “Memita” y ya es marca registrada de sus creadores: los hermanos Bruno y Fabio Jiménez, dos salvadoreños que han llenado de colorido la ciudad de Ahuachapán.

Seis murales de su autoría decoran edificios públicos y privados de esa ciudad, y ya son un patrimonio del pueblo ahuachapaneco.

Uno de los lugares más idóneos para admirarlos es el pasaje La Concordia, localizado a un costado de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, también hay otro en la Plaza El Amatillo, uno más en el estadio y finalmente en el Domo Deportivo de Ahuachapán.

Los hermanos Jiménez también han sido llamados para decorar hoteles, cafeterías de fábricas, plantas geotérmicas y otros edificios, y aunque su arte comienzan a ser reconocido en calles y paredes, va más allá.

“Mundo Fabru’s”, como han bautizado su trabajo, es una colorida mezcla de pinturas –todas inéditas– en las que ambos van plasmando un mundo cargado de la idiosincracia de nuestra tierra.

“Nuestros diseños son únicos, inéditos, tratamos de no repetir una pieza. Las ‘Memitas’ son la mismas pero pintadas en diferentes entornos, siempre contando una historia”, dice Fabio, de 29 años.

Son pinturas con un estilo costumbrista pero donde también hay un toque de inocencia y hasta de humor. En todas las obras está presente el estilo de cada uno de los hermanos, ambos han aprendido a complementarse.

Bruno es el creador de las “Memitas”, y se considera más serio y costumbrista, pinta una faceta bien autóctona. Su hermano Fabio dice ser la parte fresca del equipo y el creador de personajes con humor y cierta picardía.

“Un regalo divino”

Aunque desde niños, Bruno y Fabio eran dibujantes natos, llenaban sus cuadernos de caricaturas y dibujos, no fue sino hasta mediados de 2009, y casi por accidente, que ambos comenzaron a pintar.

“Fue un regalo divino que llegó de repente”, cuenta Bruno, el mayor del equipo.

Recuerda que un día dibujó en una teja la primera de sus famosas “Memitas” y su hermano estaba sentado junto a él, en la mesa del comedor. Hizo un trabajo similar, ambos encargos de vecinos.

Les gustó tanto el resultado que a partir de ese momento no pararon. Llenaron primero la casa familiar con cuadros de la muñequita a la que llamaron “Cabezona ojuda” y luego bautizaron como “Memita” diminutivo de Nohemy, el nombre de su madre.

Más tarde llegarían otros personajes –casi todos animales– que fueron pintados en tejas, comales, pedazos de madera y cualquier tipo de materia prima que encontraran. El 7 de septiembre de 2009, Día de la Fiesta de los Farolitos, muy popular en Ahuachapán, se animaron a vender sus primeros trabajos en la plaza central y el éxito fue rotundo.

Después serían llamados por la municipalidad para decorar el pasaje La Concordia, un lugar que ha sido rescatado por la comuna y que reúne cafés y restaurantes para el esparcimiento de sus habitantes.

Posteriormente llegarían más encargos de murales y “Memitas” pintadas en diferentes materiales. Los hermanos descubrieron que “ese regalo divino”, como les gusta llamarlo, era lo que realmente querían hacer.

Bruno, de profesión abogado, fue el primero en dejar su carrera para dedicarse de lleno a pintar. Fabio, graduado de arquitecto, también abandonó poco después la profesión y juntos se arriesgaron a rentar un local en el pueblo de Ataco donde comenzaron a promover su arte.

Los cuadros de las famosas cabezonas ahora han traspasado las fronteras y han sido comprados por extranjeros que quedan fascinados con los ojitos inocentes y llenos de dulzura de las simpáticas muñecas.

El local –aunque modesto– también les sirve de taller y galería, ahí siguen creando y exponiendo a diario su “Mundo Fabru’s” que aseguran, no tiene fin.

“La idea es innovar dentro del concepto. Tenemos técnicas que no sabemos si nacen de nosotros o son de una escuela en específico, somos empíricos y experimentando hemos logrado estos colores y estilos”, explica Bruno.

Las brillantes y perfectas combinaciones de colores que hay en sus cuadros y el hecho de que ninguno se repita, les genera retos cotidianos, pero aseguran que Dios les da las herramientas y la imaginación para seguir creando.

El Cipitío, la Siguanaba y otros personajes autóctonos también están presentes en algunos de sus cuadros, además de animales nativos de nuestra tierra. “Le llamamos un mundo porque no hay límites sobre qué pintar…, explica Fabio.

Más sueños

Tanto Bruno como Fabio aspiran a encontrar espacios donde puedan exponer sus trabajos. Ya salieron de Ahuachapán por que en Ataco llegan más turistas, pero más que vender, lo que quieren es mostrar su arte.

El sueño de ambos es exponer en San Salvador en museos reconocidos o incluso en el extranjero, donde haya compatriotas que puedan apreciar su trabajo.

“Queremos que los jóvenes nos vean, somos jóvenes también y aspiramos a educar a través del arte, a mostrar parte de nuestra cultura…”, dice Bruno de 33 años.

Además asegura que han tocado algunas puertas, pero todavía no han logrado los espacios que anhelan. Saben que su arte es distinto, pero refleja, dicen, la cultura nuestra, no solo por los personajes, sino por los colores y escenarios ahí plasmados.

Su hermano Fabio, anhela también que lo que hacen deje una huella para el futuro. “Lo que hemos creado es único, no viene copiado de ninguna parte, y queremos a que a futuro se nos reconozca o recuerde por ser los creadores de la ‘Memita’ y de este tipo de arte”, explica el menor de los Jiménez.

Aunque apenas llevan cuatro años pintando profesionalmente, están empeñados en tocar más puertas y en mostrar aquí y en el extranjero su particular trabajo, cargado de color, humor y mucha creatividad.