Panamá, el destino preferido de jubilados extranjeros

Este país centroamericano es uno de los más seguros de la región. También es uno de los que más desarrollo económico y social ha tenido en los últimos años. Ofrece un estilo de vida confortable para muchos

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elsalvador.com

Por Texto: AP Fotografías: Archivo

2013-06-08 7:00:00

Después de jubilarse, Linda McKee viajó a Costa Rica para disfrutar del turismo ecológico pero se desencantó por el deterioro de las calles y el alto costo de vida. A su regreso a los Estados Unidos conversó con su pareja Eric Carlson y tomaron una decisión de la que no se arrepienten: ¡Vamos a Panamá!

La pareja, oriunda de Bonita Springs, Florida, se trasladó hace seis años a vivir a este país centroamericano al que miles de extranjeros jubilados, principalmente estadounidenses, han seleccionado como destino para vivir el resto de sus vidas con la mayor tranquilidad posible.

“Buscamos una vida más fácil y barata”, dijo McKee, de 61 años, mientras disfrutaba con Eric unas copas de vino tinto en el portal de su residencia en un fresco atardecer en Boquete, desde donde se vislumbraba a lo lejos las montañas y la silueta del inactivo volcán Barú.

Panamá ofrece muchas cosas positivas: Una combinación de clima tropical y templado de los valles, la jungla, el mar, así como un costo de vida que consideran barato, un ambiente seguro, buenas comunicaciones viales y aéreas y hasta una alimentación sana con vegetales orgánicos algunas de las razones que atrajeron a miles de jubilados norteamericanos a este país de 3.5 millones de habitantes en la última década.

Una revista internacional que desde hace 30 años publica un ranking de los 10 mejores “paraísos” para los jubilados en el mundo seleccionó a Panamá como el segundo sitio más cómodo para el retiro, superado solo por Ecuador. En la lista figuran otros cuatro países latinoamericanos: México ocupa el cuarto puesto, Costa Rica el quinto, Uruguay el sexto y Colombia el séptimo. España está octavo y Malasia tercero.

El índice global toma en cuenta criterios como el costo de vida, la infraestructura vial, acceso a los servicios de salud, el clima, la seguridad y beneficios especiales.

Panamá ha puesto en vigor en los últimos años una serie de políticas inmigratorias y beneficios aduaneros para atraer a extranjeros jubilados. Ofrece la residencia permanente a extranjeros que tengan una jubilación superior a los 1,000 dólares al mes de carácter vitalicia.

“Con esto puedo tomar un carné por un periodo indefinido. Es muy fácil el trámite”, afirmó Robert Braun, de 67 años y oriundo de Lincoln, New Hampshire, quien llegó a Panamá atraído por la pesca deportiva, el clima y la seguridad.

Los jubilados pueden a su vez introducir artículos personales hasta por un valor de 10,000 dólares libre de impuestos e ingresar un vehículo sin gravámenes cada cinco años.

Otros estímulos

Pero los beneficios van mucho más allá, destaca la revista International Living, la autora del ranking. Sostiene que el programa de beneficios especiales para jubilados extranjeros es inigualable pues se les conceden muchos de los beneficios de que gozan los jubilados panameños y menciona los descuentos que reciben del 25 % en las facturas de los servicios de agua potable, electricidad y teléfonos. Disfrutan, asimismo, de tarifas más bajas en las visitas médicas, como en el dentista y oculista, y pagan mitad de precios en el cine y hoteles.

El dólar estadounidense, que es de uso legal desde que Panamá nació como República en 1903, y una plaza con más de un centenar de bancos que permite a los extranjeros manejar sus finanzas desde aquí, se suman a los atractivos que ofrece el país, destacó el subadministrador de la Autoridad de Turismo de Panamá, Ernesto Orillac.

“Los jubilados de Estados Unidos vienen porque ven a Panamá como un lugar que tiene una buena calidad de vida y mejores precios para vivir; un lugar que tiene todas las cosas”, manifestó Orillac. “Hacen mucho turismo interno, crean un gran sentimiento por el país… Son los mejores embajadores, no paran de hablar de Panamá; son como una comunidad, están organizados y se reúnen”.

Panamá es uno de los países de mayor crecimiento económico en América Latina en los últimos años, gracias a un desarrollo fuerte en la construcción de rascacielos y proyectos inmobiliarios, así como de infraestructura vial y de transporte. Muchos de los que residen en esos altos edificios son extranjeros, incluso de Venezuela, Colombia y de otras nacionalidades, aunque no necesariamente jubilados.

En comparación con sus vecinos del Caribe, Panamá también tiene la ventaja de que sufre poco o nada los estragos por el paso de huracanes, algo que toman en cuenta extranjeros, como McKee y Carlson al momento de hacer las maletas.

El verdadero auge de la llegada de los jubilados estadounidenses comenzó a inicios de la década de 2000, pero se concentró principalmente en la localidad montañosa de Boquete, un distrito de la provincia de Chiriquía unos 489 kilómetros al oeste de la capital, donde se construyó el proyecto urbanístico más emblemático para jubilados de altos ingresos: Valle Escondido, que incluye residencias, un pequeño hotel y un campo de golf rodeado por montañas.

Boquete es un valle de unos 20 mil habitantes en cuyas colinas se cultiva el más reconocido café del país y con un clima fresco con el tradicional “bajareque”, que es una lluvia tenue persistente. Sin embargo, el sol suele salir y se pueden observar las verdosas montañas con hilos de niebla en plena mañana y que toman al atardecer un color azulado.

Las autoridades municipales de Boquete estiman que en la actualidad hay aproximadamente 3 mil jubilados establecidos en el distrito, mayormente estadounidenses. En otras zonas de Panamá, como en sitios cercanos a las playas del Pacífico y centro del país, también hay comunidades de jubilados norteamericanos radicadas.

McKee y Carlson, un excontratista de 57 años, afirma que se sienten tan bien en Panamá que sólo extrañan de Florida a personas cercanas y que no les pasa por la cabeza la posibilidad de regresar a Estados Unidos.

Con sus respectivas jubilaciones y lo que ganan con un proyecto de conservación ecológica en una zona de jungla situado a dos horas en auto desde Boquete, les alcanza para vivir cómodamente. Ellos dividen sus vidas entre Boquete y Rambala, donde el clima tropical se mezcla con la brisa del Caribe, en la vecina provincia de Bocas del Toro, y donde tienen el proyecto.

Se alternan unas semanas en Boquete y otras en Rambala, transportándose de un lugar al otro por carretera en su camioneta tipo van blanca traída de la Florida.

“Nos gusta que la gente es muy tranquila y la seguridad no es un problema”, aseguró McKee, cuyo hijo Daniel, de 27 años, la visita dos veces al año y practica el surf en las playas panameñas. “Es nuestro nuevo país, una nueva vida”, agregó.

Alquilaron hace poco en un terreno llano de Boquete una casa de dos recámaras, con una cocina, sala y un patio con el césped cortado y un árbol de grandes limones que utilizan para las ensaladas y limonada con raspadura. Les cuesta al mes 550 dólares, aunque Linda asegura que se puede conseguir una cabaña más pequeña a 350.

Al menos dos veces al mes van a un restaurante para una buena cena y vino que podría rondar por los 30 dólares, pero dicen que también se pude conseguir en Boquete un pollo frito con papas u otras comidas típicas para dos personas por menos de 7 dólares.