La huella en el mundo de Pedro Ramírez Vázquez

Varias de sus piezas arquitectónicas son consideradas un icono en México. Su talento trascendió fronteras y sus obras se encuentran en diversos países

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elsalvador.com

Por Texto: Hasmed Sermeño / Agencias

2013-04-20 7:00:00

Su impecable fusión entre las artes plásticas y su visión arquitectónica fueron el sello característico de sus obras que sobrepasan la veintena de piezas arquitectónicas las cuales se encuentran en su país de origen: México y el resto, en diferentes partes del mundo.

Se trata del arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez, creador de obras consideradas iconos tales como el Estadio Azteca y la Nueva Basílica de Guadalupe y quien falleció el pasado 16 de abril a al edad de 94 años.

Según el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), organismo que lo consideraba como un “arquitecto y urbanista mexicano más prolífico e influyente en la vida nacional del siglo XX”, su muerte se debió a los estragos de la neumonía.

“Él solo quiso ser arquitecto y llegó a ser Pedro Ramírez Vázquez. Fundó una universidad, organizó unos Juegos Olímpicos, era un humanista bárbaro”, comentó Javier Ramírez Campuzano, hijo del arquitecto, durante su sepelio.

Al acto asistieron funcionarios públicos, estudiantes, investigadores, actores, museógrafos, políticos y arquitectos. Entre ellos los políticos Raúl Salinas de Gortari, el fundador del Partido Verde Emilio González Torres y el exsecretario de Educación Pública Reyes Tamez; el empresario Nelson Vargas; los pintores Rina Lazo y Arturo García Bustos; el museógrafo Mario Vázquez y los arquitectos Luis Ortiz Macedo, Sara Topelson y Carlos Flores Marini.

“Su visión del mundo era integral. Siempre buscó algo que hemos perdido: la belleza en la ciudad, en la arquitectura, en el entorno. Su muerte es motivo de una recopilación total de su obra, pero también de reflexiones, ahora más estructuradas y profundas, sobre el legado. La lección que nos deja a los mexicanos que hoy debemos asumirlas en ciudades demasiado expandidas y desordenadas”, indicó Topelson.

Vida y obra de un artista

Como todo un artista, Ramírez tuvo varias facetas en su vida profesional, ya que fue presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1968; fue doctor honoris causa por varias universidades como la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Colima. Recibió múltiples premios y distinciones, como el Premio a la Vida y Obra, galardón otorgado por el Premio Obras Cemex que le fue otorgado en 2003.

Dentro de sus joyas arquitectónicas erigidas en México se encuentran el Estadio Azteca el cual puede albergar a 6 mil 300 personas; La Nueva Basílica de Santa María de Guadalupe 1976; Galería de Historia, Museo del Caracol, Ciudad de México (1960); El Museo de Arte Moderno, Ciudad de México (1964); entre otros.

Dentro de sus creaciones internacionales destacan El Museo de las Culturas Negras en Dakar, Senegal (1971); Edificios gubernamentales para la nueva capital de Tanzania en Dodoma. (1975); Museo de Nubia, Egipto (1984) y Oficinas del Comité Olímpico Internacional en Suiza (1986) entre otras.

El próximo 16 de mayo su trabajo será nuevamente reconocido en un homenaje que se realizará en el Museo Nacional de Antropología, según Rafael Tovar, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Aún no deciden si el enfoque será la retrospectiva de su trabajo.

A pesar de su avanzada edad, Ramírez trabajó incluso a tres semanas de su deceso, comentó su hijo, Ramírez Campuzano. Al parecer el arquitecto trabajaba sobre un proyecto de remodelación para el Congreso de la Unión.