Hábitos que maltratan su corazón

También es importante seguir un control médico si está en riesgo

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elsalvador.com

Por Alfredo García/Agencias alfredo.garcia@eldiariodehoy.com

2013-04-17 8:00:00

En la salud de su corazón influyen factores que son modificables (que dependen de cada persona) y otros no modificables. Todos implican riesgo y entre más acumule una persona más probabilidad tiene de desarrollar algún tipo de enfermedad cardiaca.

Los factores de riesgo modificables son: fumar o masticar tabaco, hipertensión, niveles anormales de lípidos en la sangre (colesterol, triglicéridos, entre otros), sedentarismo, sobrepeso u obesidad, consumo excesivo de alcohol y la diabetes tipo 2.

Algunos de los factores de riesgo no modificables son: herencia genética, sexo y edad.

Actualmente, gran parte de las enfermedades cardiovasculares son causadas por los hábitos nada saludables de cada persona, males que podrían evitarse modificando su estilo de vida.

Lo anterior es preocupante, ya que se estima que cada año mueren 17.1 millones de personas en el mundo por causa de las enfermedades cardiacas, según la Federación Mundial del Corazón.

Fumar o masticar tabaco es uno de los hábitos más peligrosos. El riesgo es particularmente alto si la persona empezó a fumar a una temprana edad, si fuma en exceso o si es mujer, según un artículo de la Clínica de Cliveland, en Estados Unidos.

Independientemente del tiempo que la persona tenga con el hábito de fumar, si logra dejarlo reduce significativamente la probabilidad de desarrollar males cardiacos. Los fumadores de segunda mano, aquellos que están expuestos al humo, también tienen riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas.

Por su parte, la inactividad física eleva en un 50 % el riesgo de padecer enfermedades cardiacas. Las personas que no se ejercitan regularmente tienen 1.5 veces más probabilidad de desarrollarlas.

El sedentarismo muchas veces está relacionado con la obesidad o el sobrepeso, que aumentan el riesgo de desarrollar presión alta, niveles altos de colesterol, triglicéridos alterados, diabetes, enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares (o derrames cerebrales). Esto se agrava aún más cuando la grasa se localiza a nivel del tórax y abdomen.

La presión alta es un factor de riesgo importante para desarrollar un derrame cerebral y en los ataques cardiacos. Puede prevenirse y ser tratada exitosamente siempre y cuando el paciente tenga un diagnóstico adecuado y se apegue al tratamiento recomendado por su médico.

Otro de los factores de riesgo destacados por la Clínica de Cliveland, son los niveles anormales de lípidos en la sangre: colesterol elevado, altos niveles de triglicéridos, colesterol malo elevado (LDL) y bajo nivel de colesterol bueno (HDL).

La diabetes tipo 2 también incrementa la posibilidad de padecer problemas cardiovasculares. Quienes ya padecen diabetes tipo 2 tienen el doble de probabilidad de desarrollar enfermedad cardiaca.

Los principales factores de riesgo modificables son responsables de aproximadamente un 80 % de los casos de cardiopatía coronaria y enfermedad cerebrovascular, según la Organización Mundial de la Salud.

Pero muchas veces tener una vida completamente sana no basta para tener una corazón en buen estado.

El factor genético y los antecedentes familiares también tienen un gran peso sobre la salud, al igual que la edad de la persona o mal formaciones del corazón.

“Aunque los genes específicos relacionados al aparecimiento de enfermedades cardiovasculares no han sido identificados con precisión, todo hace pensar la presencia de estos en diversas familias donde la enfermedad cardiovascular (infarto agudo de miocardio) se presenta de forma habitual en todas las generaciones”, explicó el Dr. Pablo Basagoitia, del Hospital de Diagnóstico.

“Otro factor de riesgo no modificable es el sexo masculino, pues en la población masculina son más frecuentes las enfermedades cardiovasculares que en las mujeres, esto es por la protección que confieren al corazón las hormonas femeninas”, agregó el galeno.

Las enfermedades cardiovasculares en general presentan estos síntomas: dificultad para respirar, las náuseas y vómitos y el dolor en la mandíbula o la espalda son más frecuentes en las mujeres.

Además, dolor o molestias en el pecho y los brazos, hombro izquierdo, mandíbula o espalda.

Además puede haber dificultad para respirar, náuseas o vómitos, mareos o desmayos, sudores fríos y palidez.

Otros síntomas de un accidente cardiovascular consisten en entumecimiento repentino de la cara, piernas o brazos; confusión, dificultad para hablar o comprender lo que se dice; problemas visuales en uno o ambos ojos; dificultad para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o coordinación; dolor de cabeza intenso de causa desconocida; y debilidad o pérdida de conciencia.

Independientemente si se padece una afección hereditaria o no, el cardiólogo de la Clínica de Cliveland Howard Bush da algunas recomendaciones para tener un corazón más fuerte.

Corazón de “piedra”

“Una alimentación adecuada y bajos niveles de colesterol, en conjunto con ejercicio regular son fundamentales. Limite la ingesta de alimentos grasosos o aquellos que contienen exceso de colesterol. Trate de hacer entre 45 minutos y una hora de ejercicio aeróbico todos los días. Estos simples pasos a menudo pueden ayudar a prevenir enfermedades cardiacas”, apuntó en Bush en un artículo de la clínica.

Además, complementó los consejos: “el ejercicio aeróbico como caminar rápido, trotar, andar en bicicleta, nadar o usar una caminadora son las mejores opciones. Debe consultar a su médico antes de comenzar un ejercicio como el levantamiento de pesas”.

Cuando en la familia ya existe alguien con alguna enfermedad cardiovascular lo mejor es que el resto de los parientes consulten periódicamente la presión arterial y hacerse un perfil de lípidos en ayunas para monitorear la salud. Además de exámenes de azúcar en la sangre, especialmente para los diabéticos, sobretodo cuando se padece sobrepeso u obesidad.

Está demostrado que el cese del consumo de tabaco, la reducción de la sal de la dieta, el consumo de frutas y hortalizas, la actividad física regular y evitar del consumo nocivo de alcohol reducen el riesgo.

Las afecciones cardiovasculares también se puede reducir mediante la prevención o el tratamiento de la hipertensión y la diabetes.