La maestra del ballet clásico

Alcira Alonso llegó al país hace 52 años. Su trabajo ha dejado una huella imborrable en El Salvador. A sus 85 años, ya como directora y productora, sigue conquistando aplausos

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elsalvador.com

Por Thania Urías tania.urias@editorialaltamirano.com

2013-03-07 8:00:00

El escenario sigue siendo el mismo, pero sus pasos ya no lo son. Ya no gira ni se para de puntillas, ahora camina lento, pero firme al mismo tiempo. Aunque tropieza, no deja que le ayuden, sube sola al escenario, dispuesta a ultimar cada detalle de su próxima presentación.

Ella es así, los que la conocen la describen como una mujer de temple, de carácter, independiente y luchadora. No ha parado ni un solo día de dedicarse a lo que más ama: el ballet.

Está cansada reconoce, y en sus ojos se refleja el agotamiento de más de siete décadas dedicadas a la danza clásica. Sin embargo, su cansancio, expresa, la llena de alegría. Para ella, quien radica en el país desde 1961, hablar de este tema le apasiona.

Conversar sobre ballet clásico con ella es recibir una cátedra. Habla con propiedad, como una experta, como la maestra que es.

Mientras se acomoda en una de las butacas del Teatro Nacional donde al día siguiente se estrenará Espartacus, la primera obra de la temporada de la Fundación Ballet de El Salvador (su compañía) cuenta emocionada cómo va la taquilla, pero no quita el ojo del escenario. A media plática se levanta para corregir algún detalle. Está pendiente de todo, de que el escenario esté bien montado, de que la luz sea la correcta, que los camerinos de sus bailarines estén listos, de todo.

Y aprendió a hacerlo así en un país donde el arte es lo último en la agenda de los gobiernos, la escasez de apoyo la ha obligado a convertirse en una experta en improvisar, en reciclar, en estirar el presupuesto para montar sus obras.

“El problema de producir cuando no tenés dinero es que vos tenés que buscar las telas para ver que es más barato, hacer el diseño del vestuario para la costurera… hay que ingeniárselas”, explica.

Sabe que su tarea es casi quijotesca, pero la disfruta y se siente orgullosa de haber entregado más de la mitad de su vida a un país que ya considera “su patria”.

Argentina de nacimiento y la mayor de tres hermanos, salió de su natal Buenos Aires por motivos políticos, radicó en otros países y viajó por toda Latinoamérica bailando, hasta que en 1961 pisó tierra salvadoreña dispuesta a ocupar un puesto como maestra y coreógrafa en la Escuela de Danza de aquella época.

Las cosas no salieron como esperaba, pero doña Alcira no se rindió. Aquí encontró al amor de su vida: el escultor Enrique Salaverría y también decidió que daría pelea hasta profesionalizar el ballet clásico en El Salvador y fundar una Compañía Salvadoreña de ballet, tarea en la que sigue empecinada.

“Tendríamos la mejor compañía de ballet de Centroamérica” dice, convencida de que el talento existe, pero no los incentivos ni el apoyo ni el interés de quienes tienen en sus manos echar a andar este proyecto.

Alcira Alonso, ahora es directora y productora de Fundación Ballet El Salvador, compañía junto a la cual ha llevado más de una veintena de obras a escena. No siempre el teatro ha estado lleno pero nunca han faltado los aplausos, y para ella eso ya es ganancia.

Proyectos y sueños

Alcira baila desde los siete años, más que por vocación por una prescripción médica, un doctor les dijo a sus padres que le buscaran una actividad como el ballet, para sanar sus dolencias en el hígado y de ahí para adelante no paró.

Aunque ya cumplió 85 años, el retiro no está dentro de sus planes, mientras tenga fuerzas, asegura, seguirá enseñando ballet y sobre todo dirigiendo los montajes que tanto la llenan de energía.

Es su dinamismo, su entusiasmo, sus ganas de trabajar, lo que más le reconocen sus bailarines y quienes trabajan de cerca con ella.

La Fundación Ballet El Salvador, creada por ella hace 21 años, es un referente en el país, ya que se ha convertido en una de las primeras y más importantes instituciones formadoras de bailarines de danza clásica, ella lo sabe y se siente orgullosa del trabajo que han realizado.

Con esta Fundación Alcira Alonso ha llevado a escena obras como Corsario, Romeo y Julieta, La Dama de las Camelias, Giselle, El Salvador, los nietos del jaguar, El Cascanueces, Quijote y El Lago de los Cisnes, entre tantas otras.

Como toda una profesional ya tiene preparada la lista de todas las presentaciones que hará este 2013. Cuando habla de sus proyectos, su entusiasmo aflora, cuenta cada detalle, habla de los bailarines con nombre y apellido y está convencida de que, de nuevo, volverá a ser un buen año para la danza clásica.