El placer de pescar entre aguas inmaculadas

[ Sentir cada amanecer y cada ocaso ] En la Bahía de Jiquilisco hay un lugar que seduce a los amantes de la pesca deportiva. Su entorno es bondadoso y comparte todas las riquezas de la vida con el turista nacional e internacional que desea volver a nacer

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elsalvador.com

Por Juan José Morales

2013-02-21 8:00:00

Cuando llega el crepúsculo un escondite de la costa salvadoreña se contagia de vida y crea pinceladas de colores, cómplices de esa obra de arte eterna, perdurable y única, llamada naturaleza.

Así, por las mañanas es el escenario perfecto para el canto de los pájaros, el vuelo de los pelícanos y el acecho de las águilas pescador. Pero por la tarde, lejos de la idea romántica del ocaso, el hombre se auto desafía y lucha hasta conquistar el mejor de los trofeos para convertirse en “viejo lobo de mar” con determinación y fortaleza.

Es por ello, que la pesca deportiva seduce a muchos. No solo es adrenalina. También es actitud. Porque desde la playa el pescador visualiza su objetivo y actúa, lanzando sus aparejos para comenzar un combate a varios asaltos con el pez.

Una de las nuevas modalidades que permiten vivir esta experiencia es el surf fishing. A comparación de la pesca en yate, que obliga a viajar por altamar, la también conocida como pesca de orilla es una nueva tendencia donde se combina la resistencia física, la técnica y el conocimiento del las mareas y las corrientes marinas para atrapar un pargo, robalo o pez gallo, la especie rey en este tipo de deporte.

Para practicarlo existen diferentes tipos de caña de pesca. Las más empleadas son las de grandes dimensiones hechas de grafito por su ligereza y entereza. Además se emplean señuelos, herramientas con anzuelo que sirven de carnada y simulan el movimiento del alimento de los peces.

Chia Chian Juang, uno de los nuevos exponentes locales de la pesca, explicó que el éxito está en el movimiento del cuerpo al lanzar la cuerda y en saber usar los señuelos adecuados.

“Para pescar hay que conocer el mar y luchar contra los peces. Muchos, como el robalo, incluso cortan la linea (de la caña) porque tienen mecanismos para defenderse. Por ello, hay estar firme en el agua y nunca desistir”, añadió.

El mejor escenario para este clase de actividad pesquera son los esteros y las entradas de mar. Uno de los lugares preferidos por Juang y un amplio grupo de entusiastas es la península San Juan del Gozo y Puerto Barillas, en la Bahía de Jiquilisco, Usulután.

Ahí, además de encontrar un edén náutico donde se puede anclar con yates y veleros, también existe un virgen ecosistema de mangle, cocodrilos y gaviotas que complacerá la curiosidad de los turistas nacionales y extranjeros.

De allí, que en el canal Barillas se aprecian banderas de diversos países del mundo. Las embarcaciones llegan ahí, sobre todo en la temporada de veleros (enero-mayo) anclan y durante días, semanas y hasta meses disfrutan de la riqueza de este punto del país.

Enfrente de estos navíos hay un cementerio. Viejos barcos camaroneros le dan un toque rústico e histórico al lugar con sus letreros y fierros oxidados. La sal hace el resto.

Puerto Barillas además ofrece diez casas familiares con diferentes comodidades, restaurante, piscina, hangar de yates y hasta una pista de aterrizaje para los más aventureros.

Para dejar el mar, en medio de cañales hay un recorrido por una reserva de monos araña. Esta especie vive en su hábitat desde hace más de 50 años y recíbelos cuidados de la familia Jiménez. “Comen frutas, juegan con los turistas y hasta realizan alguna travesura”, dice Miguel, su inseparable protector.

El día puede terminar con un paseo a caballo. Ya sea uno peruano o cuarto de milla, en Puerto Barillas hay equinos para relajarse y sentir la existencia con pausa, sin prisas.

Este es parte del pacífico salvadoreño, una joya para la pesca, el buen vivir y las nuevas energías.