Jennifer y Bradley, el lado bueno de los Oscar

Ambos están nominados. Ella a mejor actriz, él a mejor actor. Los dos por la película El lado bueno de las cosas, que va por el Oscar a mejor película

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Por Fabián Waintal Corresponsal en Hollywood escena@elsalvador.com

2013-01-27 7:00:00

Marion Cotillard no habla español y nuestro francés tampoco es el mejor, aunque a veces es suficiente con verle los enormes ojos azules, que hablan por sí solos. Y con la dulzura de su acento y el glamour de sus palabras, hablamos del mundo tan lejos de Hollywood y tan cerca… de la fama.

– ¿La vida cambia por completo con la fama?

– Bueno, mi publicista me pide que salga maquillada hasta cuando me subo a un avión y me parece extraño, pero…

– ¿Es difícil tener que pensar todo el tiempo en mantener la perfección física, solo porque un fotógrafo puede cruzarse en tu camino, en cualquier esquina?

– Tampoco es tan difícil. Difícil es que te falte dinero para alimentar a tus hijos. Difícil es algo totalmente diferente. No es difícil, aunque a veces sea molesto. En los momentos que quiero disfrutar cierto tiempo a solas o con mi familia, puede molestar un poco. Pero simplemente tengo que dar un paso atrás y darme cuenta que lo difícil es lo que te decía antes, no mi vida. Mi vida es increíble. No debería quejarme.

– ¿Cuál es la parte más divertida de tu vida?

– Y bueno, en definitiva me parece bastante divertido si voy al aeropuerto y de repente mi publicista se preocupa porque ve un paparazzi y yo no me veo muy bien. A mí me causa gracia, porque es ridículo tener que maquillarme solo porque me voy a subir al avión. Es gracioso.

– ¿Todavía estás viviendo en París o pensaste en mudarte a Hollywood..?

– Vivo en Francia, aunque acabo de pasar seis meses en Nueva York con dos películas. En Julio volví a Francia por dos meses, donde me siento más comoda porque paso demasiado tiempo fuera del país. Y me encanta, pero a veces es bueno volver a las raíces.

Rodeada del romanticismo de París, muy cerca de la Torre Eiffel, Marion Cotillard nació el 30 de Septiembre de 1975, dentro del mundo del espectáculo. El padre, Jean Claude Cotillard ya había sido mimo en su juventud, pero también fue actor y llegó a ganar el premio Moliere como director de teatro. La madre, Niseema Theillaud, también era actriz y maestra de teatro. Hasta los dos hermanos mellizos son artistas: Quentin es escultor y Guillaume es escritor. Con semejante familia, Marion eligió el camino de la actuación desde la infancia, cuando debutó en una obra de teatro donde trabajaba el padre. En un tiempo también abrió las puertas de la TV, antes de llegar al cine con las dos versiones de la comedia ‘Taxi’. En Hollywood, también ya había debutado con Tim Burton y la película ‘Big Fish’, cuando el director Ridley Scott la contrató para cambiarle la vida a Russell Crowe en la película ‘A Good Year’. Y aunque volvió a sus raíces francesas para encarnar la vida de Edith Piaf en la película ‘La Vie en Rose’, Hollywood la saludó con un Oscar que ella supo aprovechar con las siguientes películas, casándose en la ficción con las estrellas más famosas del momento. Fue la esposa de Johnny Depp en ‘Public Enemies’, de Daniel Day Lewis en ‘Nine’ y Leonardo DiCaprio en ‘Inception’. Y al cine, también le debe su matrimonio en la realidad, porque fue en la filmación de la película francesa ‘Little White Lies’ que conoció a su actual marido, el director Gillaume Canet, el padre del ‘petit bébé’ Marcel que tuvieron el 19 de Mayo del 2011.

– ¿Es posible encontrar un balance en la vida personal y el trabajo, disfrutando la maternidad sin descuidar la carrera profesional?

– Es complicado, pero también trato de aprovechar el tiempo libre. No se nota, pero ya van dos meses que no trabajo. No, no, no, solamente un mes, aunque parece más. Digamos que pude parar por un rato y me encanta. A veces necesito descansar, sin trabajar demasiado, porque yo quiero ver a mi hijo todos los días de mi vida…

– ¿Llevas a tu hijo en todos tus viajes?

– Bueno, a veces, cuando me voy por mucho tiempo, pero lo dejo si el viaje es muy corto.

– ¿Se necesita vivir como gitana para tener éxito en Hollywood?

– Yo soy una gitana total (risas).

– ¿El premio Oscar en cierta forma es el doctorado profesional para un un actor?

– Puede ser, pero cuando empiezo a trabajar con una nueva película, siento que soy una principiante…

– ¿Los nervios nunca se van?

– Claro. Por supuesto, hoy tengo mucha más experiencia, pero como me apasiona entrar en lo desconocido, cada vez siento que tengo que volver a empezar de nuevo. Pero es lo que también me gusta tanto de mi trabajo.

– ¿Te atraen los desafíos?

– Me encanta cuando no estoy segura si voy a hacer un buen trabajo. Me encanta si no estoy segura que voy a poder encontrar la autenticidad de un rol. A veces tampoco funciona bien, pero cuando funciona es maravilloso.

– ¿Películas como ‘Inception’ o la última película de ‘Batman’, con directores como Christopher Nolan ayudan a conservar la calidad del cine europeo en medio de Hollywood?

– Es lo bueno de tener la oportunidad de trabajar con grandes producciones de Hollywood, con un director que tiene el espíritu del cine independiente. Christopher Nolan se involucra demasiado en sus películas. A mí me han ofrecido películas de ciertos estudios de Hollywood que no eran películas de directores. Y yo jamás podría hacer algo así. Una vez me ofrecieron un personaje soñado en una superproducción americana y pensé que podía ser muy divertido. Pero cuando me encontré con el director me di cuenta que yo no tenía nada que ver con su proyecto. Nada. Él ni siquiera conocía a los otros actores, porque no era su película, era del estudio. Y aunque mi representante insistió, le dije que no la podía hacer. La película terminó siendo un éxito tremendo y cuando fui a verla para ver lo que me había perdido… no me perdí nada. Me pareció muy mala. Y la explicación es simple: no había ningún director para los actores, no sé para que estaba el director.

– ¿No es posible conseguir una buena actuación, con un mal director?

– No. Nunca. Cuando lo intenté, resultó un desastre. Hice una película con un director que era demasiado malo y yo lo odiaba. Estoy tan mal en esa película… Ni me preguntes cuál, pero me acuerdo que el rodaje fue horrible. Tenía una escena muy emocionante y yo sabía que podía hacerla, aunque fue imposible. Tuve que cambiar la forma de pensar, tratando de imaginar que lo hacía para mí, por el personaje o el público, porque por el director no podía, lo quería matar. Y cuando me pregunté si hubiera mejorado si un director como Michael Mann o Rob Marshall hubiese estado en el estudio, la respuesta fue positiva. Pero me salió todo mal y la película resultó pésima.

Sin querer confesar el título de aquella película, Marion Cotillard al menos no puede decir lo mismo de la nueva película ‘Rust and Bones’ donde ya recibió el premio como Mejor Actriz del Año en el último Hollywood Film Festival junto con la nominación a la Palma de Oro de Cannes. Con un estilo de cine que solo se ve en la época del Oscar, la película muestra el sufrimiento de una mujer que tiene que afrontar la vida (y el amor), después que le amputan las piernas por un horrible accidente.

– ¿Es posible comparar los estilos de trabajo entre Christopher Nolan y el director de Rust and Bones, Jacques Audiard?

– Es imposible compararlos.

– ¿Digamos que no lo imaginas a Jacques Audiard dirigiendo una película de un superhéroe como Batman?

– Ah, sí, pero sería la versión de un superhéroe para nada americano, seguro. Tampoco sé si a él le gustaría hacer ese estilo de cine.

– ¿Qué pensaste la primera vez que leíste el guión de Rust and Bones?

– Me emocionó la historia y el personaje. Por lo general, cuando leo un guión y me pasa algo así, me siento enseguida conectada, como si conociera esa persona, aunque no la conozca. Pero cuando terminé el guión, en este caso, no sabía quién era ella, me pareció una persona muy misteriosa.

– ¿Durante la filmación fue difícil concentrarte en el personaje sin tener en cuenta los aspectos técnicos de no tener piernas?

– Ah, sí, sí, el tema técnico fue muy fácil de digerir. El equipo de gente que trabajó en los efectos especiales era supertalentoso, muy discreto. Por eso, sentí que tampoco tenía piernas en el estudio. Realmente fue muy fácil.

– ¿Llegaste a conocer gente que tuvo las piernas amputadas en la vida real?

– No, sentí que no era necesario conocer gente que había pasado por esa experiencia. Supongo que hubiera sido diferente si hubiera representado alguien que vivió así durante diez años de su vida. Pero en este caso, vivir sin piernas, para mi personaje era algo nuevo y quise que también fuera algo nuevo para mí, para aprenderlo con ella.

– ¿La escena de amor con Matthias Schoenaerts?

– Matthias es un actor increíble. Cuando nos encontramos por primera vez en la casa del director, no esperaba que fuera tan alto. Y cuando empezó a leer el guión no podía creer como fue que el cine nunca lo había descubierto antes. Trabajar con él, fue increíble. Fue como si lo conociera de toda la vida, como un hermano. Por eso las escenas de amor resultaron un poco… incómodas. Es extraño, porque yo odio hacer escenas de amor, las odio demasiado, con cualquiera. Y en esta película fue totalmente diferente. No es que tampoco me encantó, pero aunque suene raro, lo voy a decir: Estuve feliz que mi personaje pudiera vivir algo así. Estaba feliz por ella, por la experiencia de poder ser mujer, otra vez. Eso fue bastante fácil. Y el director, Jacques también fue muy respetuoso. Sin esa escena, hubiéramos perdido demasiado. Las escenas de amor, terminaron siendo el corazón de esta película.