La camiseta del 78

Vale la pena contar sobre una espera que fue casi eterna

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Foto Por edhdep

Por Gustavo Flores

2018-03-25 10:37:34

-Uh, ¿y esta? Me parece que la conozco.

La camiseta de Argentina que ve el Matador Kempes no tiene el “10” de Diego o Messi, tampoco la “9” del Bati o la “11” del Kun, las que se acostumbran a ver hoy en las calles de cualquier ciudad futbolera. Tiene apenas las hilachas de un “4” semiborrado de un tal Bertoni y se destaca el viejo y querido escudo de la AFA, claro síntoma de la época. El celeste se mantiene a duras penas a través de los años y las lavadas. No es una camiseta más: tiene exactamente 40 años y es un recuerdo vivo de una infancia feliz. Me la compraron a los 8, cuando se jugaba el Mundial del 78; se guardó, no sé como, con esmero y cuidado hasta hoy. Instinto maternal, supongo. Y una calidad textil en extinción. Desde la semana pasada, y con una firma especial estampada en el pecho, pasa a ser un tesoro personal.

Esa camiseta viajó en el tiempo cuando mi hijo, de 6, la vio el año pasado en un ropero de la querida casa de La Plata, en Argentina, y enseguida se la puso. Le quedó pintada a Mateo, mejor que al papá, claro. Por eso la decisión de traerla a El Salvador, casi como una reliquia y también una esperanza: Si con esa camiseta se gritó un título mundial a 6 mil kilómetros, ¿por qué no usarla como cábala en 2018 en el corazón de Centroamérica?

Ese Mundial 78 tuvo una figura central: Mario Alberto Kempes, quizás el futbolista menos reconocido en Argentina en relación a todo lo que le dio como jugador: nada menos que la Copa del Mundo. El “Matador” fue el goleador e ícono de aquella victoria deportiva en medio de un país oscuro, ensombrecido por la sangrienta dictadura militar que asolaba a todos en aquellos años.

El Matador tuvo su punto cúlmine cuando más lo necesitó el equipo. Hizo 6 goles en el Mundial, ninguno en la primera fase. Todos los hizo en tres partidos: dos a Polonia (donde también salvó al equipo con una atajada espectacular que reeditaría Luis Suárez para Uruguay en Sudáfrica 2010), dos goles a Perú y dos en la final a Holanda, inolvidables. El “4” estampado de Bertoni, a pedido personal, estuvo en duda por un ‘10’ casual: en aquellas épocas, los números de los equipos argentinos se ordenaban por orden alfabético de los apellidos. Y el ‘10’, vaya coincidencia, le correspondió al talento mayor de ese tiempo. Kempes había usado la ‘13’ en el Mundial del 74 y la ‘11’ en el del 82 (la excepción fue Maradona con el “10”). Ojo, Bertoni también respondió en el 78: fue el “compadre” de Kempes en el ataque argentino y el autor del último gol de aquel mundial: 3-1 a Holanda. El ‘4’, número elegido para la camiseta no estaba tan mal, después de todo…

El “Matador” se formó en Instituto, el mismo equipo que sacó a Dybala, la joya contemporánea, brilló en Rosario Central, pasó por River, fue ícono del Valencia, también jugó en Austria, Chile e Indonesia. Dirigió algunos equipo en lugares tan distantes y dispares como Albania, Indonesia, Italia o Costa Rica. Hoy es periodista y un acertado comentarista televisivo. Así llegó a El Salvador, donde confesó que le gustaría dirigir a la Selección nacional.

No había otro destino para el final de esta historia: la camiseta y el goleador del 78 se encontraron la semana pasada en el centro de la capital, San Salvador.

-¿Dónde la firmo?
Pregunta Kempes y uno atina a decirle: “Donde usted quiera, crack”.
La dedicatoria fue el más reciente golazo del Matador.
Gracias Mario. Valió la pena la espera de 40 años.