La gran mayoría de periodistas que critican la falta de continuidad de los cuerpos técnicos en los equipos de Primera División del Fútbol Salvadoreño lo hacemos bajo una idea: el trabajo da frutos.
Lógicamente, si no se deja desarrollar una idea, germinarla, es difícil estar obteniendo resultados. Pero, ¿por qué continuamente el dirigente está cambiando a su personal, a su timonel del barco?
No es únicamente porque les apremien los resultados, por la falta de recursos, porque tienen de cerca el descenso, porque el equipo juega feo, porque el DT no les hace caso en las alineaciones, etc. Principalmente, es por una razón: no hay planificación.
Cuando un equipo planifica, prepara una serie de posibles escenarios y plantea las posibles acciones a tomar de antemano antecrisis financieras, lesiones de sus estrellas, competencias paralelas, renuncia del cuerpo técnico o despedir al DT, falta de responsabilidad del jugador, etc., etc.
Esta parte, la de la planificación, no es ejecutada en los equipos por ningún profesional en el área. Son, además, pocos los cuadros que realmente planifican más allá de ver con qué jugadores contarán.
Las directivas, por lo general, lo que realizan es descargar en el cuerpo técnico y en los jugadores toda la responsabilidad, como si ellos fueran los únicos implicados. Y a la hora de rendir cuentas, cortan por el lado más “débil”, el más fácil, el entrenador.
El problema de ello es que esta forma de resolver las crisis no solo no es la mejor, sino que genera una serie de dificultades más, pues no se ataca la situación de fondo, la falta de planificación para resolver todos los factores relacionados a los resultados de un equipo o club.
La única diferencia al final del torneo es que, obviamente el que coseche más será el que sembró más. Y en fútbol, lo primero para arar el terreno es planificar en serio.