Orgullo, esa bendita palabra que esconde muchas preguntas y muchas peticiones para la Selecta Playera. Porque está bueno sentir orgullo por aquel cuarto lugar en Ravenna, Italia, por la humildad de los playeros, por el coraje, por lo que nos hacen sentir, pero eso no nos ha dado el pase a otro mundial. Está bueno el orgullo, pero, al menos yo, le pido mucho más a los “cangrejitos”.
Ya son dos copas mundiales que vemos por televisión, si es que lo hacemos. Ya son dos veces que dos países centroamericanos, adonde éramos potencia, nos dejan en la cuneta. Ahora, pienso, es tiempo de preguntarnos ¿qué nos está faltando? ¿qué han hecho Panamá y Costa Rica para superarnos en las dos anteriores ediciones de premundiales de la disciplina? ¿Estamos estancados? No es posible que, hoy, estemos añorando jugadores, participaciones pasadas, es tiempo de pasar a otras instancias, a otros escenarios para estar presentes en otra Copa Mundial de fútbol playa.
Ahora no es tiempo de buscar responsables, de buscar explicaciones de por qué no estuvo fulano o mengano. Es tiempo de pedir un verdadero plan de fogueo, no torneos cosméticos diseñados para seguir añorando el pasado. Hoy, de nuevo, no se pudo, esa es la realidad. Ganamos un tercer lugar que no nos sirve de nada. Orgullo, sí, pero ahora empecemos a exigir.