Muchos equipos desearían estar en la piel de la Selecta playera. ¿Por qué? Porque no alcanzó su objetivo de ir a un Mundial pero quizás ganó, con los años, algo más importante: el reconocimiento general de los aficionados.
En un mundo deportivo signado por los resultados, donde ganar a veces no se transforma en lo más importante sino en lo único, la Selecta playera es una notable excepción.
Edificó su base en resultados históricos y una voluntad que no se negocia. Ante los problemas de la Selección mayor, se transformó en referente del deporte y pronto se convirtió la Selección más exitosa de la historia del país. Una entrega máxima en cada uno de sus compromisos hicieron de este equipo una marca indeleble. Y de ahí surgió la unión indestructible con la afición.
Dolió la eliminación ante los panameños, al final campeones, en la semifinal del sábado. Ya van dos mundiales seguidos en los que El Salvador no estará. En cualquier otra disciplina del fútbol hubieran aflorado, en comentarios generales y redes sociales, críticas (constructivas y destructivas), la palabra “fracaso” habría sido “trending topic” y los cambios de rumbo estarían liderando el listado de pedidos.
Pero al contrario, con esta Azul enseguida llegaron los reconocimientos, los aplausos, las felicitaciones de la afición. La certificación de que, más allá de mundiales, este equipo está en el corazón de la gente.