Daniel Aráoz, actor argentino: “El fútbol es un deporte que tiene un condimento artístico”

ENTREVISTA - EDH Deportes habló con uno de los máximos exponentes del cine y la televisión en Argentina. Para los amantes de las charlas con sustancia, este mano a mano es más bien un café sobre cine, fútbol, y la vida misma; y “tomarlo” con Daniel Aráoz, no es una cuestión de todos los días

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Aráoz, en una de sus performances más recientes en la obra "Demoledores". Foto tomada de girabsas.com.

Por Robbie Ruud

2017-12-04 4:29:55

Daniel Aráoz es un actor de 55 años nacido en Córdoba, provincia de Argentina. Sí, esa tierra docta, fecunda, vasta, que late y se coloca en el mapa mundial gracias a distintas personalidades, entre ellas, los futbolistas de la talla de Mario Alberto Kempes, Paulo Dybala, o plumas tan prolijas como la del escritor de fútbol Marcos Javier Villalobo, o tan conscientes de la realidad social y política como Agustina Blanco.

Y por supuesto, no podía hacer falta el cordobés más conocido por los salvadoreños: Enrique Ernesto “Carucha” Corti, ese entrenador capaz de hacer de Santa Tecla FC hoy por hoy, uno de los mejores equipos de Centroamérica; calificativo que su afición considera justo, y que pondrá a prueba con fuego en la próxima Liga de Campeones de CONCACAF.

Aráoz es un laureado actor argentino que se funde con los personajes que interpreta. Con una carrera de varias décadas a sus espaldas, disfruta de un presente que le permite reencontrarse consigo mismo todos los días.

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Algunas de sus piezas, como la serie Cuentos de Fontanarrosa (2007), y películas como El hombre de al lado (2009), 8 tiros (2013) y Una especie de familia (2017), son algunos títulos de Aráoz que merecen verse y apreciarse con calma y con alto sentido de contemplación.

Daniel Aráoz en una de las escenas del filme: “Una especie de familia”. Foto tomada de elladog.com.ar

¿Alguna vez pensó cómo concibe un actor el deporte más hermoso del mundo? ¿Cómo lo sufre y lo aprecia? No se haga bolas haciendo semiosis, tome su bebida favorita y elija su sofá predilecto; está a punto de interiorizar en uno de los corazones que más quiere a Club Atlético Belgrano en este universo, y que también ama con una fuerza “demoledora” su profesión de actor; y que dicho placer, no le priva de tener una mirada crítica de la realidad social.

Señoras y señores, con ustedes, Daniel Aráoz:

¿Cómo se compone su agenda estos días?
Trabajo en teatro, estoy haciendo una obra que se llama: “Demoledores”, un homenaje al escritor argentino Roberto “El Negro” Fontanarrosa. Se cumplió hace poco una década de su partida, y queríamos hacerle un homenaje con el corazón. Hace poco se estrenó una película en la que trabajé llamada: “Una especie de familia”, este filme participó y ganó un premio por el mejor guion (hecho por Diego Lerman y María Meira) en el Festival San Sebastián en su 65ª edición. Ahora bien, “Demoledores” lo hago con otro compañero llamado: Fernando “Coco” Sily. Es una función muy emocionante, se trata también de la conclusión de un año de trabajo.

Se cumplió una década de la serie de “Cuentos de Fontanarrosa”, esa que hizo con Coco y varios actores más, y que hizo historia para deleite de muchos lectores del “Negro”
Sí, fueron 300 actores de mi país que participaron en este homenaje al “Negro”. Y fue hermoso, porque él estaba vivo, digo, físicamente, porque en nuestros corazones siempre estará vivo. El primer capítulo tuvimos la bendición de verlo con él, fue un trabajo que me dejó una gran emoción haberlo hecho. También fue un producto televisivo que tuvo doce nominaciones al Martín Fierro, ganó cuatro; y fue nominado a los Premios Clarín y al mejor programa de la tevé. Lamento no tener todo el material en digital en el presente, tengo ese tema pendiente de convertirlo a digital y compartirlo en buena calidad. Hay algunos capítulos en YouTube, pero me encantaría poder mejorar esa calidad. Un honor fue hacer esa miniserie, lo disfrutamos mucho con el “Negro”. Una vez fuimos a filmar a Rosario, de donde es él, y nos reímos mucho. Esta serie es un gran homenaje a un gran escritor de barrio, con una literatura maravillosa, profunda, increíble, y ante todo, esencialmente cómica, algo que es tan difícil de lograr.

Su personaje de “Cuentos de Fontanarrosa”, “Chiquito” Martorell, es inolvidable
Por supuesto que hay que destacar que Carlos “Chiquito” Martorell vive. Lo vi hace un tiempo en Rosario. Una vez me reclamó que mi interpretación del personaje “Chiquito”, que era libre y muy intensa; esta (performance) era sobre un tipo que tiene mucha suerte con las mujeres, y que incluso llegaba a retratar otra cosa (sobre la esencia del personaje). Entonces (Risas) yo le expliqué que era el delirio que yo le ponía al personaje, y el sentido de comicidad que necesitaba. Fue un pequeño reclamo, pero por supuesto que está agradecido; inclusive en unos de los capítulos invitamos a actuar a varios de estos personajes que retratamos. El “Colorado” Vásquez, “Pitufo” Fernández… vinieron varios de ellos y fue muy lindo tenerlos; fue un proyecto hecho con el corazón, una belleza (de trabajo) que es muy confortante recordar.

Usted se apasionó por la actuación tras trabajar de peluquero, y escuchar historias de la gente ¿hay otra situación que motorizó su pasión por interpretar, por llevar esas historias al escenario?
La actuación es una herencia hermosa que recibí de mi madre, Elba María Trossero de Aráoz, y un poco también de mi padre, Juan Antonio Aráoz. Mi madre, Elbita, fue actriz de pueblo, y profesora de piano. Yo heredé su gran amor por el teatro; un legado emocional, poético, de sueños… llevé adelante algo que mi madre tuvo que en su momento que abandonar, porque mi abuela había perdido a su padre, se fueron a vivir a Córdoba y luego conoció a mi padre. Ella dejó de actuar y creo que me trasladó ese sueño a mí. Y creo que lo estoy cumpliendo con mucho amor.

Usted ha hecho películas y series donde hay comedia, acción, crimen, drama; pero el humor se le da bárbaro ¿Qué es lo que más cuesta para generar carcajadas y sonrisas de oreja a oreja en la gente que lo ve actuar?
Trabajo con la energía del personaje, soy bastante obsesivo con la interpretación de los personajes. También he trabajado mucho en la improvisación, imagínese la bendición que tengo de poder producir risas, de tener el honor de homenajear a la comicidad. Hoy hago teatro, y particularmente cuando uno trabaja en humor, uno quiere que la gente se ría y se ría; uno va afinando la obra a medida que la va transitando. Es un oficio muy profundo y muy hermoso, es la posibilidad de tomar distancia de lo cotidiano para poder reírnos. Reír es una sanación del alma, como lo es llorar también; son formas de curarnos el alma.


Acá, una de las actuaciones más memorables. Daniel Aráoz en el papel de “Chiquito”, un clip que merece verse sin prisas y sin distracciones:


Trabajó hasta hoy en día con una infinidad de actores, pero ¿no es “Coco” Sily tan socio suyo como la pelota para Messi?
Mirá, con “Coco” he vivido una etapa muy hermosa, que pertenece a estos últimos 18 años, pero tengo muchos amigos de antes y comparto con ellos el hermoso placer de actuar. Eso sí, destacaría que con “Coco” en la obra de “Demoledores” hemos logrado profundizar nuestro vínculo artístico, creo que está bien puesta el nombre de la obra, porque la gente se ríe muchísimo, muchísimo… Demoledores de risa, trabajamos el absurdo, el grotesco, el esperpento, es una obra muy linda. Hago otros trabajos también en los que disfruto mi presente actoral. Estoy dirigiendo una ópera prima documental, un género en el que me interné hace poco. La serie “La Última Hora”, que la podés ver en Netflix, fue hecha con un amigo muy querido, Gastón Portal, con quien hemos construido un trabajo que me tiene muy orgulloso; porque era una ficción muy difícil de actuar. Hemos con Gastón logrado generar un producto que ha despertado la curiosidad, hemos traspasado fronteras con esta serie; y creo que ha tenido una gran recepción en la comunidad latinoamericana. Fue como llegar a una final de fútbol, así de emocionado y realizado me siento con esto; le estoy muy agradecido a Gastón.

Lleva en el corazón los colores de Belgrano, equipo representativo de su natal Córdoba
Sí, desde pequeño soy hincha de Belgrano, lo sigo desde siempre aunque no siempre puedo ir a la cancha; pero no me lo pierdo en tevé. Tengo pendiente ir hasta al club. Cada vez que puedo me junto con los jugadores y he estado presentes para saludarles. A Olave, a Farré, al “Picante” Pereyra, es algo muy hermoso compartir con el club. Ahora el equipo lucha por mantenerse en el candelero, creo que con la ida de Zielinski, el gran pensador del nuevo Belgrano, pasó una etapa, y ahora hay que encarar otra; hay que volver a recomponer el planteo de juego, y el espíritu deportivo también, está rearmándose y confío en que les irá bien.

Mucho se le vincula, en el periodismo, a las trampas de los futbolistas con la actuación, profesión que usted desempeña ¿Tiene idea del por qué se insiste tanto en hacer relación solo en el aspecto negativo del deporte con la actuación? Eso de la picardía, de la viveza, del engaño…
Hay un cuento del “Negro” Fontanarrosa, que los invito a ver en YouTube, estelarizado por el querido actor Luis Brandoni. En ese episodio habla del “arte en el fútbol”, es extraordinario. Describe los colores como si fueran una pintura, habla del amarillo cadmio, del naranja, del relumbrón del sol que rebota, del verde del pasto… hace una construcción pictórica propia de un artista plástico. Luego habla también del baile, cómo salta el delantero en el centro del área chica, para ir a cabecearla; cómo tiene que buscar ir con la cabeza para golpear la pelota, cómo en el salto el cuerpo se arquea, y se dibuja una silueta en el aire, para finalmente hacer el último movimiento: el giro de la cabeza y la búsqueda de la frente con la pelota ¡eso es danza!… Atención, el arquero que está en el área, quien busca verlo todo, el pie del defensor que vuela en el área… silencio; hay una caída. Vemos los gestos de dolor del delantero que va hacia el suelo, como si fuera un guerrero vencido. La enorme actuación de una falta que no fue ¡eso también es el teatro, no toda relación es negativa! Volviendo a la escena, suena el pito del referí que decreta penal; esa música del fútbol, que se compone también del grito desaforado de la hinchada que celebra, el tintinear de los botines… y al final el defensor se levanta y dice al árbitro ¿ Y qué cobrás la re contra mil puta que te parió? Hay otro tipo a la par que responde y dice: eso, eso es el fútbol. Imaginate qué belleza, lo que debe representar el arte en el fútbol en términos sanos, no en términos fanáticos. ¡Hermoso!

Aráoz (Izquierda) junto a “Coco” Sily en uno de los afiches de la obra “Demoledores”. Foto tomada de centroculturalmaipu.com.ar

¿Con quién hay más pica, con Talleres o con Instituto?
Bueno, la histórica es con Talleres. Cuando iba más a la cancha, era toda una historia cuando los hinchas de Belgrano, teníamos que ir por una avenida y los de Talleres por otra… cuando nos encontrábamos aquello se ponía caliente y había piñas (golpes). Eso por mucho tiempo Córdoba lo logró vencer, creo que el fanatismo no sirve. Lo que sirve es reírnos, las gastadas, eso que es del folclor, y que tiene que ver con el ingenio, con lo artístico. Lo que no acepto es la violencia, porque no se lo merece el fútbol. Es un arte que sirve para que nos liberemos emocionalmente, pero no para ejercer la violencia.

¿Alguna vez lloró por fútbol?
Sí. ¡Cómo no voy a llorar! Recuerdo para un juego por el ascenso entre Belgrano y Racing, un delantero, de apellido Ríos, en los minutos finales le pusieron una pelota solo con el arquero… y la sensación que uno siente cuando un jugador queda mano a mano con el arquero es extraordinaria… entonces me levanté frente al televisor porque la jugada lo ameritaba, me acerqué para apoyar ese último instante. En la jugada, el arquero se vence para tapar el tiro de Ríos, pero en el amague, Ríos se cayó y erró el gol. En segundos pasé de la euforia al llanto. Tiempo después pensé que es un hecho sano poder desahogarse así, pese a que la cultura machista en la que estamos insertos aprueba que llorés en la cancha, pero no así con un amigo fuera de ella. Es necesario llorar, hay muchas cosas por las que hay que llorar y uno no lo hace, eso está mal, hay que llorar y liberar al cuerpo de esas emociones fuertes que nos liquidan. Hay que disfrutarlo, es un deporte que tiene un condimento artístico, y que no comparto de ninguna manera que nos lleve a la violencia.

Si hubiera jugado fútbol en lugar de actuar ¿en qué posición se ve?
Nunca fui un gran jugador, pero atrás reconozco que es difícil para mí. Hay que ser muy preciso para defender, jugar con la visión del arquero, tener mucha velocidad. El medio campo me gustó, hay que estar muy concentrado, es muy difícil distribuir… es una tarea que marca el ritmo del partido. Por lo tanto, de wing, tenés que tener un estado físico increíble, te den o no te den la pelota, para centrar o disparar desde un costado. Teniendo en cuenta la complejidad, lo exigente de las posiciones que ya mencioné, me quedan solo el nueve y el diez, y me decido por el diez. Es un trabajo físico menor, pero es muy difícil; eso de poner la pelota en la red o asistir a quien viene. Hay que tener una gran noción de espacio. De chico era nueve, pateaba fuerte y estaba donde tenía que estar. El conocimiento sobre jugar fútbol se logra entrenando y jugando. En el fútbol cinco me parece que todo es más tranquilo, si bien la pelota es más pesada, creo que es una modalidad que le permite divertirse a uno un poco más.

¿Alguna vez tuvo la oportunidad de jugar al fútbol con otros grandes de la actuación como Francella o Capusotto?
Claro que sí, esto de jugar, y se lo digo de corazón, tuve la chance de compartir con un gran diez, como lo es el señor Diego Capusotto. Pero ponga atención, ese sí es un delantero, un diez, que baja y que sube y que la descose. Así, enfatizo, que la descose. Como a mí me gusta andar de diez, esa vez me bajé al mediocampo para ayudarlo y robar balones, él tenía que lucirse. Por otra parte recuerdo haber jugado con futbolistas profesionales para causas benéficas. En uno de esos equipos estaba el “Vasco” Arruabarena, verlo pasar era como ver al mismísimo Flash, tenía un estado físico increíble, era imposible seguirle el ritmo. También jugué con “Coco” Sily y el “Pumita” Goity, grandes actores y “jugadores” atrás, muy particulares, jugaban en el límite de la amarilla; hay que saber jugar bien ahí eh, en el límite; no eran muy virtuosos, pero era lindo compartir cancha con ellos, esos juegos son hermosos. Luego jugué en fút cinco con Horacio “Negro” Fontova (risas), y en una de esas, recuerdo que se puso los lentes para jugar porque no veía. ¿Qué le podíamos decir? Tuvimos que cuidarlo por si llegaba un fulbazo y le hacía un destrozo. Lentes de armazón por supuesto, no de contacto ¡eso es un peligro increíble para alguien que juega fútbol!


Su más reciente obra maestra. Puedes ver la serie: “La última hora” en Netflix:


¿Qué hubiera sido de Daniel Aráoz si no fuese actor?
Verá, es una pregunta muy difícil de responder. Mi padre me insistió de alguna manera en que yo siguiera una carrera. Creo que fue un mal momento de papá, y con todo honor lo digo… un día me dijo: “Vos tenés que ser contador”; capaz que hubiera sido un buen contador, no sé; soy honrado y honesto, pero no me gustan los números. Hubiera sido un martirio. Supóngase que hubiera prosperado y me hubiera convertido en un economista, ¿usted le entiende algo de lo que dice esta gente de números? Yo todavía intento entenderles. Si yo hubiera sido economista les digo: “A mí no me versés (mintás) la puta que te parió, vení acá y explícame con la libreta de almacén, no me hablés en tus términos sobre números porque seguro me estás choreando (robando). Mi papá propuso que yo fuese contador, pero después también me dio un condimento muy importante, que fue el político. Desde chico venían políticos a mi casa como Obregón Cano y Atilio López, a quienes yo recuerdo; y ese sentido de la política tan sano que tenían dejó huella a mi viejo y a mí. Hoy hay cosas que mantengo de mi viejo, cuando trabajé como peluquero fue una bonita experiencia; pero al final el deseo de mi madre venció, y le dije a mi papá: “Me haré actor”, y chao. Otra gran herencia de mi padre fue la oración, me enseñó a tener fe, algo que es vital para soñar.

Elija una película preferida
No podría contestarte si hay una película única; hay muchas… el buen cine de hoy y el de antes, hay obras de arte que es imposible que no te conmuevas. Hay muchos realizadores de cine muy buenos. No escuchamos radio ni tevé de otras partes del mundo, con las redes sociales vemos algunos periódicos, pero el cine, ese sí lo logramos ver de la parte que sea. El cine latinoamericano está muy vivo, muy fuerte, ese que es capaz de transformar la realidad, que es la única verdad, la que nos muestra todo. Son muchos los realizadores que han brillado, alguien quien me conmovió mucho fue Fernando Birri. En la actualidad hay mucho cine latinoamericano muy fuerte y muy vigente. Estas producciones me ayudan a reflexionar, a pensar, enfrentarme a mí mismo, a utilizar esta distancia que ofrece el cine para tomar una posición con respecto a lo que estás viendo. El cine llega hasta el alma, es un trabajo colectivo donde se conjugan la música, la fotografía… diría que me conmueve el cine latinoamericano.

Usted es una persona esencialmente de buen humor, lo lleva en la sangre, es su esencia ¿hay algo que rete esa esencia, que diga “pará un poco”, “no todo es color rosa”? Economía, política, medio ambiente….
Sí, la realidad misma, es importante tener la capacidad de transformarla y de comprometerse para ayudar a los que más lo necesitan. Trato de luchar contra eso, hay que fortalecer la contemplación, el equilibrio emocional, el amor; que al ver el sufrimiento y el dolor seamos capaces de actuar. Todos enfrentamos esta realidad, quizás el camino que elegí yo fue la actuación, es con lo que me siento refleja do en mi interior. Todos debemos de fortalecer nuestro humanismo, eso que merece que pensemos en nuestros niños, que son la energía pura del planeta; y pensar en cómo defenderlos, ayudarles a encarar este mundo adulto y cruel. Y ayudar también a ese niño que está dentro de nosotros, y que nos pregunta constantemente si hemos hecho bien o no las cosas. Cuando somos niños es cuando soñamos, y para concretar sueños hay que tener fe. Creo que el camino está en refundar Latinoamérica desde los poetas, y en ese sentido voy a precisar de las palabras de un poeta que amo mucho, José Martí, quien dijo tras ponerse al frente de un ejército listo para el combate: “Yo soy un hombre sincero. De donde crece la palma, y antes de morirme quiero echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes, en los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños, de las yerbas y las flores, y de mortales engaños, y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura, llover sobre mi cabeza, los rayos de lumbre pura, de la divina belleza”.

¿Tiene alguna frase favorita?
Luchar por todo aquello que es utópico, lo vas a lograr, tené fe, luchá.

¿Qué es más complicado, ser o parecer?
El parecer es una complicación que tarde o temprano lo va a enfrentar a usted mismo. Lo del parecer desarrolla todas las enfermedades mentales modernas, que tienen que ver con la simulación, la repetición; todo eso puede originar vacío en la persona. Pero lo que más me preocupa es que en el parecer interviene la negación, esto, como una manera de escapismo y se pierde el sentido del ser, se pierde así el sentido de la vida, porque lo importante es enfrentarnos y poder cambiar lo que está mal. Poder enfrentar nuestros miedos, y vencer. El parecer se construye en un espacio demasiado peligroso, por eso es importante el oficio del actor, así uno entiende que está tomando un rol distinto. El problema en el plano social, tomando distancia del arte de la actuación, es que ese rol, que tomes, termine matando tu ser; entonces no tiene sentido el parecer, sentirse dueño de la verdad; en el parecer los elementos profundos que uno puede utilizar para intentar ser lo que uno no es, hay una profunda distorsión de la vida. Si uno vive para parecerse a otro, a otro que tiene diez autos y propiedades… pero volviendo a la actuación, el actor ejerce una función de parecer para encontrarse, no para perderse, como el plano social sugiere. Nada de lo material nos acompaña tras morir, el único elemento que toma el alma para emprender el viaje tras esta vida, es el ser, si has preferido toda tu vida parecer, has matado tu alma. Es mi humilde pensamiento.

¿Cuál personaje ha retado más su ser para parecer?
En la actuación no ocurre eso. Actuar es un ejercicio constructivo sanador, trabajo con la energía del personaje, trato de enfrentarme a esa energía y aprender a manejarla. Entonces hay un ejercicio sanador, y confrontativo. Por ejemplo cuando interpreté a Rodión, en la serie “La Última Hora”, tuve que entender sobre la realidad que rodeaba a un sicario, y fue ese ejercicio el que me tomó tiempo, el que me ayudó a interpretar dicho papel. Los personajes los crea el actor, el director va orientando al actor, y van trabajando de la mano. Trabajamos sobre la obra, el texto, y luego sobre el set, y luego estamos convulsionados, con la mayor concentración para poder dar lo mejor. Por eso es tan importante lo musical, el guión, todo tiene la misma fuerza aunque no lo parezca; te voy a poner un ejemplo: Si vos ya no le crees al actor que está haciendo su papel dejá de ver la película. El actor es su propio instrumento, quien trabaja con su propio ser. Toda la oscuridad que tenemos es bueno que podamos canalizarla a través del arte, como acto sanador.

¿Cuál es su mayor deseo para este 2018?
Mi mayor anhelo es que podamos soñar, soñar con un mundo nuevo, uno donde haya igualdad; que sepamos que todos venimos y nos vamos igual a este mundo. Que haya búsqueda de la verdad en cada uno de nuestros interiores. Que haya justicia como límite de lo que nos puede ayudar a poner en un eje de compartir, de amor, de verdad. Que haya fe, porque la fe es lo que nos posibilita soñar. Que no le tengamos miedo a todos quienes nos dicen que nuestros sueños son utópicos, porque mienten, y se mienten. Por un 2018 de amor y de profunda unidad cultural, artística y política de Latinoamérica.

Agradecimientos especiales a Perfil Córdoba