“ Los futbolistas hemos decidido parar (la liga), conscientes de que tenemos razón. No es una medida de fuerza, sino de defensa ante lo que entendemos como una vulneración de nuestros derechos”. Son palabras expresadas por el presidente de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles), Luis Rubiales, en mayor de 2015. Pero bien podrían aplicar para alguien similar en el fútbol salvadoreño.
En España y en otras ligas profesionales, el fútbol se detiene cuando sus principales actores, los futbolistas, ven afectados sus derechos. Y la clave para que ese paro funcione como medida de presión viene por la unión granítica entre los futbolistas: desde las estrellas millonarias hasta los humildes luchadores de las categorías segunda o tercera. En 2015, cuando Rubiales dijo estas palabras y se anunciaba una huelga en la millonaria Liga Española, esa decisión fue apoyada por luminarias como Casillas, Iniesta, Ramos o Piqué.
Rubiales, al frente en conferencia, y detrás las estrellas como Xavi, Casillas, etc.
Eso falta en El Salvador. La seguridad de que todos los futbolistas apoyarán cuando sea necesario. Y decimos todos, desde los que están al día hasta los que sufren meses y meses de impago de salarios. En un fútbol “profesional” donde como mínimo el 60% de los 12 equipos tienen problemas de impago, lo primero que necesitan los jugadores es apoyarse entre sí. Ser solidarios, ponerse en la piel del otro. Lo de asociarse vendrá por añadidura.