Los autos clásicos, pasión y negocio

Características únicas en un automotor o su producción limitada lo hace un clásico. El hecho de que haya sido propiedad de un personaje famoso también lo hace acreedor de un puesto en ese selecto grupo

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Los autos clásicos, pasión y negocio

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2015-05-14 12:00:00

Ver un carro antiguo bien restaurado o que mantenga sus detalles de fábrica intactos por la calle es imposible dejar de ver. Es como tener la oportunidad de ver un deportivo que hace gala de toda su musculatura, un sedán lujoso o un todo terreno imponente. El cuido del carro marca esa pauta, el año reciente que es, también. Pero los antiguos tienen ese imán que invitan transportarse en el tiempo.

En El Salvador, según explicó uno de los coleccionistas que se cita en este artículo, no hay ningún clásico: “aquí en el país no hay ningún carro clásico, se lo puedo decir con autoridad. La gente escucha hablar y si ve en la calle un antiguo dice que es un clásico y eso no es cierto, ningún carro de los que hay aquí es clásico. Yo tengo un par de carros bonitos pero no son clásicos, si me les dice clásico yo no me enojo pero yo sé que solo son antiguos”, confesó Braulio Hernández.

Cada experto en estos autos longevos tiene su propia definición de cómo diferenciarlos, pero todos llegan a la misma idea. Características únicas en un automotor o su producción limitada lo hace un clásico. El hecho de que haya sido propiedad de un personaje famoso también lo hace acreedor de un puesto en ese selecto grupo. En cambio, la edad de un cuatro ruedas marca la tendencia en ser antiguo.

A inicios de los años noventas nació la Asociación Salvadoreña de Carros Antiguos (ASCA). Luis Larín, un hombre de 70 años es de los fundadores de este grupo que posee este tipo de autos. La idea la importó de Guatemala, país donde organizó este tipo de eventos. Residió en el vecino centroamericano por más de 15 años y ya en El Salvador, en conjunto con sus amigos aficionados a este hobbie, echaron a andar el proyecto ASCA que se mantuvo activa hasta el 2007. Ahora está en un “receso”, pero que ya tiene pláticas para volver a realizar las actividades que hacían antes con frecuencia. Paseos, rallies, actividades de labor social, entre otros eventos, eran los pasatiempos.

Luis Larín no pierde su pasión por los autos, la cual empezó cuando era muy joven. Se lo debe a su padre, quien cumplió uno de sus sueños al regalarle un Ford de 1932 en 1960. Tuvo que traerlo de Olocuilta tras varios intentos por convencer a los dueños. 300 colones fueron los que tuvo que pagar para conseguir el carro estadounidense.

La historia de ese Ford la cuenta como una buena anécdota el coleccionista, ya que desde la primera vez que lo manejó tuvo su primera aventura. Para traerlo a San Salvador solo le puso un galón de gasolina y una batería nueva, pero no contaba con que los frenos era un detalle que había que reparar y se enteró hasta que estaba en marcha. Luego se dañó el motor y paralizó unas fiestas porque ese repuesto lo tenía un hombre que manejaba un rueda tipo “Chicago”. Hubo un desembolso de 30 colones para volver a hacer funcionar ese Ford.

Por si fuera poco la afición a tener un antiguo, don Luis también asistió a incontables premios de Fórmula 1 por todo el mundo, museos, carreras de IndyCar, exhibiciones. Y ostenta algunos trofeos, como fotos con grandes pilotos como Juan Manuel Fangio o Ayrton Senna -ya fallecidos-. Estos sucesos son los que mantienen hasta la fecha a Luis Larín como un aficionado del automovilismo y a la vanguardia de las nuevas tecnologías de los autos.

Tanto así que en su cochera hay Oldsmobile Starfire convertible de la serie 88, del año 1961. SPEED tuvo acceso a esas joyas de automóviles que hay en El Salvador, al igual que otro convertible de la marca Ford, modelo Galaxie 500 XL de 1963. Antes también fue dueño de un Austin Mini, un Mini Cooper, un Corvette Stingray, un Chevrolet Impala, un Hillman Minx y un Oldsmobile de 1954 (ganador de la primera carrera que se realizó en El Salvador con motivo del Centenario de Santa Ana en 1955), vehículo estadounidense que se dejó de producir hace unos años.

“Para mí es el cumplimiento dentro de lo que mis medios me ha permitido hacer con lo que siempre me ha llamado la atención y lo que me ha gustado. Yo creo que todos tenemos algún gusto especial por algún deporte, hobbie, pero por falta de tiempo, trabajo o de plata, o una mezcla de todo, se le pasa la vida y no se dedica a eso. Yo hacía lo posible y hasta lo imposible por cumplirlo, por haber estado allí, y haber ido a eventos de categoría mundial y de disfrutarlo y, si podía participar, lo hacía”, resume Larín su pasión por los autos longevos y el automovilismo en general.

El presente

Los aficionados a los carros “ancianos” están dispuesto a continuar con esta tradición. En 2013 fue la última Convención Centroamericana de Autos Históricos en el país organizada por la Asociación Salvadoreña de Vehículos Americanos de Colección (ASAVAC), nueva asociación que nació a raíz de la poca apertura que encontraron en ASCA y por la inactividad en la que cayó. La exhibición fue un éxito y los países participantes se fueron conformes.

Braulio Hernández, dueño de otros tesoros de autos que hay en El Salvador, dejó de ser presidente de ASAVAC hace tres meses, pero se mantiene activo en cualquier evento que requiera que sus carros se exhiban. Antes de estar en esa asociación, y al ver que no todos entraban en la idelología de los pioneros, decidió formar una especie de club llamada Amigos de los Autos Antiguos.

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